Es el título de un artículo escrito por Gustavo Barbarán y publicado en la revista Claves. Allí se destaca la importancia estratégica de un río Bermejo navegable para la conexión de la región y el mundo, pero la desidia de una dirigencia política poca afecta a las transformaciones cualitativas.

Con excepción de la introducción, transcribimos el artículo íntegro:

“En un contexto de subdesarrollo estructural es difícil entusiasmar al soberano. Y si la gente reclama agua corriente, cloacas, gas, luz eléctrica, atención sanitaria, seguridad, cuestiones como la expansión del Aeropuerto de El Aybal, la rehabilitación de todos los ramales del F.C. Gral. Belgrano que pasan por nuestro territorio y nos conectan con el Norte Grande, Bolivia y Chile o el aprovechamiento integral del Bermejo, suenan a desvaríos. La chatura de ideas, la ignorancia y la comodidad zafan con la descalificación: son utopías y la política es sobre todo realismo. En consecuencia, la coyuntura -en tanto negocio político- es cadena perpetua: toda idea nace y muere en y para ella.

En otra ocasión nos referimos a la urgencia de abrir más puertas en la Argentina[1], para escapar del asfixiante embudo de Buenos Aires, su puerto y aeropuertos, propio de un esquema retrógrado que mantiene en el desaliento a dos tercios del país fuera del “cuerno de oro” del Mercosur. El esquema agroexportador diseñado a fines del siglo XIX, cuyos beneficios se derraman, concentran y autoalimentan esa ecúmene, sigue funcionando aceitadamente bajo la más ortodoxa lógica del mercado.

Pues bien, Salta tiene tres de esas necesarias puertas para regenerar un neo-federalismo basado sobre todo en la integración nacional: el Aeropuerto Gral. Martín M. de Güemes, el Ferrocarril Belgrano con sus ramales C 12 Metán-Avia Terai, C 14 Cerrillos-Socompa, C 15 Estación Perico (Jujuy)-Estación Pocitos, C 18 J.V. González-Pichanal y C 25 Embarcación-Formosa (702 km), 2.300 km de vías esparcidas en territorio salteño.

La apertura total de esas puertas requiere anuencia y apoyo de los gobiernos nacionales y allí está el problema: ¿quiénes, cuándo y cómo definen las prioridades en función de un proyecto nacional inexistente?

La “puerta” Bermejo

La tercera gran puerta es, de hecho, el río Bermejo, cuyo aprovechamiento integral puede cambiar la estructura productiva de la Provincia de Salta. Aparte de atender legítimas aspiraciones salteñas, permitirá contrabalancear el asfixiante diseño decimonónico argentino -concentrado en menos de un tercio del territorio continental- en el marco del precepto constitucional de equilibrio de las regiones (art. 75 inc. 19 CN).

Este gran río nace en la Sierra de Santa Victoria, a 3.600 metros s/nm, y tiene un recorrido de unos 1.400 km (850 km en la Argentina) hasta su confluencia con el río Paraguay. Cerca del 40% de esa extensión pasa por Salta, donde nuestros afluentes aportan el mayor caudal; asimismo, todos los afluentes argentinos constituyen alrededor del 70% de las aguas.

Su caudal varía según la época del año, con una media de 1.500 m3/seg (15.000 m3/seg con lluvias desusadas) y 15 m3/seg durante el estiaje; el aporte nival no llega al 10% o sea que depende del régimen de lluvias. La masa de agua arrastra también un promedio de 92 millones de m3 de sedimentos que taponan la hidrovía del Paraná, obligando a un costoso dragado permanente.

Después de su unión con el Grande de Tarija en las Juntas de San Antonio, suma las aguas del río Lipeo (que caen al Bermejo en proximidades de La Mamora) y, más abajo, del Iruya, Seco, Pescado, Blanco, Santa María, Colorado y del San Francisco con nacientes en Jujuy.

