Un empleado del Correo Argentino se quedaba con la plata de la asignación universal por hijo de una mujer en Apolinario Saravia. Es la única denuncia que se conoce, pero probablemente no sea el único caso. (DOM)

Se enteró por casualidad. Analía de los Ángeles Salvatierra había ido en octubre de 2011 a las oficinas del Anses por el salario que debía percibir por ser empleada de una empresa de la zona. Del salario de la empresa sabían poco y nada. Pero sí le dijeron que ya era beneficiaria de la asignación universal por sus dos hijos desde el mes de julio 2011. Le dijeron, incluso, que la plata de julio, agosto y setiembre ya la había cobrado. Pero ella dijo que no, que no puede ser, que ella no había cobrado nada porque ni siquiera sabía que podía cobrar. En la ventanilla le dijeron que en la computadora decía que al menos alguien había cobrado esa plata en el correo de la localidad de Apolinario Saravia.

Analía, soltera, sostén único de sus criaturas (más las ayudas que da Nemesia Francisca, su madre y abuela de las criaturas), se dirigió también a averiguar en oficina de Anses de Metán donde obtuvo misma respuesta. Allí, además de decirle que preguntara en el Correo de Apolinario Saravia quién percibió su beneficio ($784 por sus dos hijos), le aconsejaron que radicara denuncia penal. Analía fue hasta el correo para ver qué pasaba. Ahí notó algo raro: Apolinario Saravia es un pueblito de 8 mil habitantes y los encargados del correo decían estar muy pero muy ocupados para atenderla.

El que habló con ella sólo se presentó como Daniel y le dijo que no podía hacer más porque él técnicamente estaba de vacaciones. Estaba ahí, pero técnicamente de vacaciones. Raro: por lo general los empleados públicos funcionan al revés. No van ni cuando tienen que ir.

El que sí estaba “de servicio” era un tal Ángel Ernesto Gómez, quien adujo estar muy, pero muy ocupado en ese momento como para atenderla. Los meses posteriores percibió la asignación de manera esporádica. A veces sí, a veces no. Se pudrió. El 19 de enero de 2012 presentó la denuncia en la subcomisaría de Apolinario Saravia y al día siguiente, al toque nomás, se hizo presente en su domicilio el ahora nada ocupado Ángel Ernesto Gómez, quien le solicitó que por favor le levantara la denuncia, que este le devolverá el dinero. Analía tuvo dignidad o sentido de justicia y le respondió que no y que quería la planilla para corroborar la firma y nombre de quién percibió sus beneficios. Desde entonces que Ángel Gómez la llama todo el tiempo prometiendo cosas a cambio de que saque la denuncia. Probablemente Gómez o alguien que Gómez conoce, se ha quedado, como mucho, con unos 6 mil, 8 mil pesos, pero la denuncia dejaría a Gómez en la cárcel por un tiempito y, además, sin el trabajo.

Ante los reiterados cargoseos de Gómez, Analía fue a la comisaría para preguntar qué pasaba con su caso. Los policías, con cierta pachorra, le dijeron que debía tener paciencia. Se cansó y volvió a hacer otra denuncia: Ángel Gómez es el encargado y el único autorizado a pagar en el correo. El oculta a alguien o directamente cobró el dinero él.