La mujer ya había denunciado al padre de sus hijas, él la seguía hostigando. No paró hasta que la mató, luego se quiso prender fuego.
Por Andrea Sztychmasjter
Mario Dardo Balverdi (49) tiene las marcas en su rostro y cuerpo. De profesión albañil hoy condenado a cadena perpetua por el femicidio de la madre de sus hijas después de asesinarla a puñaladas se prendió fuego, pero sobrevivió. Llevará las marcas de las violencias que el mismo imprimió contra su esposa, Graciela Flores de 44 años, cocinera y psicopedagoga.
Se conocieron porque eran vecinos del barrio. Su historia repite la de muchxs; ella se quedó embarazada a los 19 años, después tuvieron que casarse, después vinieron más hijas y la violencia siempre estuvo presente. Graciela tenía 10 hermanas, algunas se encontraron presentes cuando el juez Maximiliano Troyano, vocal de la Sala IV del Tribunal de Juicio, dictó la sentencia contra Balverdi.
Lxs tres hijxs que Balverdi y Flores tenían juntos no se hicieron presentes en el salón de grandes juicios. Solo declararon cuando tuvieron que contar las recurrentes violencias que su madre padecía en manos de su padre. Hoy ya no tienen contacto con él.
El juicio por el terrible femicidio ocurrido el 31 de diciembre de 2020, en plena avenida Jaime Durán de barrio Campo Castañares, frente a un predio deportivo ubicado a metros de la subcomisaría, no acaparó la atención de la prensa local. No de la misma manera en la que se cubren otros casos. “Los femicidios villeros no salen en los noticieros”, dijo María Inés, madre de Milagros Orieta, vecina de la Villa 21-24, víctima de femicidio. «Vine para visibilizar los femicidios villeros que no son televisados, que el mundo sepa que también suceden en nuestros barrios. Hay vecinas que son obligadas a convivir con sus agresores, y no son escuchadas por la Justicia», dijo en una marcha del 8 de marzo, Mariela Romero, del B° San Juan Bautista, Formosa.
Circulo de violencia
Durante los alegatos, la Fiscala de la Unidad de femicidios del Ministerio Público Fiscal, Mónica Poma, realizó un detalle pormenorizado del circulo de violencia en el que Graciela se encontraba. Relató que esto incluía agresiones verbales y físicas, amenazas, hostigamientos y amedrentamientos. Que Balverdi tenía una “celopatía” y que ya se habían presentado situaciones similares a la ocurrida el día que decidió terminar con la vida de su esposa.
Ese 31 de diciembre Graciela se encontraba realizando compras para preparar unos arrollados de pollo que vendía. Durante la mañana el hombre ya la había interceptado en la vía pública y según recordó la fiscala, quiso agarrarla y llevarla a unos departamentos cercanos, pero ella logró escaparse. Más tarde cuando Graciela se dirigía hacia su otro trabajo en el Hogar Niño Jesús dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, el hombre la tomó por la fuerza y con un arma blanca (cuchillo tipo sierrita) le provocó lesiones en distintas zonas del cuerpo como tórax, muslo, cabeza y cuello. La víctima fue asistida por profesionales, pero el 1 de enero de 2021 a la madrugada se produjo su deceso.
Respecto al círculo de violencia, la fiscala Poma resaltó dos momentos cruciales que marcarían el destino de la mujer que pidió ayuda y amparo a los dispositivos del Estado pero que no lograron salvarla. Graciela había realizado dos denuncias contra Balverdi a principios del mismo año que fue asesinada; una, ante personal policial de la comisaría de Castañares, otra en la Fiscalía de Violencia Familiar N°1. Recordó que desde el Área de victimología de la Fiscalía se realizó un informe en donde con detalle describían las violencias en los más de 25 años de relación matrimonial. Describió que desde que la mujer decidió separarse, el hombre aumentó su alcoholismo y realizaba ingresos violentos a su domicilio, la seguía, la controlaba, preguntaba qué hacía, con quien estaba.
Que Graciela bloqueaba su número de celular y él se las ingeniaba para volver a acosarla. Que cambiaba hasta tres veces por semana de número de teléfono para hostigarla, que le mandaba fotos de él colgándose, que le decía que se iba a matar si ella no seguía con la relación. El hombre no aceptaba el cese de la relación. La fiscala señaló que el hombre ya había premeditado sus acciones: “El plan original era matarla y después quitarse la vida. Lo explica las características de su personalidad”. Resaltó que de acuerdo a los informes psicológicos Valberdi posee componentes psiquiátricos peligrosos, bajo déficit a la frustración, actúa sin culpa, es narcisista, ve a las personas como meros objetos y tiene una relación conflictiva con la figura femenina.
La fiscala aseveró que no existen dudas que quería quitarle la vida a su esposa, los hechos previos dan cuenta de lo que quería hacer, de su acción inequívoca. Respecto a las puñaladas que le profirió, la representante del Ministerio Público señaló que “eligió lugares vitales, puñaladas en el pecho, corazón, quería matarla”.
Además de nombrar la diversa normativa nacional e internacional para prevenir y sancionar las violencias contra las mujeres, la fiscala reseñó que se trataba de una relación de sometimiento, de manipulación de poder, donde la mujer no puede decidir qué hacer con su vida.
Graciela ya madre, casada y cansada de no tener el apoyo marital para desarrollarse, decidió estudiar y logró recibirse.
En tanto, la defensora de víctimas de violencia familiar y de género, Liza Medrano, que actuó como querellante y representante de uno de los hijos de la mujer, se refirió a la declaración del femicida antes de la sentencia. En una breve intervención dijo sentirse arrepentido de lo hecho y pidió perdón. Además, se refirió a la desobediencia que el hombre realizó por las dos denuncias efectuadas en su contra, con prohibición de acercamiento que no cumplió.
Mientras que el abogado defensor de Balverdi, Carlos Genovese, solicitó 20 años de prisión y planteó un recurso de inconstitucionalidad de la perpetua, pero le fue rechazado. Según sus consideraciones, la cadena perpetua prevista para casos de femicidios es “excesiva” y le da al poder legislativo una escala sobre el poder judicial. Según manifestó el letrado “es contrario al principio de proporcionalidad y de coherencia, es rígida y no permite escalas, no sigue parámetros diferenciadores de hechos. Atenta contra la división de poderes, no le permite un límite de discrecionalidad”.
Asimismo, criticó que la pena contiene un “mandato de exceso”, “con un resultado binario, por sí o por no. Propio de las ciencias exactas, no humanísticas”. Además, describió que las penas perpetuas a femicidas “son muertes encubiertas y afecta contra el derecho a la sociabilización. La perpetua es discriminatoria.
La fiscala replicó sus argumentos diciendo que en el sentido doctrinario y jurisdiprudencial, la Corte de Justicia ya se ha expedido sobre el asuntó y recordó que no viola el principio de proporcionalidad, ni que prohíbe estas penas establecidas por ley. Y recordó que la pena perpetua puede tener un avance eventual y un manifiesto cambio que dependerá del tiempo transcurrido y la conducta y contexto del asesino.