Una bebé wichi murió de desnutrición en Salta. Su mamá casi no habla español y no podía hacerse entender por los médicos.

El diario La Nación dio a conocer la historia de una bebé de 2 años de la comunidad wichí. El artículo hace hincapié en que si se hubiera respetado la ley de interculturalidad que obliga a poner traductores en los centros de salud hoy quizá esa bebé estaría con vida.

Su familia sostiene que fueron maltratados; desde el gobierno enfatizan que se negaban a recibir atención y que “fugaron” a la pequeña del hospital.

Se llamaba Clarisa Pereira. Tenía dos años y el 29 de junio pasado murió por las consecuencias que un cuadro severo de desnutrición desencadenó en su cuerpo. Era wichi y vivía en La Quebradita, una comunidad salteña en la que residen aproximadamente 15 familias, ubicada sobre la ruta nacional 34, a pocos metros del pueblo de General Mosconi, departamento de San Martín. Su historia recién se conoció esta semana.

Hacía unos días, Clarisa había estado internada en el hospital de Mosconi, donde la familia asegura que fueron maltratados por el personal. Por su parte, fuentes del Ministerio de Salud de Salta informaron a La Nación que el 7 de junio los padres “la fugan” del hospital. Otro medio, citado por el diario nacional, señala que la mamá de Clarisa tenía miedo: no lograba comunicarse con los profesionales porque no hablaban su idioma (el wichi) y el centro no cuenta con traductor, no comprendía los procedimientos médicos que iban a hacerle la niña; y que cuando la policía fue a buscarla a su comunidad para llevarla nuevamente al hospital, huyó con su hija a una comunidad cercana, donde finalmente falleció.

Según las estadísticas oficiales de Salta, desde el 1 de enero al 31 de marzo de este año, en esa provincia fallecieron 79 chicos de menos de cinco años, 44 de ellos vivían en la región del norte, la más crítica. Las causas de muerte más frecuentes que aparecen en los informes son gastroenteritis, deshidratación e infecciones respiratorias. Para las organizaciones sociales que trabajan en el territorio, eso se traduce en hambre, falta de acceso al agua y otras problemáticas asociadas a las condiciones de extrema pobreza y vulneración de derechos en las que viven.