En la segunda audiencia por el juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino, profesionales de la psicología brindaron detalles de los informes realizados a los tres denunciantes, quienes tuvieron intenciones de suicidarse por todo lo que vivieron dentro de la Congregación. Por Andrea Sztychmasjter

En el segundo día del juicio que se lleva adelante contra el sacerdote, fundador del Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, se escuchó la declaración de Natalia Colombo, Laura Figueroa, Víctor Paz, Carolina Cornejo y Luciana Herrando, todxs ellxs peritos, profesionales que realizaron los informes psicológicos de lxs tres denunciantes del cura Rosa Torino.

Fue el licenciado Víctor Paz, trabajador del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF), quien brindó detalles de las entrevistas semiestructuradas y conclusiones efectuadas de la ex monja y una de las sobrevivientes, Valeria Zarza. La mujer vivenció no solo los maltratos de religiosos y “creyentes”, personas de “profunda fe” sino del propio sistema judicial y de personas que deben ajusticiar, ya que después de denunciar a Rosa Torino, le realizaron una contradenuncia y fue llevada a juicio, incluso antes que el propio cura. Durante el proceso judicial contra Zarza, realizado en 2019, tanto el fiscal como el juez no encontraron pruebas contra la mujer y quedó absuelta de la acusación de abuso sexual que le hizo una joven vinculada al cura Agustín Rosa Torino.

En la segunda audiencia de juicio el profesional Paz mencionó las diferentes técnicas y tests empleados para posteriormente concluir aspectos de la personalidad de Zarza, así como especificaciones sobre los relatos de los abusos sufridos dentro de la Institución católica.

Según lo referido por el profesional, la religiosa fue invitada a entrar a la congregación después de participar en un grupo de oración al que asistía en Buenos Aires. Al entrar pudo armar un proyecto de vida que giraba enteramente alrededor de los votos de obediencia y castidad que había efectuado. Sin embargo, posteriormente pudo detectar serias «injusticias” que ocurrían dentro de la institución.

El psicólogo refirió que tal como lo denunció Zarza “la pasó muy mal” dentro de la congregación y tuvo intenciones de quitarse la vida. Describió que la mujer después de denunciar los destratos y abusos fue castigada a través de diferentes estrategias. Una de ellas era la prohibición de realizar actividades; otra, el aislamiento casi completo y la incomunicación.

Luego de los abusos recibidos, Zarza decidió irse de la congregación y al anunciar esto decidieron enviarla con una de las psicólogas cercanas al sacerdote, ella a su vez la derivó con un médico clínico, que era su cuñado. Este profesional le recetó sertralina y clonazepam.

La mujer que el psicólogo describió como poseedora de “mucha potencialidad” denunció en diversos medios de comunicación los manejos oscuros del “curita”, los abusos y las injusticias sufridas de su vida como religiosa durante 18 años. Recurrió a los medios cansada de la indiferencia de la justicia salteña, la misma que la sentó en el banquillo de acusadxs, y cansada de la impunidad que reina en la provincia cuando son los hombres católicos los acusados.

En diferentes oportunidades Zarza contó que pasó hambre, soledad y desolación y que el castigo que le daban apuntaba a que se volviera loca y sea tratada como tal.

Logoterapia vs lacanismo

Durante la jornada hubo contradicciones entre los informes realizados por dos de las psicólogas que analizaron a uno de los denunciantes. Se trata de la psicóloga del CIF Carolina Cornejo y Luciana Herrando, presentada por la defensa del cura Rosa.

La primera descartó que el denunciante tenga signos patológicos de confabulaciones y mendacidad. Consignó que el joven posee una personalidad frágil, vulnerable y dependiente. También confirmó que presentó indicadores compatibles con abuso sexual y resaltó que intentó quitarse la vida en tres oportunidades. Refirió que durante las entrevistas, detectó que posee sentimientos de sometimiento y temor con personas mayores y que tiene mucha fragilidad psíquica.

Al ser consultada por uno de los abogados defensores sobre las situaciones de abuso, la profesional fue categórica al señalar que el joven manifestó haber sido dañado, invadido, atropellado y muy herido.

En tanto que la licenciada Herrando manifestó lo opuesto y refirió que el joven tenía “rasgos perversos”, entre otras psicopatologías tales como neurosis, psicosis y psicopatía. Durante su testimonio la profesional realizó muchos silencios prolongados ante las consultadas o repreguntas por parte de las partes y del tribunal. Además se mostró tensa al referir los informes expuestos. Uno de los jueces le espetó: “hay una gran discrepancia  entre lo que informa ud y la licenciada Cornejo”. La profesional refirió que su corriente teoría es la logoterapia, término que acuñó el reconocido neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, para definir su propia teoría y método terapéutico que creó luego de sobrevivir a los campos de concentración nazi.

Esta corriente, refirió la psicóloga, le permite realizar un análisis existencialista y más espiritual. Durante su exposición fue consultada por la jueza Norma Vera de si era posible que un mismo diagnóstico realizado desde dos corrientes filosóficas distintas detecte una misma conclusión. A lo que la profesional respondió que es probable que se obtengan resultados diversos.

El juicio está a cargo de los jueces de la Sala IV: Maximiliano Troyano (presidente), Norma Beatriz Vera y Roberto Faustino Lezcano (vocales). El exsacerdote Rubén Agustín Rosa Torino está imputado por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante por la duración y por ser ministro de culto reconocido, en perjuicio de dos víctimas, y abuso sexual simple agravado por ser el autor ministro de culto en perjuicio de una tercera víctima.