La denuncia a la máxima autoridad de la iglesia salteña por parte de una carmelita descalza reflotó una feroz interna en el seno del catolicismo local. Los detalles de la agresión y el vínculo de las denunciantes con María Livia y La Virgen del Cerro.

Por: Nicolás Bignante

La semana más importante del calendario litúrgico cristiano arrancó con un inusitado escándalo clerical. Tal como reveló Cuarto Poder el pasado miércoles, en los despachos del juzgado N° 3 de Violencia Familiar y de Género reposa una grave denuncia contra la máxima autoridad de la iglesia salteña, Mario Antonio Cargnello.

Las denunciantes son nada menos que integrantes de la congregación «Carmelitas Descalzas», una orden caracterizada por su fuerte hermetismo y por el aislamiento que mantienen con el resto de la sociedad. No obstante, los enfrentamientos con el arzobispado de Salta no serían nada nuevos.

En el texto que hoy está en manos de la jueza María Carolina Cáceres Moreno se apunta que las víctimas fueron, en primera instancia, «una madre y una hermana de la institución», pero se añade que todas las integrantes de la congregación sufrieron hechos diversos de violencia. La misma fue tipificada en la denuncia como: de género, física, psicológica y económica.

La presentación se habría hecho a través de la Oficina de Violencia Familiar y de Género, lo cual sumó más hermetismo a la causa, dado que en esos casos recaen directamente en el juzgado. Fue el martes pasado, cuando la justicia tomó las primeras determinaciones en la causa y dictó medidas cautelares para el resguardo de 15 religiosas de la orden del convento.

La resolución del juzgado ordenó «Intimar a los denunciados a abstenerse de ejercer actos de violencia de todo tipo», como así también la «prohibición de acercamiento a menos de 300 mts del domicilio de las víctimas». A su vez, se ordenó la «custodia policial fija en la puerta del domicilio» que, en este caso, es el convento San Bernardo en calle Caseros 83. Durante la semana, este medio pudo constatar que las puertas del edificio histórico estuvieron custodiadas por efectivos de la Policía de la Provincia.

Finalmente, la resolución fijó audiencia con el denunciado para el martes 3 de mayo, fecha en la que deberá comparecer para dar su versión de los hechos. 

Los otros denunciados

Además del arzobispo, hay otros dos religiosos involucrados en la denuncia por violencia de género. Se trata de Lucio Ajalla y Martín de Elizalde. 

Lucio Ajalla

La denuncia que evalúa el juzgado de Violencia Familiar y de Género N° 3 resalta que: «una madre y una hermana de dicha institución (la congregación Carmelitas Descalzas) son víctimas de hechos de violencia de género, psicológica, física y económica por parte del arzobispo Mario Cargnello, del Monseñor Martin De Elizalde y de Lucio Ajalla, Sacerdote».

Lucio Ajalla es Vicario Cooperador de Catedral Basílica y entusiasta portavoz de las actividades en torno al Milagro y otras festividades. Cada año tiene una participación activa en el recibimiento de los peregrinos y en el diálogo con los medios de comunicación.

Martín de Elizalde nació el 23 de octubre de 1940 en Buenos Aires. Ingresó en el monasterio de “Santa María de Los Toldos” en 1960 donde realizó su Profesión monástica el 11 de febrero de 1961. Continuó sus estudios de filosofía en la Universidad católica de Chile y los teológicos en el Pontificio ateneo de “San Anselmo” de Roma.

Fue arzobispo de la localidad bonaerense de 9 de Julio hasta 2015, cuando fue reemplazado por Ariel Torrado Mosconi. Su acercamiento a la congregación de las carmelitas descalzas habría tenido lugar en el monasterio “San José” de Nueve de Julio.

Vínculos con el Vaticano

En 2014, cuando aún estaba a cargo del arzobispado de 9 de Julio, De Elizalde mantuvo una reunión con el Papa Francisco. Lo relató de la siguiente forma: «Tuve la oportunidad de saludar al Santo Padre Francisco en la Audiencia general del miércoles 19 de febrero pasado. Había sido invitado a participar con una relación en el Congreso Internacional Sacrosanctum Concilium”.

