Sólo 3 de los 14 ministros del gabinete provincial egresaron de escuelas públicas. El resto proviene de colegios privados y católicos aunque hay menor presencia de instituciones elitistas como el Bachillerato Humanista y el San Pablo. (Daniel Avalos)
Los colegios secundarios de los que egresaron los actuales ministros del gabinete provincial tienen un valor analítico: ayudan a caracterizar la composición social del mismo. No sólo revelan un determinado tipo de poder adquisitivo familiar, también una determinada socialización adolescente y una serie de bagajes ideológicos, culturales y religiosos que esos colegios seleccionaron para luego transferir a sus estudiantes moldeando en parte una identidad particular.
Esa sola variable no resulta suficiente para forjar un análisis riguroso porque también es necesario examinar la movilidad social y sus relaciones políticas adultas, aunque, insistamos, la identificación de los colegios pincela cierto perfil sociopolítico de los mismos.
Un rasgo central de esa observación es que sólo 3 de los 14 ministros hicieron su secundaria en escuelas públicas. Se trata de Luis Gómez Almaras -Asuntos Indígenas y Desarrollo Comunitario- quien egreso del colegio Victorino de la Plaza de nuestra ciudad; Oscar Villa Nougués -Salud- que lo hizo del Colegio Nacional Juan Carlos Dávalos, Anexo Comercial, de la ciudad de Metán; y Ramiro Simón Padrós -Secretario General de la Gobernación- quien egresó del Colegio Nacional Nicolás Avellaneda de la ciudad de Aguilares, en Tucumán.
De los mencionados sólo el primero procede de sectores medios o medios bajos que tuvieron en la escuela pública una herramienta imprescindible de movilidad social ascendente. Los otros dos provienen de sectores más acomodados que bien podrían haberse formado en instituciones como el Bachillerato Humanista Moderno si el nacimiento no los hubiera sorprendido en ciudades pequeñas del interior de nuestra provincia o Tucumán.
Simón Padrós lo refleja mejor: socio del Club 20 de Febrero, ostenta un currículum con cargos docenes y premios otorgados por la Universidad Austral, que surgida durante el menemismo, fue fundada por la fanática y elitista prelatura del Opus Dei. Relación que lejos de ser un secreto es admitida por la web de esa casa de estudios en donde se indica que los valores que la rigen se desprenden de la visión cristiana de la cultura y del mundo para lo cual, el Opus Dei, brinda su asistencia nombrando capellanes que ofrecen atención espiritual en la Universidad; prestando conformidad al nombramiento de los profesores; y procurando que el espíritu del Opus aliente la vida universitaria fomentando el amor a la Iglesia y al Papa.
Una situación algo parecida a la de la ministra Pamela Calletti -Derechos Humanos y Justicia-, quien formándose desde joven con el padre ya fallecido del actual gobernador -el ex ministro de la Corte de Justicia Rodolfo Urtubey- o el propio Simón Padrós, cuenta también con estudios en la Universidad Austral aun cuando provenga de un colegio laico de gestión privada que hoy ya no existe: el Federico Leloir que funcionaba en el actual corredor de la calle Balcarce.
Buen ejemplo de cómo el sólo análisis de la formación secundaria no alcanza para obtener un perfil riguroso del presente. Después de todo, sus estudios de grado y postgrado más sus relaciones políticas adultas con el más rancio urtubeicismo, explican los esfuerzos desde el ministerio por alambrar a la provincia contra los avances de derechos civiles que vivió el país durante la última década como la educación sexual o el aborto no punible.
Caída y recambio
Acorde a esa tipo de religiosidad arcaica, el Bachillerato Humanista Moderno aporta un ministro al actual gabinete provincial: Mariano Ovejero, responsable del área de Cultura y Turismo de la provincia. El poco aporte no deja de ser un dato novedoso en tanto esa institución fue una proveedora histórica de gobernadores provinciales y de cuadros políticos y técnicos de distintos gabinetes, incluido el del propio Urtubey hasta no hace mucho tiempo.
