Si habría que ponerle un título a la semana judicial y policial que pasó, tendría que llamarse: Malas Noticias. Pero empecemos paso a paso, como Jack el destripador.
En primer lugar: la Corte. El insistente demonio urkupiñero Gonzalo Guzmán Coraita, logró que el juez de parque de diversiones Diego Rodríguez Pipino resuelva algo realmente insólito desde el punto de vista institucional: que la Corte se siente en el banquillo de un juez de primera instancia para que le diga al abogado con complejo de periodista, cuánto gana cada uno de los jueces. El fin es indiscutible desde el punto de vista republicano. Tanto han escondido, que ahora el juego de la escondida terminó dándole la cana a todos. Lo que correspondía, era que el planteo se lo haga a la misma Corte y si no informaba, marche un juicio político por acá. Nadie entiende por qué Catalano y compañía se niegan a informar. Y es que no se trata solamente de los sueldos. Creyeron que con dar a conocer los básicos cerraban el tema. Pero la cuestión son las declaraciones juradas y ahí, sí que comienzan los problemas.
Además de las vinculaciones subsistentes entre algunos jueces y algunos estudios jurídicos. Lo cual decantaría en otro problema. A esto, hay que agregar la indisimulable propiedad de parte de un medio, de otro juez con fama de malo pero que ahora, parece con vaselina líquida. Sumemos, la vinculación de dos juezas con la obra pública en sociedades de altísimos ingresos, e incompatibles con la función. Más los casi 100 palitos que parece no encontrar otro juez que que tenía encomendada la tarea de armar el expediente digital. Todo eso junto, forma un cóctel explosivo que suponemos, hará reflexionar al gobernador en sus renovados pactos de fidelidad en tiempos del Milagro salteño con aroma a alcohol en gel. Y es que hasta ahora, nadie se explica cuál era el motivo para ampliar una Corte que venía en caída libre, desde antes de que él asuma.
Otra mala noticia, fue la decisión de la Cámara Federal de Casación Penal con el tema conocido como el de las facturas truchas. Al punto que a uno de los principales involucrados le dicen “medialuna cruda”, porque lo sacaron antes del horno. Lo cierto es que si a media luna cruda lo llaman a declarar, tiembla la Corte y tiembla todo. A otro de los imputados que hasta ahora no fue convocado, le dicen coronavirus, porque contagió a todos, no se sabe de dónde vino, ni a cuántos puede matar si se “propaga”. Tema complicado si los hay.
Y a este recorrido de tren fantasma le agregamos otra cuestión. La viralización de lo que en su momento Cuarto Poder contó como “La Repartija”, y que motivó al senador Guillermo Durand Cornejo a pedir informes públicamente. Se trata de la escandalosa venta de más de 860 kilos de hojas de coca, que la Justicia Federal le entregó en forma gratuita al Ministro de Seguridad, Juan Manuel Pulleiro, para que reparta entre los pobres. Rápido como el correcaminos, el ministro negacionista le habría dado a su nene y a un sobrinito la tarea de que vendan hasta la última hoja. El tema es que los muchachos, son más torpes que oso polar en el Amazonas, y dejaron huellas hasta por donde no se ven.
Y como remate, contar que la decisión de no intervenir el municipio de Aguaray tiene dos lecturas. O se trata de un capricho provincial con conexiones locales, o hay un pedido nacional en ese sentido. La causa federal avanza con pasitos de no más de tres centímetros por zancada. Es decir, nada. La suma de la defraudación y la magnitud del choreo ya no se los puede tapar más.
Como en cambio sí tapó por ahora el fiscal Toranzos, la investigación local por los IFE que según los entendidos alcanza a Jujuy en una cantidad de involucrados que asusta. Mientras todo esto pasa, había que darle una mano al militante Marquitos Vera e incorporarlo a la CAP en el PJ, que es lo más parecido a una versión degenerada de la comparsa Los Tonkas, en un partido político que hasta hace unos años era invencible. Vera y Emiliano Estrado, perdón Estrada, son los aportes camporistas a una conducción tan variopinta, que en cualquier momento se les puede aparecer el cuco. ¿El cuco está? Dicen que por ahí pregunta, el Negro Corregidor.