Por Elvira Ameal Paredes

Ya nadie se acuerda que cuando contamos del uno al diez, los números que utilizamos se llaman arábigos y que los árabes los inventaron en base a símbolos. Por ejemplo, si utilizamos el número 743, que es el total de hojas que escribió el juez Julio Bavio en el procesamiento de algunos de los más modestos implicados en la causa de las facturas, es número y símbolo a la vez. Número porque empernó a muchos desconocidos, salvo Matías Huergo; símbolo por que dejó afuera a por lo menos ocho peso pesados que aparecen hasta el cansancio en las escuchas que durante dos años hizo la AFIP, entonces a cargo de Guillermo Oro junto con el fiscal Ricardo Toranzos.

Pero las omisiones de Bavio no son gratis, habiendo dictado un auto de procesamiento, cuando todavía la Corte Suprema no se expidió sobre si la causa debe dividirse entre la justicia federal y la provincial o, como pretenden los fiscales Amad y Villalba, solamente debiera continuar en la federal. Sucede que el juez Bavio sabe perfectamente, que ese “descuido” puede desencadenar en la nulidad de toda la causa y entonces… recordando el dicho popular, “se fueron todos felices comiendo perdices” y por aquí no pasó nada. Sería el momento preciso en el que los ex funcionarios municipales y de Aguas del Norte prenderían cohetes (aunque estén prohibidos) soltando al fin, la respiración.

Pero resulta que “Pancho”, “Goma”, “Pino”, “Sebas”, “Fede”, “Pablito” y otros más, no son los únicos histéricos con el asunto. El pequeño saltamontes Martín Grande, quien cada tanto se olvida que es diputado nacional y tiene obligación de denunciar los delitos que conoce o se entera, es otro que parece que asocia a Huergo con una compota de orejones, porque cada vez que se lo nombran, se le afloja el vientre. Sucede que además de la visita realizada el día de San Judas (cuando Huergo estaba preso) en la que entró como amigo y salió como enemigo apriete mediante al reo, Grande entabló una provechosa relación con el funcionario de la AFIP Guillermo Oro, quien le proporcionó datos sensibles y valiosos en plena campaña electoral del 2017.

Fue con esos datos que Grande busco a un conocido diputado “anónimo”, creyendo que de tan anónimo iba a ser “Anonymus” (el héroe de las redes que no puede ser identificado) y le presentaron una denuncia a Toranzos con todos los nombres de los posibles involucrados. Toranzos, hombre paciente si los hay, esperó justamente que la campaña se desatara en toda su furia para encumbrar al pequeño diputado nacional a la gobernación de Salta. Parece un cuento de ciencia ficción pero así nomás fue. Es sabido que este tipo de operaciones suelen dejar muchos heridos en el camino: uno de ellos fue el antecesor de Oro en la AFIP, Rafael Resnick Brenner, el mismo que había participado del armado del Affaire Ciccone y fue trasladado a Salta, donde protagonizó otro escándalo con Nicolás Fili.

Sucede que tanto Toranzos como Oro, le deben muchos favores a Resnick quien cuando salió en libertad condicional del penal de Marcos Paz, fue directamente al Juzgado Federal Nº 6 de Buenos Aires y los denunció a Toranzos, a Bavio, a Oro y a Grande implicándolos directamente en una red de espionaje y utilización de datos para demoler la candidatura de Gustavo Saenz, y para que Grande fuese gobernador.

Esta causa se encuentra en trámite, y se relaciona con el Macrigate, el espionaje que hasta hace dos días investigaba en Lomas de Zamora, el juez federal Federico Villena, convenientemente desplazado cuando María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta mandados a espiar por el propio Macri, se presentaron como querellantes. Vale recordar que el hombre de confianza de Vidal, era el salteño Federico Salvay, quien casualmente estaba enfrentado a muerte con el mentor de Martín Grande, el repugnante Marquitos Peña, a quien en Buenos Aires le dicen ”Prime” (el forro más efectivo). Marcos Peña tampoco quería que Sáenz fuese gobernador de Salta. En una reunión cuando ganó la intendencia, en la que participó Martín Grande, este le dijo a Sáenz delante de Peña, que jurase que no se aliaría con el peronismo para ser gobernador. Desde entonces, cada vez que pudo, Marquitos lo cruzó a Gustavo.

Sin dudas, esto se va a poner lindo, porque la carrera política 2021 se largó en forma anticipada por la pandemia y Grande quiere ser reelecto en el espacio de Gustavo Sáenz. Por ahora, la mesa chica del saencismo se pregunta sobre estas pretenciones, afirmando que el periodista y legislador está más sucio que una papa, se hace el puro y encima aprieta.

¿Qué pasará? Ya veremos la historia promete varios capítulos más en la serie de suspenso.