En Angastaco miembros de la comunidad diaguita calchaquí hace dos años que esperan tener una casa propia. Gestionaron todo ante el IPPIS y el IPV, se aprobó la construcción de 8 viviendas y todavía no pasa nada.

La lejanía de los centros urbanos implica siempre una demora en todo, las leyes tardan en llegar, la ayuda ni que se diga. Ester Ríos, mujer cacique primero de la comunidad diaguita calchaquí “Pucará Angastaco”, expresó: “Nosotros gestionamos viviendas para familias que iban a ser desalojadas, que tienen discapacitados entre sus miembros. Entonces, en 2010 hicimos gestiones en el IPPIS (Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta) y en el IPV y nos aprobaron ocho viviendas, aunque previamente se hicieron ambientales y estudios sociales, y desde ese momento peleamos para que las entreguen y construyan otras para el resto de la comunidad que tiene grandes necesidades habitacionales”.

Este fue un año de escándalos en cuanto a las adjudicaciones de viviendas para amigos y familiares de funcionarios provinciales; y por otra parte muchos inconvenientes en cuanto a la pugna de poder en el Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta. Mientras todo esto transcurría, los habitantes de la comunidad seguían esperando que de una vez les entreguen las 8 casas prometidas hace ya tanto tiempo.

La situación se complica si es que se tiene en cuenta que todos los que reclaman una techo para su hogar viven pagando alquileres que terminan consumiendo el dinero que además deben destinar a la alimentación de sus hijos, como es el caso de Sonia Cardozo, quien debe cuidar de sus 6 hijos y dijo al respecto: “Siempre me falta plata para los chicos, y la casa es lo más importante que no tengo”, dice. Alquila una pieza y su esposo es trabajador temporario. O como Miriam Cabezas, que alquila por 700 pesos una pieza. Tiene tres hijos y le dijeron que deberá pagar más caro el alquiler o se tendrá que ir con su familia. Ella también contaba con la entrega de la casa.

Postergación y más postergación, mientras en los centro urbanos como capital y Orán las casas se reparten a dedo a quienes muchas veces no las necesitan, en Angastaco familias que pueden quedar en la calle siguen esperando hacer realidad su esperanza.