Empañando la emoción por el Día de la Patria Grande, me informan que falleció mi estimado amigo Alejandro Pojasi Arraya, descendiente del Coronel Pedro Norberto Arraya, y de un emigrante sirio del Chaco salteño.

                                                                      Por Martín Miguel Güemes Arruabarrena

Escritor, historiador, político, nacido en Campo Vespucio, Departamento San Martín, Provincia de Salta. Conferencista, autor de folletos y libros de nuestra región, de nuestro noroeste, de nuestro país, funcionario (secretario coordinador de la Comisión Provincial del Bicentenario de Salta), integrante de numerosas instituciones salteñas, argentinas, bolivianas. Presidente del Centro de Estudios Dr. Indalecio Gómez, Presidente y fundador de la Sociedad de Mayo, Presidente del Instituto Belgraniano de la Provincia de Salta, Académico correspondiente del Instituto Belgraniano Nacional. Autor de libros originales, reveladores sobre «Tartagal, historia de una Región», “Anta, Salta contribución a la historia del gran Chaco en los períodos de la conquista, colonia y guerra por la independencia” del historiador»; asimismo tributario del pensamiento de Mayo, escribió «Cabildos y Revoluciones», y el «Grito de Chicoana» en referencia a la guerra gaucha.

Tuve el gusto de ser coautor de su ensayo sobre «Un inmigrante del Chaco salteño», y prologar su folleto sobre: «Coronel Pedro Norberto Arraya, un guerrero de la Independencia».

Durante muchos años, rastreando huellas perdidas, y arriando sueños olvidados, recorrimos nuestro país, y también bolivia, brindado conferencias unitivas de nuestra Patria Grnade. A raíz de ellas, fuimos nombrados académicos de la Sociedades de Geografía e Historia de Tarija, Tupiza, Potosí y Sucre. Como olvidar nuestros viajes en la «flota» (ómnibus bolivianos), nuestra tertulias con poetas, músicos, cantores, historiadores, que fueron tejiendo una telaraña de afectos regionales. Muchos amigos y amigas recuerdan nuestro paso común por esas huellas profundas de la nacionalidad suramericana.

Alejandro fue sin dudas, un temperamento cordializador, siempre dispuesto a la buena cocina, al buen vino, atizando el rescoldo de la amistad histórica. En los últimos tiempos, en los últimos meses, aquejado por su enfermedad, y yo por el Covid y operaciones, no nos frecuentábamos, quizás el recuerdo comenzaba hacerse vivo en cada uno de nosotros, y nos dolía la ausencia de los caminos.

Querido Alejandro, descansa en paz, has dejado una familia, y amigos que no te olvidaran, y un legado histórico, una posta transferible a las nuevas generaciones. Te despide, tu amigo de siempre Martín Güemes.