Cerca del candidato se resguardaron en el silencio para evitar que crezca el malestar.

 Cuando creían haber superado el frente interno, apareció Florencio Randazzo y se agrietó nuevamente el escenario en las filas del oficialismo. Desde el entorno de Daniel Scioli, abocados a superar cualquier ruido entre los propios, esperaban ayer dar por superado el debate con la orden de evitar responder para achicar el margen de daño en la campaña.

La llave para dar por superado el conflicto la tienen Cristina Kirchner y el propio Randazzo. Del lado de la Presidenta advertían que si quiere renunciar, lo debería hacer él, en una señal de que no será la Presidenta la que lo echará. Cerca del ministro replicaban que no se irá por su cuenta.

En un clima de fuerte incertidumbre sobre su futuro inmediato, el ministro del Interior y Transporte evitó responder a la primera línea del Gobierno que salió a cruzarlo duramente por haber responsabilizado a Cristina de elegir a Daniel Scioli como candidato a presidente y haber dicho que eso llevó a los magros resultados de la primera vuelta. En la Casa Rosada se mantenía el malestar hacia el funcionario por las declaraciones que hizo el sábado, que lo dejaron al borde de la salida del gabinete. Pero no hubo definiciones.

Quienes siguen de cerca el devenir de la crisis interna son los funcionarios del riñón de Scioli, que esperan ver superada la tensión para evitar que el conflicto escale y termine perjudicando la campaña del gobernador bonaerense.

Ayer el que volvió a levantar la temperatura fue Luis D’Elía, que acusó a Randazzo de ser un «malparido» tras la seguidilla de voces que lo cuestionaron, que arrancó con Carlos Zannini y siguió con el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri; su par de Misiones, Maurice Closs, y el director de la Anses, Diego Bossio.

Para Scioli, si Cristina le pidiera la renuncia, terminaría dándole argumentos a Randazzo, que se iría ventilando la tensión dentro del kirchnerismo.

Cerca de la Presidenta, al menos hasta anoche, no había señales sobre una orden para que se alejara y creían que cualquier decisión perjudicaría al Gobierno y la campaña de Scioli. Reparaban, incluso, en que cuando Zannini salió a cruzarlo anteayer, no insinuó que tuviera que dar un paso al costado.

El sciolismo, mientras tanto, se resguardó sin hablar, aunque puertas adentro celebraban las palabras del candidato a vice, que habló directamente en representación de Cristina.

Las voces en contra de Randazzo, que rechazó la oferta de ser candidato a gobernador bonaerense y que, según el compañero de fórmula de Scioli, no quiso tampoco competir en la interna presidencial con Axel Kicillof como compañero, apuntaron a responsabilizarlo por buscar la derrota del Frente para la Victoria.

«Al escucharlo hoy veo que no superó el resentimiento y sigue con un estilo bélico de confrontación que ya superamos», advirtió Urribarri, que lo acusó de pensar «en su proyecto personal». De paso, lo mandó a «calmarse».

En la misma línea, Bossio abundó en el «egoísmo personal» de Randazzo y dijo que «no hay tiempo para héroes, es momento de trabajar, de militar nuestras ideas y de convencer». Lo mismo hizo Closs. «Yo seguí muy de cerca el desenlace de la candidatura presidencial y jamás se le prohibió a nadie competir», aclaró el gobernador de Misiones.

Fuente: La Nación