Lxs jueces dispusieron que, ante la posible intervención en el femicidio de persona/s aún no identificadas, el órgano acusador prosiga con la investigación pertinente.

por Andrea Sztychmasjter

Más de 20 audiencias, casi dos meses, más de 80 testigos para dilucidar por qué mataron a la docente jardinera Sandra Palomo, en una pregunta que pese a los muchos esfuerzos no ha podido ser respondida.

Por qué matan a una mujer en un lugar público a plena luz del día, a unas cuadras de su casa, con la intencionalidad de provocarle un dolor excesivo; más de 30 lesiones, heridas punzocortantes, contusas, en cuello, espalda, rostro, manos. Un menor de 15 años, como señala la Fiscalía, el único que efectuó las heridas mortales y que trasladó a la víctima en su propia camioneta.

“El autor tuvo como uno de sus objetivos provocarle un dolor excesivo a la víctima”, sostuvo una de las licenciadas al describir el ensañamiento. Aunque para la Fiscalía el menor la mató para usar su camioneta junto a su amigo Carrizo y a otros desconocidos, el Tribunal de Juicio dispusó que la causa se siga investigando y se identificque a posibles personas participantes no identificadas hasta el momento.

El femicidio no íntimo de Sandra Sylvia Palomo fue uno de los 18 que se registraron en Salta durante el año 2019 y el tercero en llegar a juicio en la ciudad de Salta junto al de Gimena Sofía Bernasar que se realizó el año pasado y el de la joven Agustina Guedilla.

Silvia de 53 años, fue hallada el 1 de setiembre del 2019 en inmediaciones del río Arenales; la mujer había desaparecido el 31 de agosto, interviniendo en el hecho la Fiscala Penal N° 2 de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas en turno, María Luján Sodero Calvet.

La sentencia la podés mirar y escuchar aquí: https://fb.watch/e0ahVDj4SL/

Víctima en vulnerabilidad

Fue la Fiscala Mónica Poma de la Unidad de Femicidios del Ministerio Público Fiscal quien se abocó a detallar pormenorizamente las características que configuraron el asesinato en un crimen de violencia de género. Aseguró tal cual lo manifestaron los familiares, que Sandra tenía la imagen de una mujer dócil, “mujer pacífica”, una víctima vulnerable, contextura física pequeña: “daba la imagen de una víctima vulnerable que se encontraba sola”.

La fiscala refirió como elemento objetivo que “Canevari eligió a la víctima por su género. Asumió que en base a patrones socieoculturales sabe lo que se espera o cree saber lo que se espera por la reacción de una mujer en un ataque sorpresivo, entendió que por ser mujer era más fácil concretar su designio y eso es violencia de género”. Señaló además los contextos femicidas y el protocolo de la ONU adaptado por la UFEM. “Los contextos femicidas en donde se generan sufrimiento desmedido, demostrativa del autor del daño por el hecho de ser mujer. También hubo un aprovechamiento de la elección de la damnificada por ser más vulnerable. En estado de vulnerabilidad por las circunstancias fácticas en cómo se dieron los hechos”.

Poma reflejó la personalidad con rasgos narcisistas y psicopáticos, y la peligrosidad de quien consideran el único autor del femicidio: “Canevari todavía necesita mostrar una supuesta inocencia, tiene motivos para venir y dar una versión diferente y decir que fue obligado a participar”, sostuvo.

“Durante la investigación cuando ya se le había dictado el sobreseimiento por inimputabilidad, pidió declarar y dio una versión diferente del hecho. Tiene motivos para mentir”, referenció la representante del Ministerio.

Pacto patriarcal

Durante la declaración de los cuatros imputados tres manifestaron que conocieron al menor Canevari esa tarde al subirse a la camioneta y dos de ellos dijeron no conocer ni al menor ni a Hugo Carrizo, otro de los imputados y quien iba en el asiento del acompañante del vehículo- que se convertiría en el escenario de su inicial amistad, de la justificación – según la Fiscalía- de todo su accionar y del objeto material que después los mantendría a dos de ellos 15 años presos y a todos juntos detenidos acusados de partícipes secundarios material y penalmente responsables del delito de homicidio calificado por ser cometido con alevosía, criminis causae y por mediar violencia de género.

