El diputado salteño cada vez causa menos gracia a los medios nacionales. Sus intervenciones televisivas son cada vez más pobres. El intento desesperado por no desaparecer de escena lo llevó a coquetear con Cecilia Pando, pero el gesto que debía reafirmar sus intenciones de ser presidente terminó por abrir otro interrogante: ¿Olmedo prepara el terreno para bajar a la provincia?
— ¿Usted qué opina de su gobernador Urtubey?
— Lo sé respetar como político, pero por algo en Salta en las encuestas está cuarto.
— ¿Y a usted en Salta le va muy bien?
— En las encuestas como candidato a gobernador estoy primero gracias a Dios.
— ¿Pero usted va a ser candidato a gobernador o candidato a presidente?
— Yo tengo toda la orientación en ser presidente de la Nación. Usted me pregunta cómo estoy en Salta. Como candidato a gobernador estoy primero. (SIC)
El diálogo corresponde a un fragmento de la entrevista que el diputado de Salta Somos Todos brindara a FM Latina el viernes pasado. Lo que bien podría interpretarse como un furcio del legislador salto-riojano es en realidad la expresión de un dilema bien masticado en el entorno olmedista. Entre gestos y especulaciones sus colaboradores intentan mostrarlo rígido y decidido en la carrera presidencial, pero hacia adentro de su espacio jamás desecharon la alternativa de bajar a la provincia. Incluso con todo el aparato de medios nacionales apostando a instalar su candidatura nacional, el heredero del paraíso de la soja tuvo siempre en claro que su hazaña bolsonarista nunca fue otra cosa que una especie de trampolín hacia abajo. Esto es, sacar el máximo provecho de la exposición nacional para volver con más fuerza a la discusión provincial en el momento oportuno.
Mientras los días corren, el diputado salteño se encuentra con que el momento oportuno no llega, o lo que es peor: ya pasó. Mientras Yarade y Sáenz hacen tambalear el tablero político amagando con sentarse a negociar, el ultraderechista oriundo de Rosario de la Frontera comienza a advertir que se le cierran los huecos. Paralelamente, para el establishment mediático nacional, sus intervenciones empiezan a «perder la gracia». Con ese panorama, su margen de acción se reduce a seguir fogoneando sus pretensiones presidenciales mientras quede combustible y rogar que el globo no se desinfle.
Quizás en ese contexto se inscriba el reciente diálogo que el candidato mantuvo hace unos días con la militante pro-genocidas Cecilia Pando, del que surgió la forzada especulación de una fórmula presidencial. A saber: el diputado que cambió la campera amarilla por el saco blanco y la pala por la biblia, visitó días atrás a la referente de la ultraderecha en su casa de veraneo. Allí, según manifestó Pando, Olmedo le propuso trabajar juntos en la campaña. El resto fue un carnaval de elogios de uno hacia otro y un torrente de frases fachas para que quede bien claro que piensan igual.
Lo de Pando, sin embargo, puede no ser más que otro intento de demarcación ideológica; una característica identitaria de la estrategia olmedista por excelencia que demostró tener buenos resultados. En ese sentido, el gesto sería comparable a las fotografías con el neo-nazi Alejandro Biondini o a las constantes adulaciones al presidente Jair Bolsonaro. Sin ir más lejos, el propio Alfredo Olmedo se encargó de aclarar en entrevistas posteriores que el puesto de vice todavía estaba vacante y que podría ser ocupado por un militar. Pero la radicalización de Olmedo obedece principalmente a un factor externo: La «bullrichización» de Cambiemos.
Las razones no son muy difíciles de comprender: mientras los manuales del PRO apuntan que —a falta de resultados económicos— conviene poner la palabra seguridad en boca de los candidatos; Olmedo no encuentra mejor alternativa que redoblar la apuesta o, en el peor de los casos, hacer berrinches y denunciar que el gobierno «le copia» sus proyectos.
En otras palabras, Olmedo se tiró a una pileta donde cada vez hay menos agua y a medida que pasa el tiempo se hace más difícil salir.
El embrollo que el diputado debe desenredar tiene que ver con dos factores concretos: números y tiempo. Las encuestas que le acercan, como bien ha quedado demostrado hace unos días, por más infladas que parezcan no terminan de cautivarlo. Fue necesario sacrificar la credibilidad de la encuestadora DataLab tan sólo para generar la sensación de que el diputado evangelista aún sigue en carrera. El estudio difundido la semana pasada lo ubica en todas las provincias del país como tercera opción después de Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Una medición más parecida a una operación de marketing que a un instrumento estadístico.
No obstante, hay un dato que preocupa todavía más al Bolsonaro criollo: Las mediciones en la provincia de Salta no sólo no lo ubican en primer lugar como asegura, sino que además viene en caída. A esto hay que sumarle que su ausencia en la provincia propició que los candidatos del oficialismo le sacaran algo de trecho en la difícil tarea de ir encolumnando a los intendentes.
Es por eso que el manejo de los tiempos políticos resulta crucial. Los trascendidos sobre una posible candidatura a gobernador de Olmedo apuntan a ablandar el terreno y tantear el estado de las cosas. Pero con los números en caída a nivel nacional y local, no son pocos los que se preguntan si el momento de saltar a la provincia ya pasó. Son escasos los políticos que abrazan el tiempismo como una virtud, Olmedo no es uno de ellos.
Más allá de eso, abundan las señales que desnudan sus intenciones de suceder a Juan Urtubey. Las pocas veces que se lo consultaron, el diputado nunca pudo jurar que no sería candidato en la provincia. Por el contrario, en una entrevista reciente, el candidato aseguró en relación a Yarade: «Lo único que le pido es que me deje una provincia ordenada».
En los programas de la TV nacional cada vez le consultan más sobre la estructura con la que piensa llegar al poder. Resulta que, además de recorrer estudios y llenarse la boca con Bolsonaro, el legislador precisa de un armado que hasta ahora se limitó más a lo farandulesco que a lo territorial. Léase: Milei, Pando, Biondini, etc. Por lo pronto es una incógnita cómo llenará de fiscales las escuelas de La Matanza y de otros distritos. Según Olmedo lo ayudaría un ejército de evangélicos, católicos y miembros de las fuerzas armadas.
Aunque el número de dirigentes que quedarían desamparados en el resto del país por la candidatura a gobernador de Olmedo es igual a cero; no son pocos los que aseguran que, incluso quedando muy atrás en la compulsa nacional, el Bolsonaro criollo tendría más por ganar allí que en la provincia.