Durante la quinta jornada de juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino declaró el joven Juan Bo quién ayudó a realizar las denuncias canónicas y judiciales. También testificó el padre de un denunciante. Por Andrea Sztychmasjter.

El Juez Faustino Lezcano se mostró inquieto al realizar preguntas ante los testigos presentes durante la quinta jornada de juicio contra el religioso. No es la primera vez que lo hace, en audiencias anteriores el mismo magistrado llegó incluso a levantar la voz y a mostrarse movilizado ante ciertas apreciaciones de testigos.

Durante la fecha declaró Juan Bo, ex integrante de la “Comunidad” desde 2009 hasta 2015 y quien ayudó a uno de los denunciantes. El joven que se mostró con gran capacidad para recordar lo sucedido, al tiempo que fue bastante preciso sobre los aspectos que verbalizó, señaló que realizó sus denuncias eclesiásticas en 2015, ante quien en ese momento era el comisario enviado de Roma para investigar lo que sucedía en la congregación de Rosa Torino, el actual obispo emérito de la Diócesis de Quilmes de 85 años de edad, Luis Teodorico Stöckler.

Describió que entregó su denuncia en la anunciatura en abril de 2015. “Stockler era la persona con la que se tenía que hablar”.  Respecto al rol que cumplió Stockler, mencionó que fue el primer comisario pontificio enviado desde la santa sede. Al finalizar su relato el joven denunció que “Las autoridades eclesiales tienen mucha información”.

Un joven que sí los contuvo

Bo señaló que Jair lo fue a ver a Buenos Aires y allí pudo contarle todo lo que le había pasado. (Esto sucedió cuando el joven denunciante ya se había escapado de la comunidad). “Yo estaba con el tema de las denuncias eclesiales y le dije tenés que hacer la denuncia para que le saquen el sacerdocio”.

El joven de profesión psicólogo mencionó que después se fue a Australia y señaló que su joven compañero le dijo “Juan yo quiero hacer una denuncia de verdad. Me dice voy a ir a Ciudad Judicial de Salta, ahí empezó todo, después se sumaron Valeria y Jony”.

“Me contó un abuso que sucedió en el sur. Después que el padre Rosa lo incitó a revisarle las partes íntimas”, reseñó.

Respecto a si conocía a la otra denunciante, Juan Bo describió “Valeria era muy carismática y una hermana muy querida. Se de Valeria que me relató un maltrato que recibió de Rosas. Cuando Valeria le fue a avisar a Rosas que había hermanos que habían hablado de abusos ella empezó también a ser maltratada”, describió.

También retrató que “Siempre la tenían aparte, había una especie de misticismo. No se podía llegar. En eso siempre había como una tensión. Empiezan a decir que estaba loca, la habían mandado a España. Era separada, después la mandaban a otro pueblo. Nosotros vivíamos de una forma, Rosa de otra”, evidenció el testigo.

Al ser consultado sobre la casa y el lugar donde habitaba el sacerdote, Bo describió que solo unos pocos tenían acceso al lugar donde el cura estaba “Siempre había un problema, siempre era todo muy caótico y la sensación de que algo se está ocultando. El que tenía llegada se sentía un privilegiado”.

Al describir aspectos y actitudes que hacían a la imagen de Rosa Torino, el declarante señaló que todos en la congregación creían en él: “El hacía de médico, de arquitecto, él sabía de todo”, refirió. Asimismo retrató una situación vivida con el sacerdote cuando tuvieron un accidente automovilístico en donde hubo un herido “el me mira y me dice un día vas a entender son cosas de dios, ‘podes decir que manejabas vos yo me tengo que ir al aeropuerto’, después me quedé con la culpa. Cuando volvió le dije ‘Padre no me llamó en 20 días’, me dijo ‘vos no me vas a venir a decir nada’ y  me maltrató durante media hora”.

El ex integrante relató que un día se escapó de la congregación, según refirió el cura le dijo “Sos Pedro o Judas, elegí. Te quiero ya en media hora y yo volví, no tuve las fuerzas de no volver. Así un montón de hermanos se escaparon. Era muy difícil de enfrentar y decirle al padre me quiero ir. Si sos débil o te ayudaron en muchas cosas, había muchas cosas desde donde manipular”, sostuvo.

Al ser consultado por la jueza sobre cuál era el “ideario de la congregación”, respondió que “ser santo, imitar a Jesús, vivir en comunidad, hacíamos voto de pobreza, castidad. En lo teórico era muy hermoso”, manifestó. Aunque reseñó que un momento fue amenazado por Rosa Torino con ir a la clausura, “que era como la muerte”, dijo.

“Por favor que pida perdón y que me mire la cara”

Otros de los declarantes de la jornada fue David Vurkovich, padre de Yair.  Antes de comenzar su relato en el que se lo vio muy emocionado describió que pese a que no tenía enemigos el cura Rosa era hoy su “enemigo de toda mi familia y de la integridad de mi hijo”.

“Mi hijo estuvo muy presionado, escribía cartas para mí, presionado totalmente”, describió-. Sobre las acusaciones que pesan sobre el sacerdote señaló que empezó a verlo mal a su hijo y no podía entender porque puesto que la Congregación era muy bien vista

Sobre los abusos en sí, el señor refirió que su hijo le pudo contar tiempo después los abusos que había sufrido y dio detalles sobre las “revisaciones” que el religioso le realizaba “Un padre no hace eso, yo no lo haría ni loco”, mencionó.

Después relató que Yair, su hijo le dejó un libro con todos los escritos en el taller donde el trabajaba “Empiezo a leer y empiezan a caerme las lágrimas. Quiso suicidarse, subirse al campanario, quiso colgarse en la cuerda. Lo volvió loco. A todos los niños a la mayoría los maltrató, el autoritarismo, peor que los nazis. Soy amigo de los sacerdotes, de los obispos. Yo amo mi casa pero está infectada por personas que necesitan sanarse, por favor que pida perdón y que me mire la cara”, dijo el padre del denunciante entre un angustiante llanto.

Mientras el señor relataba que la Iglesia y casa del cura era “un prostíbulo homosexual” fue interrumpido por el juez y presidente del Tribunal deslizando que acotara sus comentarios: “La ley nos obliga a definir los hechos terrenales que ocurrieron aquí”, le señaló. “Las conclusiones o ideaciones no son útiles”, le refirió el juez Troyan