Durante sus declaraciones además se percibió que entre ellos se quitaron responsabilidades, omitieron información respecto a la actitud que cada uno tuvo esa tarde cuando todos presenciaron cuando Sandra era arrojada a un terreno descampado. Durante las audiencias además se desprendió que el menor Damián Caxal había pedido que todos mantengan silencio frente a lo ocurrido.

Nos encontramos una vez más en esta Salta patriarcal frente a un femicidio tapado por un pacto de hermandad entre hombres. Las especialistas señalan que el pacto patriarcal es una complicidad histórica entre los hombres para mantener sus privilegios. Dejar de justificar la violencia que ejerce un hombre sobre una o varias mujeres y que otro hombre pueda denunciar a otro cuando se ejerce agresión de género es uno de los pilares fundamentales para que se pueda romper este pacto.

Más allá de la camaradería o hermandad masculina, el pacto patriarcal fomenta conductas de poder, abuso y violencia de los hombres hacia las mujeres. Existen pactos tácitos e implícitos que ayudan a mantener los privilegios y ventajas para unos y se muestran en contra de cualquier acción que pueda generar algún cambio. Y se da la solidaridad, justificación y encubrimiento de los actos del propio género que afecten al contrario. Así, pues, en este pacto se conjugan la indiferencia al saber que algo está mal, pero no se denuncia y una complicidad misógina.

Según la Fiscalía el menor de 15 años mató a Sandra solo y los demás imputados aportaron seguridad al hecho delictivo, se complotaron para que el plan femicida se concrete y además “gozaron de la camioneta”.

 

¿Qué papel juega la sociedad en perpetuar esta violencia hacia las mujeres?

La antropóloga mexicana Marcela Lagarde al analizar los casos de feminicidios señala que la brutalidad y ensañamiento en casos de feminicidio representan “una violencia ejemplar, no solo a las víctimas sino a todas nosotras. Para que todas las mujeres sepamos que por ser mujeres si nos movemos raro, mal, a destiempo o hacemos cualquier cosa que el orden social no apruebe, podemos ser víctimas de violencia”.

Asegura que los feminicidas reciben reconocimiento social. “El feminicidio sucede siempre y cuando haya un nicho de tolerancia social a la violencia y a la cosificación de mujeres, niñas y adolescentes. La violencia feminicida es un conjunto de rasgos que si se suman conducen al feminicidio. Es el nicho social de aprobación machista y misógina de conculcar derechos humanos, políticos, civiles, económicos, sexuales y laborales de las mujeres”.

Los jueces de la Sala IV del Tribunal de Juicio condenaron a Ian Esteban Caro y a Ricardo Nahuel Bonifacio González a la pena de quince años de prisión.

Damián Caxal y Hugo Carrizo fueron declarados partícipes secundarios material y penalmente responsables del delito de homicidio calificado por ser cometido con alevosía, criminis causae y por mediar violencia de género y un Juzgado de Menores en Conflicto con la Ley Penal interviniente deberá decidir sobre ellos.

Finalmente, los jueces dispusieron que, ante la posible intervención en el hecho de persona o personas aún no identificadas, una vez leídos los fundamentos, se restituya el legajo original a la fiscalía penal interviniente para que realice copias certificadas y las remita al tribunal en el término de 72 horas. De modo tal que, con los originales, el representante del órgano acusador prosiga con la investigación pertinente.

La audiencia se realizó con tribunal colegiado integrado por los jueces Norma Beatriz Vera (presidenta), Roberto Lezcano y Maximiliano Troyano (vocales).

Por el Ministerio Público intervinieron los fiscales Mónica Poma y Pablo Rivero. La querella estuvo representada por Gabriela Arellano y Javier Latorre. La defensa de los acusados estuvo en manos de Florencia Maggio y Orfeo Maggio (Ian Esteban Caro), Américo Dante Díaz (Ricardo Nahuel Bonifacio), José Alejandro Ortín Fernández (Damían Caxal.) y Daniel Arnedo y José Ricardo Belbruno (Hector Carrizo).