El rol de las mujeres pitonisas como fuentes de conocimiento e intermediarias de la verdad divina y como “comunicadoras de la ‘voz’ de dios”.

Por Andrea Sztychmasjter

Epistemología feminista|

Si bien a las mujeres de la Grecia clásica se les negaba toda función política y jurídica, en el terreno de lo religioso desempeñaron importantes roles que eran percibidos como decisivos para el conjunto de la comunidad. Por ejemplo se creía que las mujeres tenían una relación íntima y especial con la fertilidad de la tierra, que en definitiva estaba representada por la diosa Gea.

En la mitología griega existen ciertos capítulos que despojan a la mujer del poder de elección, siempre inherente al hombre, y que puede apreciarse como un reflejo del posterior papel que la mujer poseía en la sociedad de esa época.

Otro ejemplo presente puede verse en las virtudes de las diosas; pues fueron estratégicamente establecidas para que su procedencia proviniera de un dios, siempre ligadas al mito masculino. Como la inteligencia que, aunque su representación descansa en Atenea, al igual que la prudencia en Metis, la historia viene a decir que son virtudes generadas por un hombre, en este caso por el símbolo de Zeus, puesto que él engulló a Metis cuando estaba embarazada de Atenea, y Zeus dio a luz a ésta última, generando así tanto la inteligencia como la prudencia.

La profesora Rosario Sosa en su trabajo “El rol femenino en los orígenes de la Filosofía: cuerpos que piensan” describe acerca de los roles de las mujeres en la mitología:

 “En la mitología la mujer desempeña muchas funciones y la feminidad es presentada como algo multiforme: una clase de atributos diversos y contradictorios. Así, las prerrogativas de las diosas son muy diversas pero podemos agruparlas en sexuales y en técnico-mágicas. Un cosmos sexualizado es capaz de generarse a sí mismo y a los seres vivos. En los mitos posteriores, en los que la creación del mundo ya se ha producido, las mujeres-diosas son portadoras de técnicas o aparecen como magas o curanderas. A partir de la edad de bronce y la instauración de una sociedad patriarcal, asistimos al declive gradual de la presencia femenina en las actividades económicas, en el ejercicio de técnicas y de conocimientos socialmente relevantes. El mito exalta el conflicto entre los sexos, pero domina la diferencia estableciendo una jerarquía. Los hombres en Grecia acaparan casi todos los aspectos de la vida comunitaria y marginan a las mujeres justo antes de descubrir el poder del conocimiento”.

Si bien podemos convenir en que en la Antigua Grecia también existía una sociedad patriarcal había casos de mujeres que dedicándose a tareas particulares y con un estilo de vida que en cierto modo cumplía con expectativas masculinas, poseían mayor libertad y posibilidad de vínculos con la clase política. Así aparecen las hetairas, por lo general, eran mujeres educadas, capaces de recitar poemas, bailar, cantar y tocar instrumentos, lo que resalta su papel como animadoras. Al contrario de las esposas e hijas de los ciudadanos atenienses que debían permanecer en el hogar, recluidas y silenciadas, las hetairas participaban no sólo de las juergas griegas favoritas de los hombres, sino que se les permitía dar su opinión política o filosófica.

Autoconocimiento

«El oráculo no oculta ni revela la verdad, solo la insinúa» (Heráclito, siglo VI a.C.).

En la Antigua Grecia también estaban quienes eran consideradas importantes dentro de la sociedad de ese entonces dado que gracias a ellas se podía llegar a conocer la voluntad de los dioses, son las llamadas Pitonisas.

La Pitonisa o Pitia es un personaje que suele presentarse tanto en los relatos antiguos como en las leyendas y mitologías. Era elegida independientemente de su condición social, pero se le exigía llevar una vida virtuosa. El oráculo de Delfos, donde ejercía su don, estaba situado en una cueva profunda con una estrecha entrada. Según la tradición, en la parte más recóndita del templo de Apolo había un lugar subterráneo, el llamado ádyton donde la pitia descendía con una corona y un bastón de laurel para comunicarse con la divinidad.

En la entrada adyton se encontraba la siguiente inscripción:

“Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.

Las profecías del oráculo de Delfos tuvieron un papel fundamental, la consulta al dios se hizo imprescindible para comenzar una empresa comercial, fundar una colonia, iniciar una guerra y para tomar  decisiones de gran importancia. El oráculo se celebraba un día al mes, el día siete, que se consideraba como fecha de nacimiento de Apolo. En un primer momento, las sentencias de la Pitonisa se hacían en verso, pero después se comenzaron a predecir en prosa ya que Apolo era el dios de la música.