«El Papa se interesó por el estado de la diócesis, envió su bendición y su saludo afectuoso, pidiendo, como lo hace siempre, que rueguen por él», agregó.

Los detalles de la agresión

Cuarto Poder dialogó con personas cercanas a las víctimas y pudo reconstruir los hechos que derivaron en la denuncia a la máxima autoridad eclesiástica de la provincia de Salta.

Si bien la presentación judicial se realizó a principios de esta semana, parte de los hechos denunciados tuvieron lugar en 2020 y habrían quedado registrados en el celular de una de las denunciantes. En agosto de ese año, cuando la pandemia apenas se había cobrado unas pocas víctimas fatales en Salta y la primera ola era incipiente, una de las religiosas falleció dentro del convento. 

El hermetismo propio de la congregación contribuyó a que el caso no saliera a la luz. Si bien no se llegó a confirmar que el deceso haya sido producto del Covid-19, los protocolos, por entonces, eran fuertemente rigurosos. Tal es así que, por recomendación del COE, el velatorio tuvo que realizarse a cajón cerrado. 

En los días previos, un grupo de albañiles había ingresado al convento para realizar tareas de mantenimiento del edificio, que data de comienzos del S. XVII y tiene serios problemas de conservación. El hecho desató el enojo del arzobispo que vio en la visita externa una doble infracción: a los protocolos de Covid-19 y a los votos de clausura de las religiosas (sólo pueden recibir asistencia médica del exterior). 

“Demoníacas y traidoras”

Según los allegados a las víctimas, que prefieren preservar su identidad, allí habría comenzado la ira de Cargnello. En un tono amenazante les advirtió a las monjas que podrían ir a prisión por violar las normas sanitarias y luego se dirigió personalmente al convento para mantener una reunión con estas. Las carmelitas asumieron que sería un buen momento para poner sobre la mesa una serie de reclamos al arzobispado, puntualmente por el abandono económico a la congregación. Ambas partes acordaron juntarse en la recepción del edificio histórico de Caseros 83.

Al encuentro fueron el arzobispo Cargnello y el vicario de la catedral Lucio Ajalla. Antes de la conversa, la máxima autoridad de las carmelitas había solicitado a una de sus súbditas que filmara la reunión para tener constancia de lo charlado con el jefe de la iglesia. Y así lo hizo.

Según las fuentes a las que accedió este medio, a lo largo de la conversación se vivieron momentos de suma tensión en los que Cargnello no dudó en tildar a las religiosas de «demoníacas y traidoras» y en catalogar su accionar como «diabólico», pero lo peor estaba por venir. En determinado momento, Ajalla advierte que estaban siendo filmados y se abalanza sobre la mujer para arrebatarle el celular. El obispo no se queda atrás y empieza a los gritos reclamando por la actitud de las internas.

En medio de entredichos y forcejeos, la monja superior logra recuperar el aparato de manos de Ajalla. Fue entonces cuando, tanto Cargnello como el vicario de la catedral, ejercieron violencia física contra la líder de la congregación, golpeándola en los brazos y arrebatándole la cámara para luego retirarse del lugar. 

La trama interna

Es por todos conocida la interna en la iglesia salteña en relación al fenómeno de la Virgen del Cerro y su reconocimiento oficial. Es sabido también que, posiblemente, se trate de una disputa tanto más política que religiosa. Como sea, el cortocircuito entre la congregación y el arzobispado habría tenido lugar mucho antes de la agresión y habría estado relacionado al vínculo entre las Carmelitas y María Livia Galliano de Obeid.

En la denuncia presentada por las religiosas aparece la figura de «violencia económica», entendida como una conducta abusiva ejercida sobre una persona que le produce intencionalmente daño o dependencia financiera. La relación económica entre las carmelitas y el arzobispado no distaba mucho de esa definición. En ese contexto, una de las que contribuyó económicamente con el convento (se dice que visitaba asiduamente el edificio) fue precisamente la líder del emprendimiento turístico conocido como Virgen del Cerro.

Eso explicaría la adquisición de fondos para los arreglos internos del convento, como así también la furia del arzobispo Cargnello, que llegó a caracterizar de «demoníaco» el accionar de las carmelitas.