Su origen está vinculado a Robustiano Patrón Costas y su amigo el Monseñor Tavella. Si el primero era el símbolo de un patriciado que otorgaba dirección ideológica y política a la provincia; el segundo fue clave a la hora de dar vida a instituciones que forjaban un relato histórico de Salta y que en lo central resaltaba la ciudad católica y la herencia hispánica. En ese marco fue el creador de del Instituto Histórico San Felipe y Santiago en 1937 y de la Universidad Católica en los 60. El Bachillerato, mientras tanto, abrió sus puertas al estudiantado en 1952, cuatro años después de que Tavella creara un Instituto de profesionales que fue el germen de la institución que en el fondo reivindicaba la milenaria alianza entre poder espiritual y temporal.
Esa abrumadora concepción tiene un privilegiado lugar de permanencia en la currícula escolar a través del idioma y una concepción tradicional de la religión. Todos aquellos que deseen ingresar hoy al secundario deben sortear un examen de latín y griego. Sólo así se ganarán el derecho de pagar una cuota mensual de $3.200 y acceder a una plan de estudios cuyos objetivos declarados son: “la formación integral del Hombre, creado a imagen y semejanza de Dios y redimido por Cristo (…) preparar particularmente la formación moral de la conciencia en la fidelidad a la ley de Dios (…) Promueve la apertura hacia lo trascendente (…) Forma integralmente al alumno para que se incorpore a la sociedad actual, ejercitándolo en la práctica de la moral católica y la recta conciencia cívica”.
Aunque ese colegio aporte menos ministros en esta coyuntura, la tradición se mantiene vigente con el Colegio San Pablo que profesa un catolicismo igual de tradicional aunque destinado a un estudiantado un poco más rico. Con una cuota mensual de $5.700 y un edificio ubicado en el barrio Grand Bourg, de allí egresaron el Ministro de Infraestructura, Tierra y Vivienda, Baltasar Saravia; y el de Hacienda, Sebastián Gomeza, según informan los equipos de prensa a este medio.
Menos atado a las lenguas muertas, en el San Pablo es el inglés el idioma que todo aspirante debe manejar si quiere ser parte de la institución. Hay otra diferencia con el Bachillerato: el impulso fundacional no provino de la jerarquía eclesiástica sino de una asociación de padres que en 1969 respondieron al llamado de esa jerarquía que exhortaba a los laicos a evangelizar la cultura y proveer a sus hijos de instituciones que los formen “en la doctrina católica…”
Ahí concluyen las diferencias menores y empiezan las grandes coincidencias que acá son imposibles de abordar en su conjunto. Digamos sólo que como el Bachillerato, el San Pablo dice partir de la idea de que “El hombre es imagen y semejanza de Dios” y reivindica un proyecto educativo basado “en los valores evangélicos transmitidos y vividos por la Iglesia Católica”. Nada muy distinto, en definitiva, a esa inclinación por celebrar sistemas políticos y administrativos en donde el clero posee un control parcial o absoluto de la vida pública y privada de una sociedad y en donde ese mismo clero se convierte en influyente asesor de gobernadores, ministros o secretarios.
Dios morocho
Los ministros más poderosos de la actual gestión provienen sin embargo de colegios que siendo también católicos, poseen orígenes y tradiciones distintas a las del unánime y disciplinado grupo que representa a la Salta patricia. Uno de esos poderosos ministros es Juan Pablo Rodríguez -Ministro de Gobierno- quien egresó del Colegio Salesiano. La historia del mismo se remonta a fines del siglo XIX con la fundación de una escuela de Artes y Oficios que al quedar bajo el control de la orden salesiana en 1911, tuvo el objetivo típico de las misiones religiosas: contener a sectores populares en nombre de la piedad cristiana llenando el vacío que dejaban la falta de escuelas públicas y aprovechando para “combatir” los excesos laicistas.
Si durante la colonia ese objetivo se cumplía con los indios a través de las misiones que los jesuitas popularizaron, en el siglo XIX y XX el lugar de nucleamiento fueron las escuelas en donde además de “consolidar la fe”, se transferían a los estudiantes un bagaje cultural determinado. De allí el perfil más plebeyo y el color más terroso del estudiantado que aparecen en las fotos del colegio, condición que se repite hoy entre ese estudiantado que proviniendo de sectores medios y medios bajos, abonan una cuota mensual de $1.280 y que no requieren para ingresar al secundario exámenes de ningún tipo porque el criterio es otro: conseguir vacante lo que no es del todo sencillo porque la prioridad la tienen quienes concurren a la institución desde la primaria y los estudiantes de la Escuela Parroquial “Ceferino Namuncurá” que también depende de la orden salesiana.