Se considera alta cuenca a la región que abarca desde las nacientes bolivianas hasta las Juntas de San Antonio -o las Juntas del San Francisco, para otros- y la baja cuenca, llana, desde el sudeste de Embarcación hasta su desembocadura en el río Paraguay, dividiendo Chaco y Formosa de punta a punta.

El Bermejo es un potro indómito de errático derrotero, lleno de meandros, y en la temporada de verano desparrama madrejones y apila albardones que le modifican el cauce. A causa de la acumulación sedimentaria, el brazo sur del Bermejo cambió de curso en 1877 en el Departamento Rivadavia clausurando los esfuerzos para sostener la navegación comercial. Dividido en dos, se llamó Bermejito al antiguo cauce y Teuco o Bermejo Nuevo al de mayor volumen, constituyéndose éste -desde su salida de Salta por el paralelo de 24º S- en el límite de Chaco y Formosa.

El río propone desafíos estratégicos, de menor a mayor rango de complejidad: control de inundaciones y de sedimentación, agua potable y riego, hidroelectricidad y navegación; desarrollo de acuíferos.

Si desde el punto de vista de la geomorfología fluvial pueda hablarse de cuenca alta y la baja, desde un punto de vista de geografía política parece apropiado distinguir un Bermejo superior, uno intermedio y uno inferior. Esta percepción está ligada a la necesidad de un mayor protagonismo salteño respecto del aprovechamiento fluvial en nuestro tramo, cuyo extremo boreal integra además la alta cuenca, que es donde cabe el mayor esfuerzo para regularlo sin perjuicio de las ineludibles consultas con las provincias de aguas abajo. Salta debe hacer muy bien sus deberes.

La COREBE

Las recurrentes sequías en Chaco, más la presión regional, había promovido la creación, en 1957, de la Comisión Nacional del Río Bermejo, a cuyo frente estuvo el almirante Gregorio Portillo, bien recordado por sus afanes en procura de la canalización y el desarrollo integral de toda la cuenca.

Recién en diciembre de 1982 fue instituida la Comisión Regional del Bermejo (COREBE), mediante ley nº 22.967 del gobierno de facto, la cual aprobó un acta constitutiva suscripta exactamente un año antes por las provincias de Chaco, Formosa, Jujuy, Salta, Santa Fe y Santiago del Estero (estas últimas dos por el viejo proyecto de un segundo canal) y el Gobierno Nacional (representado en la actualidad por el Ministro de Planificación, que la preside). Tiene por objeto “[…] adoptar las decisiones políticas y ejercer la dirección de las acciones necesarias para el aprovechamiento integral, racional y múltiple de los recursos hídricos de la Cuenca del Ría Bermejo […]”. Posee su propio estatuto y cuenta con un Consejo de Gobierno, que debe sesionar con la totalidad de sus miembros, y un Directorio.

En los ’70, y en el contexto de los recelos argentino-brasileños, vigente el Tratado de la Cuenca del Plata (Brasilia, abril de 1969), la cuestión Bermejo pasó a formar parte de la agenda de la OEA, en cuyo ámbito se promovieron estudios de consultorías y a la postre nunca se pasó de eso. Cualquier ciudadano puede acceder a ellos en la página oficial de la Comisión: http://www.corebe.org.ar.

Allí, en la ventana “Documentación disponible”, hay solo cuatro referencias: tres originadas en el Comité de la Cuenca del Plata, los Estudios argentino-bolivianos para la Planificación y Desarrollo de la Cuenca del Río Bermejo I (Alta Cuenca, 1970/73), II (Cuenca Inferior, 1973/76) y III (Zona Boliviana, 1977); y un trabajo sobre “Generación y transporte de sedimentos en la cuenca Binacional del Río Bermejo”, período 2001/10, requerido por la Comisión Binacional del Bermejo (COBINABE) en el marco del Programa Estratégico de Acción elaborado conjuntamente por la OEA, el PNUMA y el FMAM.

