El anuncio de la presidenta Cristina Kirchner de diferenciar a los pequeños productores y devolverles parte de las retenciones casi no tendrá incidencia en Salta. Fundamentalmente porque sólo hay entre 900 y 1.000 pequeños productores en una provincia colonizada por los peces gordos del agro. (Gonzalo Teruel)

En el Ministerio de Economía lo festejaron como si hubieran ganado un campeonato. En el Ministerio de Agricultura se sorprendieron porque no estaban al tanto de las negociaciones. Alegría y sorpresa, sorpresa y alegría fueron las grandes emociones que se vivieron a comienzos de semana en los despachos del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

“Por fin se rompió”, dijo un dirigente de La Cámpora que está en el Palacio de Hacienda desde antes que su jefe Axel Kicillof para hablar de la Mesa de Enlace efectivamente rota sin Federación Agraria y con un intrascendente paro rural sobre el lomo. En efecto, luego de años de intentarlo el gobierno consiguió esta semana sumar a sus filas a Federación Agraria Argentina, la combativa entidad gremial de los pequeños productores, y mostrarse cerca de los hombres y mujeres de campo con un anuncio de corte progresista.

La propia presidenta en cadena nacional anunció el lunes un “acuerdo histórico” con FAA a partir del cual se creará un “programa para el estímulo de los pequeños productores de granos”. “Se trata de una política de segmentación de los pequeños productores, diferenciando a los que producen de 100 a 700 toneladas”, explicó Cristina.

En bruta simplificación esta “segmentación” por el tamaño de los productores supone que los más pequeños pagarán menos que los grandes en derechos de exportación. El ministro Kicillof fue el encargado de exponer la medida y explicó que “estamos viviendo un momento internacional, desde la crisis que se inició con la caída de Lehman Brothers, de fortalecimiento del dólar que al fortalecerse afecta los precios de todos los productos agropecuarios”. De acuerdo al ministro, esa afectación del precio de las commodities, hizo caer un 30% “los productos que exporta Argentina, de origen agropecuario, como el maíz, el trigo, la soja, el aceite o el poroto de soja”. “Una caída del 30% de precio será absorbida más fácilmente por aquellos que tienen la espalda para hacerlo pero afectará fuertemente a los pequeños y medianos productores que no tienen esa capacidad ni financiera ni productiva”, añadió y justificó la lógica de la medida: ayudar a los más vulnerables.

Ni tanto ni tan poco

El anuncio gubernamental no tardó en generar repercusiones y desde las entidades rurales aseguraron que tiene “una clara intención de dividir la Mesa de Enlace” y que, además, “no soluciona los problemas de fondo que tiene el campo”.

Por caso, el dirigente de la Federación de Entidades Rurales de Salta, Carlos Segón consideró que “los anuncios de la presidenta sirven a muy pocos productores en la provincia”. “En Salta hay muy pocos que cosechen menos de 200 hectáreas de soja” puntualizó y explicó que esa cantidad de granos “no resulta viable para los agricultores del NOA”.

Desde una posición política diametralmente opuesta, el referente de FAA en Salta, Eliseo Rovetto, se mostró eufórico con la medida anunciada por el gobierno pero coincidió en que no serán muchos “unos 900 o 1.000” los productores beneficiados en estas tierras.

Con criterio técnico el gerente de Prograno, Lisando de los Ríos, analizó la situación y fue categórico. “En Salta no sirve para nada el anuncio porque, por una cuestión de costos, la escala de producción es mayor que en el centro del país” señaló y aseguró que “los pequeños productores de Salta no se dedican a producir granos como actividad principal y menos aún los granos que teóricamente van a tener devolución: soja, maíz, girasol y trigo”.

Del análisis del especialista de Prograno se desprende la principal crítica a la medida elaborada por la cartera de Economía. ¿Quién es un pequeño productor?, ¿el que produce hasta 700 toneladas en la pampa gringa con el mejor suelo y el mejor clima del mundo y con los puertos cerca, o el que produce un tonelaje mayor pero trabaja en zonas menos favorecidas por la naturaleza y la infraestructura como el NOA?

El verdadero problema

En su participación en la cadena nacional, Kicillof aseguró que “cuando uno observa cómo está constituido el campo, que dicho así parece una unidad, encuentra una enorme diversidad de tamaños y una enorme concentración de la renta, de la riqueza y de la propiedad”. Por eso la necesidad de atender con políticas diferenciadas a los más pequeños y vulnerables.

Los números expuestos por el ministro fueron clarísimos: los productores de hasta 700 toneladas son 46 mil, de un total de 70 mil, es decir son casi el 70% de los productores. ¿Cuánto produce ese 70% de los medianos y pequeños productores?, apenas el 12% de la producción de granos del país. Por el contrario, sólo un 10% de productores muy grandes concentra el 70% de los granos producidos y exportados.

Esa enorme concentración en la actividad productiva y en la cadena comercial, reconocida por el funcionario de más negro paladar kirchnerista, desnuda la política agropecuaria del país. Por mucho que el gobierno y sus simpatizantes hayan peleado contra la Mesa de Enlace -desde aquel conflicto por la Resolución 125 del año 2008- la histórica estructura de concentración de la tierra y la riqueza no se modificó.

A pocos meses del fin del gobierno de Cristina Kirchner, los dirigentes agropecuarios de todo el país deberían preguntarse de qué sirvió pelearse durante 8 años sin aceptar ninguna medida de redistribución de la riqueza, y ella debería pensar por qué después de tanto discurso nacional & popular la producción de granos -la principal actividad generadora de riquezas del país- siguen en poder de los mismos de siempre.

De cara a las próximas elecciones no estaría mal que todos pensemos por qué Atahualpa Yupanqui sigue sonando actual con eso de que “las penas y las vaquitas se van por la misma senda/ las penas son de nosotros/ las vaquitas son ajenas”.