La misma funciona en el barrio El Milagro, zona este de la ciudad, y surgió también como una misión salesiana en los tumultuosos ’60 en donde parte del clero se deslizo hacia una opción por los pobres. Una entrevista realizada por este medio a Santiago Godoy en el año 2014 aporta algo al respecto. Consultado esa vez por sus inicios en la política en los 60 recordó lo siguiente: “En esa época pasaban cosas que te sorprendían (…) Yo siempre cuento lo del cura Turino. Era mi rector en el colegio Salesiano acá en Salta, en dónde yo hice la secundaria. Era híper riguroso. Un tipo que uno tendía a asociarlo a la inquisición más o menos. Y de repente, años después, cuando yo estaba en Tucumán, ocurren los fusilamientos de Trelew en agosto de 1972 y algunos de los guerrilleros asesinados por la dictadura de Lanusse eran de Tucumán. Entonces nos organizamos para ir al velorio. Yo fui al de Clarisa Lea Place y ahí lo encuentro al cura Turino. ¡Era un sacerdote del Tercer Mundo! Yo no lo podía creer…”
Del colegio Salesiano egresó también el actual ministro de Trabajo, Eduardo Costello. Y de un colegio de perfil similar pero exclusivo de mujeres, el Santa Rosa de Viterbo, egresó la ministra de Educación, Analía Berruezo. Allí la cuota mensual es de $1.200 y la condición de ingreso para quienes deseen cursar su secundario no depende de los exámenes; sí de que las niñas, tal como las llaman las secretarias que respondieron al llamado de Cuarto Poder, puedan certificar notas académicas no inferiores a 8 y una excelente conducta, tal como las reglas del patriarcado dictan con respecto al rol de las mujeres.
Del San Judas Tadeo, colegio del que egreso Raúl Javier Montero -Ministro de Ambiente y Producción Sustentable- nada destacado pudimos averiguar. Sólo que es de gestión privada, que reivindican a un santo como suelen hacerlo las escuelas confesionales y que según lo admitió el propio ministro, no era muy bueno que digamos.
Dios y las finanzas
Por el tipo de ministros que provienen del colegio Belgrano, bien podríamos concluir que de allí deriva una pequeña burguesía que en el gabinete provincial al menos, se caracterizó por una paciente pero nada aséptica búsqueda de control de las finanzas públicas. Carlos Parodi -actual Jefe de Gabinete quien desde los tiempos de Juan Carlos Romero fue escalando posiciones en el manejo de las finanzas provinciales- egresó de allí.
No es exactamente un hombre que practique la regla de San Agustín que los Canónigos Regulares de Letrán reivindican como propia y que consiste en “observar la pobreza evangélica”, pero habrá que admitir que la historia de su colegio se parece más a la del Salesiano que al del Bachillerato Humanista Moderno en cuanto a periodo de fundación (1899), su orientación a formar niños y jóvenes e incluso en cuanto al costo de los servicios educativo que en la actualidad suponen $1.500 mensuales. A diferencia del Salesiano y el colegio Santa Rosa, sí tiene exámenes de ingreso en las asignaturas de inglés, lengua y matemáticas.
Carlos Francisco Abeleira -Ministro de la Primera Infancia- también proviene de esa institución. Mucho menos poderoso que Parodi, posee el clásico perfil gerencial que hoy abundan en los gobiernos. Fue el secretario de Hacienda de Miguel Isa en la municipalidad capitalina, posee un apego entusiasta por los avances proporcionados por la revolución comunicacional y de la informática y se lo señala como hombre de buenos contactos con organismos internacionales de créditos. Es el típico cuadro técnico que se enorgullece por manejar ciertos saberes que le permitan lograr objetivos y que reniega de los ejercicios ideológicos.
Sobre Carlos Cayetano Oliver -Ministro de Seguridad- es poco lo que podemos decir en cuanto a perfil de funcionario. Sí que egresó del Colegio San Alfonso, también católico, también privado y en donde la cuota actual es de $1.600. Nada muy distinto, en definitiva, al resto de los casos en donde mayoritariamente se percibe una formación con pocos o nulos roces con el ideario de los sectores más avallados, discriminados, perseguidos y menospreciados de la sociedad.