Anita Quinteros fue perseguida por su militancia feminista por el diputado Andrés Suriani que la denunció por “amenazas” en un meme. Una muestra más del aleccionamiento de la justicia salteña y el lobby cristiano. (Andrea Sztychmasjter)

El caso más reciente -y ocurrido en pleno aislamiento obligatorio por la pandemia del COVID19- de persecución contra una militante feminista salteña fue el de la presidenta del Foro de Mujeres por la igualdad de oportunidades, Irene Cari, a quien los efectores judiciales la violentaron durante largas horas, posterior a ser detenida. Antes, a principios del año pasado y en plena feria judicial, Anita Quinteros fue intimidada en la puerta de su domicilio por efectivos de la Brigada de Investigaciones. Era el inicio de una causa en su contra por supuestas “amenazas” hacia el diputado provincial y cara visible de los antiderechos, Andrés Suriani.

Anita de 28 años, madre y diseñadora, trabajadora y militante decidió hacer un meme como forma simbólica de repudiar los dichos de Suriani ante el caso de una niña abusada y embarazada a quien en Jujuy le impedían la realización de un aborto no punible. El legislador -que debe su caudal de votos al lobby católico- aseguraba que la niña de 12 años debía convertirse en madre, pasando por alto una legislación de 1921. Pero no solo eso, haciendo abuso de poder, denunció a una militante porque se sintió “amenazado” por un meme con su cara y le inició una causa judicial de la que después de varios meses, quedó sobreseída.

La “investigación” judicial y policial que se le inició a Anita al igual que a Irene representan antecedentes peligrosos para una provincia que dice combatir la violencia de género. Representan para el movimiento feminista de Salta la verdadera amenaza.

Persecución

“El meme se divulgó un viernes y el martes ya tenía a la Brigada de investigaciones en la puerta de mi casa, me subieron a la camioneta sin darme ningún tipo de información ni me avisaban si estaba detenida o no y no me dejaban hablar con abogadas”, señaló Anita a Cuarto poder.

Para Guadalupe, abogada de Anita y quien la acompañó desde un primer momento: “Lo que llama la atención es la selectividad del sistema judicial penal para elegir qué casos van a acelerar y cuáles no. Ella en menos de una semana estaba imputada con los dedos pintados por un meme insignificante que ellos consideraron una amenaza, ojalá se manejasen así  de rápido con todas las denuncias que se hacen de causas reales”, detalló la letrada.

Agregó que Anita fue sobreseída y la causa finalmente quedó archivada: “Se aplicó un criterio de oportunidad, porque en sí el hecho no tenía relevancia y no configuraba una amenaza real”.

Lo real también fue la persecución hacia Anita. Un “circo mediático” que armó el propio diputado provincial con más tiempo de aleccionar que cumplir con su “trabajo”.

Militancia y ciberfeminismo

 

 

Anita comentó que militaba desde que era chica en agrupaciones políticas: “cuando empecé la facultad y después a medida que se fue poniendo en la mesa el debate del aborto y derechos de las mujeres me empecé a interesar en esas ramas (…) y meterme en grupos de militancias feministas y sin bandera política. Si bien yo tenía compañeras de militancia de grupos políticos todavía no se militaba el feminismo”, señaló.

El caso ocurrido con la niña de Jujuy tuvo repercusión nacional y un repudio generalizado que fue expresado en carteles e imágenes varias. «Hay militantes ‘verdes’ que quieren que mate al bebé que nació. Yo no lo voy a hacer», sostuvo el mandatario de la provincia vecina, Gerardo Morales y uno de los responsables políticos que a una niña abusada le realicen una cesárea y la obliguen a parir. Suriani y Morales junto a grupos antiderechos fueron la muestra cabal de hasta dónde llega la miseria humana y posteriormente nombraron como “Esperanza” a la bebé que nació producto de la violación y que murió a los 4 días. Y le da miedo un meme.

“Nunca había pasado que alguien este imputada por un meme y la justicia como actuó rápidamente al ser él diputado”, describió Anita. “Suriani me parece una persona violenta, odia a las mujeres, a las feministas y a las disidencias, a mí me da asco ese señor. No respeta las identidades. Yo no me voy a arrepentir de lo que digo, desde que salió el meme hasta hoy me doy cuenta que es muy peligrosa esa persona. Una persona de la clase alta que está acomodado en la vida no puede sentir empatía por los otros”.

El ciberfeminismo es un término inspirado en el «Manifiesto Cyborg» de Donna Haraway (1984), teóricas lo definen como la cooperación entre mujeres, máquina y nueva tecnología, argumentando que, al haber siempre estado éstas en los puntos centrales de las redes comunicativas, las tecnologías son esencialmente femeninas. El simple hecho de utilizarlas, les otorga una gran posibilidad para transformar la sociedad. Así la tecnología (en este caso la digitalización) y la incursión de las mujeres en ella es liberadora (per se). A la par de la consolidación de esta militancia también aparecen machitrolls, ciberacosos y amenazas virtuales.

Anita que representa a una generación de “nuevas madres”, describe que los comentarios en redes sociales cuando se visualizan noticias sobre feminismo, o incluso sobre mujeres que están desaparecidas siguen mostrando la faceta más reaccionaria del sistema machista y agregó: “que los derechos trans y de las disidencias, para personas que no son lo que tienen que ser, están totalmente abandonadas por el Estado”.