Unos cincuenta habitantes de la comunidad Kilómetro 6, de Tartagal, acamparon en la sede capitalina del Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta. Aseguran que tienen más de veinte chicos con distintos casos de desnutrición. Denunciaron al gobierno de la provincia por reducir el presupuesto para el comedor de la zona. (Federico Anzardi)

En la vereda, a la altura de la puerta del Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta, ubicado al lado del Registro Civil, en la ciudad de Salta, hay una nena morocha, vestida con ropa gastada. Está descalza y sostiene una bandeja que tiene arroz primavera medio pasado, con los granos brotados en las puntas. Es una imagen tan amarilla como la guarnición de esa milanesa de pollo que ya no está más, pero dejó su rastro con un círculo de aceite sobre el cartón. Podría ser la ilustración ideal para un informe televisivo a lo Kent Brockman, con música mega dramática de fondo y palabras comunes al frente. El locutor podría decir algo como “el hambre, el abandono rodean a esta chica”. Así, bien bajo, con cero elegancia periodística transmitida desde un pozo de lugares comunes. Pero ojo, que una verdad mal presentada no deja de ser cierta.

Adentro la imagen se profundiza para el deleite del productor ávido de rating. Frazadas y toallas tiradas en el piso hacen el aguante a mochilas, bolsos y personas de aspecto similar a la nenita de la vereda. Hasta tienen sus propias bandejas de cartón con arroz y milanesas. Son parte de la comunidad chorote Kilómetro 6, ubicada en Tartagal, a, seis kilómetros de esa ciudad. Allí viven 1800 personas en un predio de 270 hectáreas adquiridas por misioneros suecos que se fueron y las cedieron para estas personas que hoy están en Salta reclamándole al gobierno por falta de atención sanitaria. 

“Hemos venido para traer a los chicos desnutridos de la comunidad”, dice Don Soruco, el cacique sexagenario nacido en Embarcación que se mudó a Kilómetro 6 cuando tenía 22 años y hoy está en el IPPIS, acampando con sus compañeros de comunidad. “Ya te traigo el carné, un momentito”, pide, y se va a buscar un Carnet de Atención Integral de Salud de uno de los niños. Señala un recuadro de la libreta: “Si mira bien, ahí dice bajo peso, no dice bajo riesgo”. Ahora apunta a uno de los distintos gráficos que presenta el librito. “Éstos son los canales de desnutrición. Acá los médicos le marcan (al niño al que refiere el carnet) por debajo de esos niveles. Lo dicen los médicos. Pero buscan un idioma más y dicen bajo peso”.

Soruco muestra los datos de la libreta, explica que cambian los términos para que la desnutrición no sea evidente y cuenta que en la comunidad tienen chicos de dos y tres años con diferentes grados de desnutrición. Que algunos fueron internados en Salta y otros quedaron en el norte. Agrega que necesitan volver a contar con el comedor infantil que alimentaba a casi 200 niños hasta hace un año y medio y ahora redujo en más del cincuenta por ciento el servicio.

“Hay un comedor infantil que antes era de la Nación. Hace quince años que está. Le daban un monto de 2,50 a cada chico, de acuerdo al número de chicos. En ese momento teníamos 175. Hace un año y medio vino otro plan. Cuando entra Urtubey hace que se maneje a través del municipio, y el municipio paga cuando quiere. Cuando falta plata para algo le saca al comedor”, dice Soruco. Además, cuenta: “La provincia viene, hace una evaluación y deja 115 chicos afuera, ahora le da sólo a sesenta chicos. Y éstas son las consecuencias. Hace un año venimos diciendo que va a haber problemas. Reclamamos para que los reincorporen a los chicos. Que reincorporen a los 115”.

Además, Soruco dice que el total del dinero destinado a los 175 chicos era de 12.400 pesos. Ahora, les dan tickets de cien pesos para sesenta chicos. “O sea, seis mil pesos. Los otro seis mil, ¿dónde están?”.