Las causas por violencia familiar judicializadas durante enero fueron casi mil, una cifra que muestra un incremento con respecto a igual periodo del año pasado. Salta sigue sin poder bajar esos índices y la cantidad de femicidios a nivel país. (Garrik)

Según el relevamiento periódico realizado por la Suprema Corte de Justicia de Salta, en el primer mes de 2016, ingresaron 962 causas por hechos de violencia doméstica. Si la comparación se realiza interanual, este año hubo 27 causas más con respecto al mismo mes del año pasado.

Desde que comenzó el relevamiento en el año 2006, los expedientes nuevos ingresados al Poder Judicial por hechos de violencia doméstica suman 119.230. Mientras que el total de expedientes ingresados en 2015 fue de 11.068.

Recordemos que los juzgados que atienden las causas de violencia familiar son cinco desde que la Ley 7.857 creara cinco tribunales de Violencia Familiar y de Género distribuidos dos en el Distrito Judicial Centro, uno en Orán, otro en Tartagal y el último en San José de Metán.

Femicidios

Las denuncias de violencia en el ámbito doméstico crecen, y los femicidios, que son la manifestación más extrema de violencia, también. Desde hace un tiempo a esta parte los números muestran un caso por día de mujeres muertas por razón de su género en el país, frecuentemente en manos de su pareja o ex pareja. También los denominados “feminicidios vinculados” que son los asesinatos cometidos contra terceras personas (en general niños) para dañar “indirectamente” a la mujer.

Un grave problema en Argentina es, además, la ausencia de estadísticas oficiales sobre femicidios. La construcción de los mismos es realizada por la organización civil La Casa del Encuentro, que cuenta con un observatorio que recopila de diferentes agencias de noticias y diarios los casos sobre femicidio.

El Observatorio, lleva adelante el registro de los casos publicados en las agencias informativas y en 120 diarios del país desde el año 2008. Contabiliza los casos de muertes de mujeres por razón de género, es decir, casos que no tienen que ver con robos, secuestros u otras situaciones de la llamada “inseguridad” urbana.

La ONG manifestó que desde 2008 hasta 2014 unas 1.808 mujeres fueron asesinadas, a pesar de que en nuestro país rige desde hace seis años la ley 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales.

La entidad reclamó la sanción de una ley que quite automáticamente la patria potestad a los femicidas, que se garantice el patrocinio jurídico gratuito especializado en el fuero penal y civil para víctimas y la urgente implementación de un plan nacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres, como está previsto en la Ley 26.485, sancionada en 2009.

Según los últimos datos disponibles del organismo, hasta el mes de octubre de 2015, la cantidad de femicidios ocurridos en el país fueron un total de 233, ubicando a Salta como la cuarta provincia con más mujeres asesinadas por motivos de género, con 14 muertes, precedida solo por la provincia de Buenos Aires, con 91 casos, Santa Fe y Córdoba con 16 y 15 respectivamente. En los últimos lugares se ubicaron Tierra del Fuego, La Pampa, La Rioja y Catamarca con un solo caso.

El problema

La violencia hacia las mujeres se basa en una relación desigual de poder, y se magnifica cuando se desarrolla en lo que conocemos como patriarcado, que es el sistema social de valores, creencias y costumbres en el que el hombre subordina a la mujer. En este sistema las relaciones de género son jerárquicas y desiguales, y es el que, lamentablemente, impera en nuestra región.

La agresión puede ser ejercida física, psicológica, sexual, económica y hasta simbólicamente. Este tipo de violencia la perpetra el grupo social dominante sobre el dominado sin hacer uso de la fuerza física, para imponer determinados valores, idiosincrasias y así condicionar las relaciones sociales. El grupo dominado usualmente desconoce o consiente esta imposición, por esto se dice que es la más peligrosa, ya que no siempre se percibe.

Este tipo de violencia se disemina como un virus, que si no es atacado a tiempo infecta a toda la sociedad y aparece en todos los ámbitos de nuestras vidas: en la escuela, en la familia, en el trabajo, etc. Y una de sus “vías de transmisión” más eficaces es la propaganda y los mensajes que se difunden en los medios masivos de comunicación, principalmente los audiovisuales.

A través de estos mensajes se suele difamar, injuriar, discriminar, humillar, y hasta promover, directa o indirectamente, la explotación de las mujeres, atentado contra la dignidad de las mismas. En todos estos casos se empieza a legitimar y a construir patrones socioculturales reproductores de la desigualdad lo que deriva en un ejercicio de poder agresivo hacia ellas.

Lo realmente paradójico es que las mujeres en los últimos años ganaron, al menos desde lo formal, infinidad de derechos, cuentan con abundante normativa nacional e internacional que tipifica y sanciona todos los tipos de violencia y discriminación hacia ellas. Tienen hasta una nueva definición y agravante del tipo básico del delito de homicidio cuando se atenta contra su vida, como lo es el feminicidio, incluso han logrado la igualdad jurídica en terrenos antes impensados, por no decir que hasta ortográficamente las palabras deben ser escritas en ambos géneros. Y sin embargo la agresividad hacia ellas cada vez es mayor.

La emergencia en materia de género no será suficiente si proviene solo desde el Estado, en realidad el Estado nunca resolverá la violencia por más declaraciones de emergencia y organismos burocráticos cree. Ante todo, la emergencia debería ser “declarada” primeramente en la sociedad misma, empezando por nosotros mismos, observándonos si hay violencia en nosotros y de qué manera la ejercemos.