Aunque resuelve bien sus presentaciones en programas radiales y televisivos, Bettina Romero hace aguas en la gestión. Mudanzas frustradas, caprichos y trabajadores desconcertados son el balance de un semestre al frente de un organismo nacional. (G.T.)
Un pretendido operador del Grand Bourg, con escasa influencia por cierto, comentó en una reunión la sorpresiva y favorable impresión que le había dejado Bettina Romero al escucharla en una reciente entrevista radial. Uno de sus interlocutores lo cortó en seco y le advirtió “te sorprendió porque habló 5 minutos, después hace agua”.
Como sea, en los propios despachos conducidos por Bettinita dan más crédito a esta segunda impresión. “Hace agua por todos lados” dicen por lo bajo y cuestionan su gestión al frente de la oficina regional del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y, sobre todo, desnudan su nula capacidad de construcción política. Como ejemplo de ello denuncian que casi no viaja por la provincia y mucho menos a las provincias vecinas que debe atender; también señalan que no tiene diálogo con referentes territoriales para gestionar la ayuda social que muchos salteños necesitan. Y subrayan que su incapacidad política quedó demostrada cuando hace algunas semanas despachó, obligó a renunciar en rigor de verdad, a Silvia Del Valle de la coordinación del Centro de Referencia (CDR) de Desarrollo Social porque no supo, no pudo o no quiso “limpiar” el organismo y “liberar” unos 30 contratos para que Bettinita coloque a su gente.
La noticia causó sorpresa entre los referentes de los gremios estatales, UPCN y ATE, que resistieron cualquier intento de despidos y que vieron llegar en reemplazo de la mercedina Del Valle a la cerrillana Daniela Vega, hermana de la intendenta Yolanda Vega. No le encuentran otra explicación que “un capricho” de la funcionaria nacional.
“La instrucción de Bettina a Silvia era clara: despedir a la mitad de los cerca de 60 trabajadores contratados para poder nombrar gente nueva. Y como no lo pudo hacer, creyó que Silvia no le respondía y la echó” contaron bajo absoluta reserva de identidad en las oficinas del CDR a Cuarto Poder. Los mismos empleados confirmaron que el organismo es “burocrático e ineficiente” y que la ayuda social estuvo y sigue estando “completamente parada” por falta de conducción.
“Solo se entregaron guardapolvos a algunos intendentes amigos y se mandó un camión con ayuda a Aguaray” dijeron y repitieron que Bettina Romero “casi no viaja por la provincia y sólo fue alguna vez a las otras provincias del NOA que tiene bajo su jurisdicción”. Además, cuestionaron la falta de vinculación con organismos provinciales y municipales y explicaron, por ejemplo, que los recursos nacionales para el Barrio Floresta anunciados esta semana “fueron gestionados directamente por el intendente Gustavo Sáenz en Buenos Aires” y porfiaron, del mismo modo, que nunca se reunió con los ministros de Primera Infancia y de Asuntos Indígenas, Carlos Abeleira y Luis Gómez Almaraz.
Según denunciaron los consultados por Cuarto Poder, la hija del exgobernador Juan Carlos Romero “maneja las pensiones extraordinarias para ancianos, discapacitados, madres de 7 hijos, y nada más”. “Sólo organiza algunas charlas y talleres porque ni siquiera conoce las herramientas que tiene a su disposición” sintetizaron y contaron un par de increíbles historias sobre sus primeros meses como funcionaria nacional.
La primera de ellas, increíble de verdad, da cuenta de una frustrada mudanza del organismo desde la sede ubicada en calle Benito Graña al 200 a un inmueble en el centro de la ciudad sobre avenida Belgrano. “La mudanza se hizo pero como no entraban la gente, los muebles y mucho menos los materiales para la asistencia social, y los gremios se pusieron firmes para no estar en ese espacio inadecuado, en menos de 15 días volvimos a Benito Graña”, contó unos de los históricos contratados del organismo nacional que pidió “por favor” que no se revelara su identidad.
Uno de sus compañeros de trabajo agregó que, según parece, Bettinita no se siente cómoda en las viejas oficinas que le asignaron “y atiende en la General Güemes, en la sede de Fundara”. “Nunca viene al CDR y encima se mueve, como si no tuviera un auto, en una de las camionetas del organismo”, acusó también con un pedido de estricto cuidado de su nombre y confirmó que las escasas reuniones de trabajo con funcionarios nacionales o provinciales se realizan en Fundara.
Ella se presenta como “representante del presidente Mauricio Macri en Salta y el NOA” y, en efecto, desarrolla una estrategia propia del PRO. A través de las redes sociales, ayudada por perfiles falsos dominados por máquinas o “bots”, multiplica sus escasas acciones en Twitter y Facebook. Además inunda las oficinas de redacción y producción de los medios masivos de difusión con partes de prensa suyos y de Fundara, la fundación que todavía preside.
“En eso se mueve bien” reconoció uno de sus empleados que, sin embargo, advirtió que despliega una estrategia arriesgada porque “sigue con lógica de campaña”. Según explicó, “pega desde Fundara con informes críticos de la situación social y no asume que es funcionaria de gobierno”. En efecto, en estos meses difundió lapidarios informes sobre el estado nutricional de los niños salteños, sobre los índices de embarazo adolescente, sobre la cantidad de femicidios, y no realizó ninguna declaración sobre la depreciación del peso y el alza de los precios de los alimentos y de los servicios públicos, todas situaciones que inciden de manera directa en su área de competencia.
Contra todo pronóstico el año pasado al ser derrotada en las primarias por el radical Miguel Nanni no hizo ningún escándalo, cuidó los votos de Cambiemos para las generales, y siguió en el barro de la política con la mirada puesta en las próximas elecciones legislativas. Meses después continúa con ese objetivo de llegar al Congreso con una diputación nacional y está cada vez mejor posicionada sobre todo por la absoluta ausencia de una figura femenina que, en la oposición o el oficialismo, pueda disputarle su candidatura.
Su única dificultad es, entonces, su pobre gestión al frente de un siempre codiciado organismo como el Ministerio de Desarrollo Social y su evidente torpeza que la llevó, por ejemplo, a decir a sus amontonados empleados en los días de la calle Belgrano “que se queden tranquilos, porque en unos meses va a sobrar el lugar”.