Existen varias investigaciones que buscan explicar científicamente o antropológicamente el funcionamiento del oráculo de Delfos y cómo la sacerdotisa encargada de emitir los augurios del dios Apolo obtenía este don.

La pitonisa era entrenada desde pequeña, y era escogida por los sacerdotes, ya que debía tener unas cualidades especiales y vivir rodeada de pureza física, psíquica y espiritual. Se encontraba en el recinto del templo que se llamaba “adyton” (del griego τὸ ἄδυτον, literalmente «lugar en el que no se puede entrar»). Recibía al consultante, sentada sobre un trípode de madera de laurel. Las patas simbolizaban el pasado, el presente y el futuro, lo cual venía a significar otra enseñanza interesante: «Sin aceptar el pasado, sin conocer el presente, ningún futuro puede construirse». La manera que tenía de revelar el mensaje nos la cuentan numerosos historiadores, poetas y filósofos clásicos: Esquilo, Cicerón, Plinio, Estrabón, Diodoro, Platón, Pausanias y Plutarco, quien, además, fue sacerdote del templo en el siglo II. Todos coinciden en lo mismo: la sibila aspira unos gases que provienen del fondo de la tierra, entra en estado de trance y revela el mensaje de Apolo. (Sara Martínez y Lucia Prade. El oráculo de Delfos. La ciencia verifica cómo fue posible)

La desaparecida ciudad de Delfos fue considerada por los griegos como el centro del mundo, y fue la sede del oráculo más importante de la antigüedad. En este sentido, el oráculo de Delfos fue un gran recinto sagrado dedicado principalmente al dios Apolo que tenía, en el centro, su gran templo al que acudían los griegos para preguntar a los dioses sobre cuestiones inquietantes. La leyenda cuenta que Zeus ordenó a su hijo Apolo, dios de la adivinación, que se instalara allí, antes debía matar a la serpiente Pitón que custodiaba un oráculo de la diosa Gea, luego de asesinarla colocó en su santuario una sacerdotisa que bautizó con el nombre de pitonisas, también conocidas con la palabra silbilas.

En Grecia cada polis tenía sus propias “adivinas” aunque el de Delfos fue el de más prestigio. Como vemos si bien las pitonisas cumplían un rol importante de transmisión de lo divino, evidenciaba otra forma de patriarcado; al oráculo solo podían consultarlo hombres ya que estaba vedado para las mujeres.

Guardianas del conocimiento

“¿Hay algún peregrino que de Grecia haya venido? Acérquese según usual norma y siga el turno que la suerte le marca”. Prólogo de Las Euménides.

Las mujeres pitonisas cumplían el papel de intermediarias pues solamente a través de ciertos ritos recibían los mensajes divinos para luego ser retransmitidos a los hombres. Aunque solo eran transmisoras de conocimiento eran también las únicas que tenían este acceso. Los estudios aseguran que las consultas a las pitonisas no eran realizadas directamente a ellas, sino que el consultante le acercaba, antes de pagar por el servicio, las preguntas a un sacerdote y éste a las pitonisas, que no contestaban de manera inmediata sino que pasaban varios días hasta que se producía el contacto con los dioses y así obtenían una respuesta.

Como bien señala la profesora Sosa la importancia de las pitonisas radicaba en el hecho fundamental de ser las comunicadoras de la “voz” del dios. “Las que expresan la sabiduría, las que informan sobre la verdad que Apolo les brinda, como un regalo a los hombres. Sabiduría mediada por el lenguaje verbal y corporal de una mujer”.

En la época en la que se consolida el oráculo de Delfos la mujer que no tenía lugar en las decisiones políticas y públicas es sin embargo la mayor autoridad en materia religiosa, ya que la inspiración de la profecía venía de ella y las ceremonias sagradas eran oficiadas por mujeres. Este hecho puede ser visto como un vestigio del poder femenino después por mucho tiempo ocultado.

Luego de la época de oro ateniense el santuario empezó a declinar. En el periodo helenístico ya el oráculo no era consultado para los más importantes asuntos de Estado, sino para asuntos cotidianos. En 312 d.C. Constantino se convirtió al catolicismo lo que hizo declinar aún más la influencia del oráculo; los obispos lo satanizaron e identificaron a Apolo con el diablo.