Scioli arañó el 37%. Macri incrementó cerca de 5 puntos su performance con respecto a agosto y accedió al balotaje con chances de ser el próximo presidente de los argentinos. El primero habló y se inclinó por  enunciados y figuras K. Fustigó a los fondos buitres y pronostica un Urtubey en el freezer.

Muchos pensaban que se convertiría en el presidente con menos votos de la etapa democracia tras la elección de Alfonsín en 1983 con el 51,7%, Menem en 1989 con el 47,5%, el mismo Menem en 1995 con el 51,9%, Fernando de la Rua en 1999 con el 48,3%, Cristina Kirchner en el 2007 con el 45% y la propia Cristina en el 2011 con el 54%.

Los comicios de ayer, sin embargo, no dieron ni para eso: con el 96% de las mesas escrutadas al cierre de esta edición Daniel Scioli llegó apenas al 36,70% de los votos. El porcentaje supuso 8.845.118 sufragios. Sólo 13.000 voluntades más que en las PASO de agosto y un punto menos que en aquella fecha. Mauricio Macri, mientras tanto, pasó del 30,12% de las PASO al 34,48% producto de sus 8.309.226 sufragios, más de un millón y medio de lo que había cosechado hace dos meses.

La provincia de Córdoba aparece como distrito clave para entender el comportamiento electoral. Allí se dirigieron los esfuerzos de los dos candidatos, aunque finalmente el más elocuente para los cordobeses fue Macri. Con sólo el 14% de los votos en las PASO, Scioli apostó a garantizar su triunfo nacional incrementando su porcentaje en esa provincia.

Con esas intenciones avaló varias maniobras: la aparición de su mujer Karina Rabolini con la esposa del gobernador electo José Schiareti, Alejandra Vigo, que además es concejal por la capital cordobesa y conductora de parte del aparato justicialista de esa ciudad; y discursos en la provincia mediterránea en donde el propio Scioli enaltecía a Schiareti y lo invitaba a sumarse a la integración justicialista. La maniobra sólo dio resultados a medias: de los 280.740 votos (14,65%) de Scioli en agosto, saltó a los 411.983 (19,21%).

La cosecha de Macri fue mayor: de los 678.186 sufragios de agosto (35,38%) pasó a los 1.141.673 votos que representaron el 53,24% del electorado cordobés. Las cifras muestran que los casi 500.000 votos de más provinieron del sector que en teoría debía votar por Sergio Massa. Y es que en las PASO, el frente de Massa con el apoyo inestimable de José de la Sota había conseguido 744.021 votos que ayer se redujeron a 437.485. Otros tantos provinieron del Frente Progresistas de Margarita Stolbizer y el partido de Adolfo Rodríguez Saa que sacaron menos votos que en las PASO.

Con porcentajes menos contundentes, la situación se repitió en los distritos más importantes del país: provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe. En la primera Scioli bajo dos puntos con respecto a las PASO (39,69% en agosto y 37,11% en octubre) mientras Macri subió más de tres (29,15% a 32,94%); en la segunda tanto Macri como Scioli subieron dos puntos aunque siempre el primero corrió con amplia ventaja sobre el segundo; mientras en la tercera los 33 puntos de Scioli en agosto bajaron a 31 ayer, cuando Macri incrementó sus 32 puntos de hace dos meses a 35. Mendoza, el otro distrito importante, tuvo un comportamiento similar: los 33,47% de Scioli en las PASO se redujeron a 31%, mientras los 36,13 de Macri hace dos meses se convirtieron en casi 41% en la última jornada electoral.

La teoría del voto útil evidentemente funcionó en el último mes de campaña. El concepto buscó internalizar en un porcentaje importante de la población la necesidad de deslizar el sufragio a aquel candidato que pudiera, en los hechos, derrotar al oficialismo. No habría que descartar, sin embargo, que el kirchnerismo duro también haya optado por dar la espalda a Daniel Scioli. Fundamentalmente tras un mes donde el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires optó por voceros que se esforzaron por diferenciarse de la Casa Rosada y enfatizar que Cristina Kirchner debía jubilarse ante una presidencia del exmotonauta. Los números, finalmente, muestran que la constelación antikirchnerista es amplia. No menos determinante para una coyuntura electoral, sin embargo, es ese kirchnerismo que muchos medios refutan y ridiculizan.