El desbarajuste de Apolinario Saravia tiene su génesis en 2009. Un informe de la auditoría explica cómo es que este municipio salteño de 8.595 habitantes inició su camino hacia el caos actual. (DOM)

El municipio de Apolinario Saravia tuvo otros nombres, antes de recibir el de un héroe marginal, un héroe negro con apellido Saravia y al que todos llamaban Chocolate. El Dorado fue uno de esos nombres, remitiendo, acaso, a una promesa de grandeza que nunca llegó. El Vizcacheral es otro, que de alguna manera se ajusta más a su realidad: vizcacheral da la idea de lugar improvisado para vivir por unos pocos y en cierto sentido Apolinario Saravia, con sus 8.595 habitantes es eso: un lugar donde se improvisa y se sobrevive. Un informe de la auditoría permite comprender las causas de esta situación.

Detalles

El informe tuvo como objeto la Cuenta General del 2009. El texto muestra los serios problemas que tiene Apolinario para generar recursos propios. De los $3.673.265 pesos presupuestados, sólo $344.000 son generados por impuestos locales. Casi el 80% de los recursos económicos del municipio dependen de la coparticipación que envían los gobiernos nacionales y provinciales.

Otros ingresos que logró generar el municipio: $3.000 por multas; $5000 de alquileres, etc.

Lo poco que hay no se administra muy bien que digamos. “Las transferencias Del Sector Público Nacional fueron ejecutadas sin tener partida presupuestaria y las transferencias Del Sector Público Provincial se ejecutaron en un 344,23% en exceso al monto presupuestado”. Otro párrafo del informe: “Los rubros Gastos en Personal, Bienes de Consumo y Servicios no Personales, fueron ejecutados en un 111,33%, 113,36% y 136,99% en relación con lo presupuestado, mientras que los Bienes de Uso y las Transferencias se ejecutaron en un 69,42% y 52,61% respectivamente”

El único gasto que se incrementa de manera sistemática y tiende a la desmesura es el de personal: se habían presupuestado $ 2.210.000 para sueldos de empleados municipales, pero se termina gastando 2.460.333sobre un total 9.051.600. Casi uno de cada tres pesos que ingresa al municipio va a parar a sueldos de empleados municipales. El municipio es, desde luego, el principal empleador: hay fincas, se exportan materias primas, pero las fincas no generan trabajo todo el tiempo y rara vez lo hacen en blanco.

Superpoblar la planta municipal es un rostro de la beneficencia. O una estrategia para ganar elecciones. También, una forma inevitable de suicidio para cualquier gestión municipal. Es un suicidio porque eventualmente, ante una baja de presupuesto, el municipio se convierte en una bomba de tiempo. Y esa bomba estalla cada tanto, como estalló en marzo de este año: el intendente Samuel Cabrera tuvo que despedir a 10 empleados para que le dieran los números y todos los trabajadores municipales le paralizaron el municipio (que, de todos modos, jamás demostró una gran movilidad que digamos). Las causas de los despidos obedecieron a que esos 10 trabajadores se habían resistido a inscribirse como monotributistas para facturar a la Municipalidad por sus servicios. “El rubro Personal Permanente es el gasto de mayor significación económica y se ejecutó en un 115,68% en relación con lo presupuestado, siendo el único rubro cuya ejecución superó al presupuesto”, dice el informe del 2009. Esos excesos después se purgan con otras reacciones violentas.

Los gastos

Es difícil saber bien en qué gasta la gestión de Samuel Cabrera porque tiene algunos nombres genéricos demasiados abarcativos: bajo el ítem “productos de cueros y caucho” se gastó casi 20 mil pesos. Otros ítems: Productos Metálicos; Productos de Minerales no Metálicos Productos Químicos, Combustibles y Lubricantes y el más abarcativo de todos: “Otros bienes de consumo”, que es también el de la cuenta más abultada. Los auditores, desconcertados, juzgan según números: “Entre los rubros cuya ejecución excedió a lo presupuestado, se destaca el rubro de Productos de Cuero y Caucho con un 9.028,05 % en relación a lo presupuestado. Considerando los rubros cuya ejecución fue menor a lo presupuestado, sobresale la correspondiente al rubro Productos de Minerales no Metálicos con 8,94% en relación a lo presupuestado”, dice el informe.

Otros gastos parecen increíbles. Por ejemplo el de servicios tercerizados: cualquiera creería que con tantos empleados municipales uno no debería encontrar este párrafo en la auditoría: “Entre los rubros que se ejecutaron por importes superiores a lo presupuestado, sobresale el que corresponde a Servicios Públicos Municipales Contratados a Terceros, con un porcentaje de 1.452,25% de lo presupuestado. Los rubros Servicios Básico, Mantenimiento, Reparaciones y Limpieza de Bienes, y Pasajes y Viáticos, se ejecutaron por importes menores a lo presupuestado con porcentajes de 77,07%, 62,41% y 91,94% respectivamente”, dice la auditoría. Otro recorte drástico del municipio: habían previsto gastar 20 mil pesos en libros y revistas, pero no llegaron ni a $100 pesos; en obras de arte habían proyectado gastar 10 mil pesos; y alcanzaron a gastar $4.800

Consecuencias previsibles

El coctail de improvisación, inexactitudes y demagogia con la que se ha ejecutado el presupuesto tiene sus consecuencias, pues el espejismo de normalidad se vuelve insostenible, tarde o temprano. Esta auditoría de 2009 podría leerse, tranquilamente, como un prólogo al caos actual: empleados en la calle y reclamos por todas partes. En una de esas protestas, los vecinos reclamaron casas. Faltan casas, falta trabajo. Falta Estado.

Lo que sobran son las promesas y, ahora, las ganas de reclamar: la mayoría de los vecinos que participan del reclamo por viviendas trabajaron en la última campaña electoral como “punteros” políticos de Cabrera, y según relataron al sitio Zona Sur, los lotes que están solicitando fueron una promesa del intendente que hasta ahora no fue considerada. “Nosotros hace dos o tres semanas que estamos reclamando por un terreno para la gente que no tiene a donde vivir. Se han entregado viviendas y ni siquiera una de estas personas ha tenido la posibilidad de salir en esos sorteos. En Apolinario Saravia hay 875 familias que no tienen donde vivir. Con el intendente no se puede dialogar y vino hasta acá como a buscar pelea sin llegar a ningún arreglo. Por ahora estaremos ocupando este predio que es de la municipalidad, y que dijeron que era para construir un colegio. Por suerte los comerciantes de la comunidad y la gente, nos está colaborando con todo, nos traen hasta la comida. Pero lo gracioso del tema es que nosotros trabajamos como punteros políticos para Samuel Cabrera y no sé como ahora nos discrimina, nos desconoce. Cuando estuvimos en la campaña él nos hizo promesas que hoy estamos reclamándole. Además en campaña prometimos que íbamos a terminar con todos los ranchos plásticos y yo siento que la gente confía en mí, y yo quiero trabajar para mi gente, para la gente que no tiene. Ahora, que vengan y cumplan las promesas”, dijo uno de los manifestantes.

Como se puede ver, Apolinario Saravia jamás ha dejado de ser un Vizcacheral.