Un hombre abusó de una niña de once años. Cuando fue detenido aseguró que lo hacía porque la madre de la víctima le debía 400 pesos. Ocurrió en el Paraje Yariguarenda, al norte de Tartagal.

Un caso más de abuso ocurrió en nuestra provincia, esta vez con una vuelta extraña en su contexto. Un hombre de 78 años sometió sexualmente a una niña de once, hija de una mujer que, según aseguró el abusador, le debía 400 pesos.

Todo ocurrió en el Paraje Yariguarenda, ubicado a quince kilómetros de Tartagal. Tras la denuncia realizada por la madre de la niña, el hombre fue detenido y argumentó que abusaba de la menor para cobrar la deuda que había contraído la mujer con él.

Según informó El Tribuno, la mujer en su denuncia formalizada en la comisaría 42 de la ciudad norteña explicó con lujo de detalles lo que había sucedido, luego de que su hija le contara de qué manera se había producido el ataque sexual por parte del pervertido vecino. Según la denunciante, el individuo mantenía amenazada a la niña para que no contara lo que hacía con ella.

Cuando la mujer se dirigió al domicilio del sujeto para recriminarle el aberrante hecho, el hombre no solo reconoció el abuso sexual contra la menor, sino que le manifestó que «era la única manera de cobrarme la plata que me debía». Cuando le advirtió que lo denunciaría, el acusado salió tranquilamente a barrer el patio de su casa y le respondió en estos términos: «Hacé lo que quieras, porque no voy a ir preso por mi edad». La mujer señaló que en ese momento sintió una tremenda impotencia, pero con el apoyo de familiares y vecinos sacó fuerzas para denunciar al anciano.

La chiquita fue derivada al hospital Juan Domingo Perón, en tanto el septuagenario quedó detenido en la comisaría de Tartagal, a disposición de la Justicia Penal. El juez de la causa está a espera de los informes médicos para determinar el grado de abuso. Trascendió antes de ser revisada por el médico legal que, la menor le confesó a su madre que desde hacía tiempo el hombre la llevaba con engaño a su casa, donde la hacía desnudar y la sometía a manoseos en sus partes íntimas. Dijo que ante las amenazas de que si decía algo mataría a su madre, la niña soportaba en silencio las perversiones a las que el anciano la sometía, hasta que finalmente decidió contar el calvario que estaba sufriendo.