Luego de una campaña exageradamente optimista. Llena de promesas de obras y muestras de buenos modales, la gestión de Bettina Romero hace aguas en problemas elementales. A eso se suma el carácter complicado de la intendenta y la falta de un gabinete homogéneo. Fabian Birri
Bettina llegó con todo a su favor. Creando una gran expectativa, gracias al legado de su padre y abuelo, quienes dejaron grandes obras para la Provincia, y con una imagen desarrollada impecable: mujer, optimista, rica pero con sensibilidad social, casada, abierta al dialogo y moderna.
Nos mostraron una Bettina como esa persona divina e inteligente para mejorar la ciudad. Sin embargo, apenas iniciada su gestión, todo se precipitó y los puntos vulnerables aparecieron.
La grieta y los coordinadores
El primer síntoma de que las cosas no marchaban del todo bien se expresó con los propios municipales. Es que antes del final del 2019, una porción de empleados se dieron con la noticia de que sus sueldos no habían sido depositados y que ya no eran parte de la “familia municipal”. Esto pese a que en una reunión entre Gustavo Sáenz, Bettina Romero, Daniel Nallar y Nicolás Demitrópulos, habían acordado la permanencia en los puestos laborales de todos los que estuvieron militando ambos proyectos.
Con ese episodio, inició la grieta con el saencismo, cuando todavía no había cumplido un mes como intendenta, y continuó con el dilatado conflicto en la Cooperadora Asistencial en donde se la notó demasiado exasperada con la situación. En el medio metió un aumento de impuestos, tuvo que sufrir la baja de dos funcionarios, quienes se fueron cansados del destrato y admitir que la ciudad se sigue inundando.
Rápidamente, la idea de que le encantaba escuchar y que el gobierno municipal iba a estar lleno de diálogo dejó ser creíble y puso en evidencia que, bien visto, fue apenas un esmero electoral.
A principios de año, cuando el Coordinador Jurídico, Daniel Nallar viajó a Estados Unidos para resolver unas cuestiones personales de JCR hasta se llegó a barajar la posibilidad de que dé un paso al costado debido a la falta de entendimiento con la alcaldesa.
“No quiero saber nada con los viejos de la política”, le dijo “Titi” a su papá ante las “recomendaciones” del ex mandatario -quien es el oído de todas las quejas- y en un desborde de furia, se atrevió a bloquearlo en wasap. Si con Juan Carlos, Bettina llegó a ese nivel de soberbia, qué le quedaba para el resto?
Solo la genuflexión. Con los que se aventuran en seguir la carrera del chupamedismo, entonces, trató de poner en marcha al municipio. Para eso, su amiga personal, Agustina Gallo, fue una pieza clave. Pasó de estar en una simple sub secretaria a ser la Coordinadora de Comunicación. Le crearon un súper ministerio y le permitieron colocar a gente que de política sabe poco y nada pero que son expertos en imagen.
Racedo Aragan, por su parte, se tomó con soda la irritabilidad y el personalismo de la jefa comunal. Si bien se esperaba que traiga solvencia, más bien, hasta ahora pasó desapercibid: primero se quebró el brazo andando en su lujosa moto y pidió licencia, luego volvió unos días, para después viajar a Disney con sus nietos, y al regresar debido al coronavirus entró en cuarentena. Solo ofreció una conferencia de prensa y ni siquiera estuvo en el discurso inaugural de las sesiones del concejo deliberante al igual que su mamá y papá, con quienes, como quedó dicho, la relación no pasaría el mejor momento.
La mesa chica de Titi se cerró con Agustina G, quien dicho sea de paso reagrupó a un grupo de chiquilines, costosos pero instrumentados en las artes del maquillaje publicitario, que bien están sirviendo para que todo no sea un bochorno. La flamante superministra y consejera íntima, vende el conocido diario de Yrigoyen, y trata de que los humos de Bettina continúen por los cielos manteniendo un mundo de fantasía, donde solo entienden los códigos ellos y unos pocos afortunados.
La impostura intelectual de “la Gallo”, tal como es mencionada por los lenguaraces que la tienen entre ceja y ceja, llega al punto de que para su mirada, los medios que esbozan una crítica lo hacen porque quieren apretar por la pauta, es decir, quieren dinero que se encuentra bajo su poder.
Nadie puede decir que no se siente dignamente representada y que lo hace para patear en contra. Simplemente, demuestra que no está apta para escuchar el fracaso que muchos vaticinan. Como eso no importa, ella sigue para adelante intentando matar su pasado reciente, que la tuvo como una férrea defensora de la ex gestión, de la cual hoy, muestra atisbos de vergüenza. Cuentan que en su último festejo de cumpleaños sus antiguos invitados- que antes eran los del círculo de Gustavo- brillaron por su ausencia.
Un paso atrás que puede ser una oportunidad
Con un equipo con poco arrojó cívico, con escasa política, con un exceso de marketing, y una incapacidad para entablar relaciones profundas con los vecinos, la gestión funciona bajo los designios de una sola persona: Bettina.
Y como nada puede andar bien así, la municipalidad no da abasto ni en lo mínimo: se hizo descacharrado solo en 15 barrios, el cementerio del choripán en calle Catamarca es un nido de ratas, al frente el canchón municipal es un foco infeccioso tremendo, los barrios siguen lleno de basurales y yuyos a pesar de que las cooperativas avanzan en algunas barriadas.
Una cosa es “mentir” un poco para que una publicidad cierre. Otra cosa es creerse esa mentira. Las dos cosas están mal, sin embargo, una es más destructiva que la otra. La gente experimentada en política sabe que a los problemas se los debe analizar tal como son. Sin embargo, por ahora la gestión da cuenta de adolecer experiencia y humildad para reconocer los errores y cambiar el rumbo.
Todo puede ser un despropósito y están a tiempo de salir del “modo verano”, despertarse y poner los pies sobre la tierra.
Desde que asumió no hubo semana sin que surgiera algún conflicto y la ultima los tres días de paro lo confirman. La Ciudad “moderna” de la que habló, tiene gusto a nada, con decenas de miles de vecinos con falta de pavimento, cordón cuneta, plazas, iluminación, y con una municipalidad vaciada que no le queda otra que entregar casi todo su presupuesto a las contratistas
¿Hasta qué punto ese discurso naif y optimista puede ser la respuesta justa para tamaña problemática social?