Después de pasar por la Diplomatura en Escritura Creativa, el escritor cuenta cómo se construye un escritor y las ventajas de poder realizar este estudio.
Así como «raro» suele ser el adjetivo más preciso para describir sus libros, un adjetivo que viene bien para acercarse a esta autor es «inquieto»: se capacitó en crítica de cine, es especialista en periodismo de Moda, es poeta, escribió crónicas de viaje, que también tienen mucho de álbum fotográfico) y acaba de pasar por la Diplomatura en Escritura Creativa, maestría dictada a través de la Universidad de Tres de Febrero (Untref)para escritores que no residen en el Área Metropolitada de Buenos Aires.
Este último motivo fue el disparador para dialogar con Juan Páez.
¿Se puede enseñar y aprender a escribir?
En un sentido estricto, sí. Porque la escritura no constituye una capacidad innata del ser humano. Como se trata de una invención, es una competencia que puede adquirirse. Ahora bien, enseñar y aprender a escribir literatura, no lo sé, porque es como preguntarse si uno puede aprender o enseñar a vivir. En mi caso llegué a la escritura literaria así, viviendo. Soy un chico al que le pasaron muchas cosas en muy poco tiempo. Entonces todo lo que acontece en mi vida, de una u otra forma, termina en la escritura.
Vos ya tenías varios libros publicados antes de pisar esta diplomatura, ¿por qué te inscribiste, qué buscabas y qué encontraste?
Supongo que, como siempre, buscaba algo diferente a lo que venía haciendo. Antes de presentarme a la convocatoria pensé en dos cuestiones: la primera estuvo vinculada con el contexto generado por la pandemia. Cuando se abrieron las inscripciones, en Formosa estábamos en fase 1. Como salir de la provincia resultaba complejo y, a nivel nacional, tampoco el panorama era muy optimista, decidí asumir este compromiso que implicaba un año de formación. La segunda cuestión fue que, al tratarse de la primera cohorte, había algo del orden de lo inaugural que me sedujo demasiado. El día que recibí la noticia de la admisión, me puse muy contento.
Pude viajar el año completo por todo el país sin tener que moverme de casa. Además, los tres seminarios (poesía, ficción y no ficción), me permitieron retomar esos proyectos que habían quedado olvidados en algunas carpetas de la notebook.
Pensás que la proliferación de cursos de escritura creativa en las universidades de Estados Unidos tiene algo que ver con la preponderancia que adquirió esa literatura en las últimas décadas?
En 1936, la Universidad de Iowa brindó el primer curso de posgrado para escritores. Esto permitió que numerosas generaciones de autores pudieran tomar clases con personalidades destacadas del ámbito de la literatura y nutrir sus escrituras. Desde entonces casi todas las universidades norteamericanas cuentan con un programa de escritura creativa.
María Negroni, después de vivir casi 20 años en Estados Unidos, regresó a la Argentina para crear y dirigir la primera Maestría en Escritura Creativa que se imparte en la UNTREF. La Diplomatura, que cuenta con la colaboración de la Fundación Medifé, surgió en el marco de la Maestría, también bajo la dirección de Negroni, con el objetivo de brindar a quienes escribimos fuera del AMBA un espacio de reflexión sostenido.
Es curioso porque ahora que lo pienso, en nuestro país la escritura creativa comienza a trazar su propia tradición. Una tradición que, por otro lado, encuentra sus antecedentes en los talleres o clínicas que antes tomabas –y esto sigue vigente– con un escritor o escritora en particular.
Este año, con modalidad virtual, por primera vez esta diplomatura fue una posibilidad para escritores del AMBA. ¿Hubo muchos?
Sí, y de numerosas provincias! Santa Fe, Córdoba, La Pampa, Río Negro, Chaco, Tucumán, entre otras. En este sentido, el diplomado me permitió tomar contacto no solo con herramientas y contenidos, sino también con hacedores y hacedoras de diversos puntos del país.
Antes de la pandemia, tuve el privilegio de viajar por casi toda la Argentina. Con esta propuesta volví a experimentar esa polifonía tonal. Me siento muy motivado porque aprendí tanto de lxs profes como de mis compañerxs.
En Salta hay muchos que todavía creen en las musas y descreen de la formación del escritor. ¿Qué les dirías a ellos?
En Salta y en tantos lados más. En el mundo académico, por ejemplo, muchos piensan que las musas están solo para los y las escritoras. Pero no es así, porque la escritura, sin importar la finalidad que persiga, siempre te pone en relación con el deseo, los procesos, las frustraciones y las obsesiones.
Moria Casán diría: “Yo no le doy consejos ni a mi hija” pero si pueden cursar el diplomado, háganlo. A mí me encantó vivir y transitar la experiencia. Para cerrar, quiero recuperar las palabras que Angélica Gorodischer me regaló en una entrevista: “Cuando una trabaja y trabaja y trabaja, todo llega, hasta las Musas”. Coincido con ella, porque para mí la escritura es eso: trabajo y formación, las dos caras de la misma página.
Fotografía: Roxana Cortenova