Jorge, el papá del chiquito muerto en Colonia Santa Rosa, negó que su hijo estuviera desnutrido. La triste realidad en el norte de la patria y las muertes que pueden evitarse como la de Alan Misael.

Todavía quebrado por el dolor, el papá de Alan Misael, el niño muerto en Colonia Santa Rosa, habló y negó que su hijo estuviera desnutrido. “Hablo porque quiero hacer algunas aclaraciones de lo que se dice en los medios”, dijo Jorge Villena y aseguró “mi hijo pesaba 8 kilos 300 y medía 68,3 centímetros, eso nos dijo la gente de salud que lo veía y lo controlaba”.

“Yo tengo los papeles, por eso no quiero que digan que lo llevé al curandero o que era desnutrido, porque nosotros lo cuidábamos bien, le dábamos leche vital”, contó el papá a los periodistas Silvana Brezina y Agustín Romero.

A continuación, el desgarrador testimonio de Jorge publicado por Revista Norte.

“Estaba con diarrea, no mucha, cada dos horas hacía un poquito. Lo llevé el sábado al mediodía para que lo curen de susto. Nunca lo llevé a un curandero. El domingo a las 2 de la mañana lo llevamos a la guardia del hospital, ahí y le estaban por poner suero y no le encontraban la vena, por eso después le dieron suero con la mamadera. Nos lo dieron para que le demos suero con mi esposa. Estábamos mi esposa, el bebé y yo en una cama al lado de la guardia. Como una hora después noté que los dedos se le doblaban, le costaba respirar, no lloraba. Ahí me doy cuenta de que estaba mal, lo levanté de la cama y lo llevé a la sala de la guardia. Ahí le pusieron aire pero al ratito vi que mi hijo se cortó”.

“Después fuimos con la policía al hospital de Orán, esperamos como hasta las 5 de la tarde y vino el médico de la policía para la autopsia. Ahí me dijeron que si lo llevábamos antes lo hubieran abierto para ponerle igual el suero”.

Jorge es albañil y se gana la vida haciendo changas y vive con la mamá de Alan Misael, Claudia Gutiérrez. El único ingreso fijo de la familia proviene del Estado que les proporciona 2 Asignaciones Universal por Hijo. Viven en una casita de madera, chapas, y piso de tierra ubicada en un barrio que ya tiene 20 años y que cuenta con agua de red pero no con cloacas. Su realidad es la de miles en el norte de la patria.