Aquella página web tiene otra ventana más significativa, “Obras y proyectos”; entrando a ella se lee “Proyectos en ejecución y gestión”: no contiene nada.

Ahora, a las cosas

La metáfora de las puertas ayuda a visibilizar lo que puede aportar la Provincia de Salta al NOA, al Norte Grande y al conjunto de la Nación. Ferrocarril y río son esenciales para conectar de este a oeste y de norte a sur. Afianzan a la integración nacional y contribuyen a la vinculación subregional de la ZICOSUR, que es una propuesta del Norte Grande.

Atendiendo a todo lo expuesto hasta acá: ¿los salteños debemos esperar con los brazos cruzados que algún iluminado haga algo alguna vez? Tanto la cuestión de la navegabilidad del Bermejo como una salida expedita a Chile estaban en la agenda de la dirigencia salteña desde nuestra organización institucional de 1853. Lo relata la recordada Dra. Luisa Miller Astrada en su último libro Historia de Salta en el marco de la historia Argentina 1853-1939 (Ed. Congreso de la Nación, 2013). Abruma pensar que en más de 150 años no avanzamos casi nada en ese imperativo histórico, pese a todo lo que se sabe y se ha dicho al respecto.

A ese potro bellaco sí que se lo puede domar, sobre todo con las imprescindibles obras que deben realizarse en la parte de la alta cuenca ubicada en territorio salteño, en proximidades de Orán: Santelmito (en el Lipeo); Pescado I, II y II; Monoyoc/San Ignacio, San José y El Portillo, sobre el río Iruya; Vado Hondo (Río Blanco); Zanja del Tigre, la presa insignia, y Peña Colorada, ambas sobre el Bermejo. Todas ellas tienen la documentación que las respalda, pero no la decisión geoestratégica, que ningún gobierno termina de asumir; tampoco requiere la anuencia de Bolivia. Se trata de presas para generar energía eléctrica más limpia, control de inundaciones y sedimentación, y riego para un millón de hectáreas.

Llama la atención que, según su sitio oficial, para la COREBE no haya proyectos, más allá de obras menores para el manejo integrado de drenajes o la gestión de la red hidrometeorológica. Sin embargo, en el Resumen Ejecutivo de la “Evaluación expeditiva de aprovechamientos de hidroeléctricos”, elaborado por la Secretaría de Energía de la Nación, de noviembre de 2006 (http://www.ebisa.com.ar/sites/default /files/Evaluacion_proyectos_hidroelectricos_Resumen_Ejecutivo.pdf), todavía figura Zanja del Tigre con nivel de “factibilidad” desde 1982. ¿Cómo se entiende?

Por otra parte, un documento del gobierno de Salta, elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, titulado “El desarrollo integrado y sustentable de la cuenca del río Bermejo” (no tiene fecha), que se puede consultar enhttp://www.ambiente.gov.ar/archivos/ web/AGENDA/File/bermejo.pdf y contiene toda una propuesta de acciones.

Toda esta dispersión debe salvarse cuanto antes con una completa compilación de todo lo que se haya elaborado en nuestra provincia, relacionado al aprovechamiento integral del Bermejo.

Respondiendo al sentido de su inclusión constitucional y a los motivos que impulsaron la creación del Consejo Económico y Social (ley nº 7784/13, cuya página oficial –http://www.cessalta.org.ar- no informa prácticamente nada), entendemos que éste es uno de los grandes temas que debieran tratarse en su ámbito e in extenso. En un artículo anterior decíamos que es de vital importancia para diseñar el proyecto de Provincia en dirección de la meta que nos propongamos[2]. De esta manera se salvará la incomprensible omisión del Plan de Desarrollo Estratégico 2030, aprobado por decreto provincial nº 2478, que no tiene ningún capítulo dedicado a nuestros recursos hídricos.

No hay pretexto que valga: salteños, ¡a las cosas!