Dos sucesos en los que fueron encontrados cuerpos de sexagenarios, en sus respectivos domicilios, fueron caratulados como “muertes dudosas”. Uno tenía una caja puesta en la cabeza cuando lo encontraron, el otro tenía el cráneo roto. La policía dice que está “investigando” ambos casos.
La calificación de muerte dudosa, en la labor investigativa, refiere a la hora de caratular una muerte cuando los indicios hallados no pueden ser interpretados con claridad a prima facie. En otras palabras, cuando los investigadores (policías) no saben cómo coño sucedió la muerte de x persona. En este sentido, cada muerte que sucede en Salta y es investigada, cuando no tiene testigos (aunque a veces también los tiene) termina siendo una muerte dudosa tras otra, sólo basta con repasar todos los casos que jamás fueron ni serán investigados.
En esta ocasión las dos muertes enigmáticas tienen a dos sexagenarios como víctimas. El primer caso, fue el de Julio Gallardo de 65 años, de Tartagal quien fue encontrado en la galería de su vivienda con el cráneo deshecho y su muerte fue caratulada como “supuesto homicidio”. “Hundimiento fronto parietal, hemorragia intracraneana masiva, traumatismo encefálico producido con elemento duro”, fue el dictamen del médico; para caratular esta muerte como un homicidio no hace falta ser un perito forense, ni siquiera haber visto una película de investigadores, hacen falta dos dedos de frente.
El segundo caso se dio en Rosario de Lerma, donde, según la información policial, “el suceso se produjo esta mañana, cuando un vecino alertó al Sistema de Emergencias 911 sobre la presencia de un una persona, de sexo masculino tendido sobre una cama, con una caja en la cabeza, en un domicilio de calle Portaviones 25 de mayo al 800”.
Lo que desconcierta a los investigadores es la caja en la cabeza, hasta ahora los fenomenales peritos policiales no saben qué puede significar esa señal encontrada en el cuerpo en pleno estado de putrefacción.