Aunque ya existen antecedentes ejemplares de inclusión en el deporte con otras mujeres trans, la activista Victoria Liendro sigue sin poder federarse para jugar al hockey.  Cuando el juego se convierte en discriminación. (Andrea Sz)

“Dopping” y “Ventaja deportiva», fueron los argumentos que utilizó la Asociación de Hockey de Salta para negarle la inscripción a un equipo femenino y competir junto al Club San Francisco, a la activista trans Victoria Liendro. Ante las críticas, la Asociación respondió utilizando una circular de la Confederación Argentina de Hockey del año 2012.

En dicho documento se esgrime que las normas emitidas por la Federación Internacional de Hockey (2004) y el Comité Olímpico Internacional, establecen que el tema “implica un total enfoque médico y un tratamiento con investigación por parte de especialistas en género, que en este caso, no han sido realizados”. Y define que “basándose en esto, la FIH no está en posición de permitir que este jugador participe de la liga nacional oficial como una mujer”.

La disposición del Comité Olímpico Internacional del año 2004 de la que se valen, indica las condiciones que debe cumplir una persona que ha cambiado de sexo para las competiciones deportivas según la Comisión Médica del COI. Allí se establece que cuando el cambio de sexo se realice antes de la pubertad, sí será considerado, mientras que si el cambio de sexo se realiza después de la pubertad serán elegibles para la participación en las competiciones masculinas o femeninas, respectivamente, bajo las siguientes condiciones: “cambios anatómicos quirúrgicos que se han completado, incluyendo los cambios genitales externos y el reconocimiento legal de su sexo asignado ha sido conferida por las autoridades oficiales pertinentes, la terapia hormonal adecuadas para el sexo asignado se ha administrado de manera verificable y por un período de tiempo suficiente para reducir al mínimo las ventajas relacionadas con el género en competiciones deportivas”.

Sin embargo en una actualización de la Reunión de Consenso de la COI sobre “reasignación de sexo e hiperandrogenismo” de noviembre del año pasado, se consigna que ya no se obligará a las personas trans a operarse, porque entiende que esa es una violación de los derechos humanos.

Antecedentes

En el año 2013, en la ciudad de Rawson, Jessica Millaman, una mujer trans logró que la Asociación de Hockey del Valle, en el sur del país, la dejara jugar en el Torneo Clausura. Mientras que en Salta existe el caso de Agustina Solange Pérez, quien a través de un fallo del Tribunal de faltas de la Asociación Salteña de Básquet Femenino, logró que le reconocieran su derecho a jugar en el club de Villa San José.

Frente a estos antecedentes Victoria mencionó: “Ya no hay excusas para negar competir a una persona trans al hockey y en otro deporte. El Estado reconoce nuestra identidad mediante la ley N° 26.743, sancionada por todo el espectro político con representatividad en el Congreso Nacional, y ya no hay excusa al respecto, salvo que se quiera discriminar, como lo siento que se está haciendo en este caso, aunque está el antecedente de Agustina en el básquet, acá en Salta. Entonces yo me pregunto ¿Qué pasa con la dirigencia deportiva salteña para no contemplar esta realidad, en donde habrá, en un futuro no muy lejano personas trans queriendo practicar deportes en los clubes, y que no se les pueda dar una respuesta acorde a la legislación local? Son preguntas que sin dudas, con estos antecedentes que estamos generando, y algunas trabas que se suceden, surgen porque a veces sentimos que no hay voluntad de inclusión, y allí todos debemos trabajar para ese sentido”.

Pese a que la Ley de Identidad de Género ubicó a la Argentina como el primer país del mundo en materia de reconocimiento de la identidad autopercibida a las personas trans en el ámbito del deporte, en la mayoría de los casos, sigue habiendo expresiones en términos biologicistas y binarios que la alejan de la jurisprudencia nacional.

“En nuestra provincia recién a partir de un fallo, y de una larga lucha pudimos ver a mujeres manejando en el transporte público. Esto demuestra la fuerte brecha de desigualdad todavía existente por motivos de género. La sociedad sigue reproduciendo lo referente a aquello relacionado con la ‘masculinidad’ al ámbito público y la ‘femineidad’ a puertas para adentro”, reflexiona Victoria Liendro y enfatiza: “para el caso de las mujeres trans toda la situación se recrudece, somos mujeres que hemos trasgredido un orden y eso molesta. Las mujeres trans tenemos todas las de perder, pero a la luz de la realidad y los avances en reconocimientos de los derechos humanos de nuestro colectivo social en el mundo, como sociedad no podemos seguir permitiendo la humillación de ningún ciudadano y ciudadana, esto significaría seguir siendo una sociedad estancada  e inhumana.”

Frente a los argumentos empleados por la Asociación de Hockey de Salta para negarle jugar en el club San Francisco, Victoria comenta: “Yo no tendría por qué estar exponiendo todo lo referente a los tratamientos hormonales que una persona trans realiza, si así lo desea, para la construcción identitaria de los rasgos que se desea expresar, la ley no obliga a una persona trans a hacerse los tratamientos hormonales, es sola una decisión del paciente. Está en cada uno o una hacerlo, sólo basta con el reconocimiento de tu autopercepción, pero aclaro, yo actualmente, sí estoy haciendo el reemplazo hormonal, mediante un endocrinólogo, y así, bajar los niveles de testosterona, pero lo hago porque así lo he deseado. Por eso, vuelvo a insistir, el argumento de ventaja deportiva que aducen, queda totalmente obsoleto, y todas estas  miradas prejuiciosas basadas en el desconocimiento que se me dijeron, violentan la ley”.

Victoria comenta que se encuentra en pleno proceso de armado de una presentación judicial que revea su situación y reconocimiento de sus derechos. Además, también se refirió a la connotación simbólica que bordea esta problemática: “Históricamente estos tipos de deportes, (hockey, tenis, rugby, polo; golf, etc.), han sido reservados sólo para un determinado grupo social, son lugares de influencias en  determinadas sociedades. Por ello, ante estos casos como el mío, que una persona trans quiera irrumpir en esos lugares, es poner en riesgo de ruptura, determinada imagen, determinado símbolo. Un lugar que muchos no están dispuestos a ceder”.