Un empleado de la Secretaría de la Gobernación tenía la costumbre de estafar hoteles: se hospedaba, consumía de todo, y se iba sin pagar.

 Al gordito Carlos Arturo Vargas Krupelis lo tuvieron que echar por decreto: en el boletín de ayer el decreto 851/14 dictamina el despido, firmado por el mismo Secretario de la gobernación, Ramiro Simón Padrós.

El caso del estafador serial que le había hecho la guita a cinco hoteles de primera categoría trascendió días atrás, pero recién ayer se supo que el protagonista era un empleado público, vinculado además a una ex candidata a concejal.

 Hasta sitios oficialistas escracharon a Krupelis: Según los testigos del raid delictivo de Vargas Krupelis, muy bien vestido y solamente con equipaje de mano, el sujeto y según las denuncias radicadas en su contra, se presentaba como turista o empresario que venía a Salta por negocios, con lo cual explicaba sus pocas maletas.

 Citamos a El Acople Informativo:

Acto seguido, y para aparentar solvencia, solía dejar una tarjeta de crédito en garantía. Una vez instalado, Vargas Krupelis iba y venía, aunque no dejaba pasar ninguno de los servicios de lujo que tenía cada uno de los hoteles que visitó.

Uno de los que cayó en las redes del estafador fue que el Hotel Presidente, cuyo gerente, Rubén Enrique Farjat, en su denuncia radicada el 19 de marzo pasado en la Comisaría Primera, reveló que Vargas Krupelis le había dejado una cuenta impaga de ocho mil pesos.

 El huésped, quien aquí había asegurado ser mendocino, ingresó al hotel el 5 de marzo y ocupó la habitación 108 hasta el día 16 del mismo mes, tiempo en que gozó de los distintos servicios que posee el establecimiento, entre ellos piscina climatizada, baño sauna, solarium, confitería propia e Internet Wi-FI en todos los ambientes.

 Vargas Krupelis no escatimó en sus pedidos, pues también aprovechó el restaurante del hotel, donde tampoco se limitó en la elección de los platos.

 El día once de su estadía, el huésped abandonó el hotel y no regresó más. En el cuarto dejó su ropa, mientras que en la administración quedó su tarjeta de crédito del Banco Macro, con la cual Farjat intentó una y otra vez cobrarse los ocho mil pesos de la cuenta, pero no logró que le acreditasen ni un peso.