Los restos de Daniela Guantay fueron hallados en marzo y su familia todavía no sabe qué sucedió con ella antes de que arrojaran su cuerpo al río. (Andrea Sztychmasjter. Fotos German Busti)

Es viernes. Verónica Guantay se alista para ir a la marcha de la Comisión de familiares contra la impunidad, un espacio de lucha que se conformó ante la falta de justicia de diferentes casos. Cuenta que se hicieron unos chalecos con la cara de Daniela, su hija de 22 años y madre de tres hijos  de 8, 6 y 2 años. De ella solo se encontraron restos en el río Mojotoro, a unos metros de su casa en el barrio Juan Manuel de Rosas, en la zona norte de la ciudad. En medio de la entrevista una llamada telefónica atrasa su llegada a la marcha, comenta que el llamado es de una persona colombiana que siempre le presta dinero porque ni su pensión de madre de 7 hijos, ni el dinero que entra de su trabajo le alcanzan para llegar a fin de mes.

“Si el policía me hubiese tomado la denuncia por desaparición, quizás hoy la tendría a mi hija con vida”, menciona Verónica y no son unas palabras más que evidencian el dolor de una madre que perdió a su hija. El mismo 28 de febrero, día que Daniela no regresó a su casa, cerca de las 11 de la noche y después de que su madre y hermanos la buscaran por todo el barrio, Verónica decidió ir a la comisaría del barrio 17 de octubre a realizar la denuncia por la desaparición. El policía -de quien la madre relata que no se acuerda el nombre para denunciarlo por incumplimiento de sus funciones- le dijo que su hija Daniela era “adicta”, y que seguramente en unas horas regresaría.

Aunque autoridades del Ministerio de Seguridad de la provincia manifestaron que existe un protocolo aprobado que establece que la búsqueda será de carácter inmediato sin necesidad de esperar ningún plazo, la denuncia por la desaparición de la joven se la tomaron recién después de unos días, luego que la madre saliera en varios medios y junto a la Fundación Cintia Fernández denunciaran que Daniela no aparecía.

Los restos óseos de Daniela Guantay fueron hallados por vecinos del lugar el 7 de marzo en las márgenes del río. Las prendas de vestir de la joven fueron encontradas al lado, lo que inmediatamente hizo que su madre reconociera que se trataba de ella. Después de más de 20 días, el Servicio de Biología Molecular Forense del Departamento Técnico Científico del Cuerpo de Investigaciones Fiscales, determinó oficialmente que los restos pertenecían a la joven.

Inmersas en la violencia

Verónica relató que al igual que su hija, ella también fue víctima de violencia de género por parte de su expareja y padre de sus hijos cuando vivían en el sur. Allí, según manifestó, el Estado la ayudó pagándole un lugar donde pudo quedarse hasta que pudiera estar mejor. No es un dato menor si tenemos en cuenta que justamente uno de los mayores impedimentos de las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas es no tener un lugar donde vivir lo que hace que sigan con el agresor. Situación que también vivía Daniela.

La madre contó que su hija con mucho esfuerzo se había construido una casa a unas cuadras de la suya, en un terreno que supuestamente pertenecía al novio. Los hechos de violencia empezaron a hacerse recurrentes y su pareja y padre de uno de sus hijos, la echaba de esa casa sosteniendo que era suya: “Daniela tenía más de 20 denuncias por violencia de género. El problema además era que el la corría de esa casa que ella puso hasta sus últimas monedas para construir. Fui a Familia Propietaria, ahí el abogado me dijo que si ella había hecho la denuncia no podían sacarla de esa casa y menos a sus hijos. La última vez que él le pegó le sacó los dientes a patadas y le clavó un destornillador en el cuello”, mencionó la madre.

Daniela quedó embarazada a los 15 años al igual que su madre. Antes del femicidio había comenzado a ayudar en el comedor del barrio junto a los chicos de la Garganta Poderosa. “Estábamos contentos porque de a poco ella cambiaba su vida. Veíamos que ella quería cambiar”, señala su madre y la hermana de Daniela -que es un año menor- asiente. Con lágrimas en los ojos ambas no pueden ocultar el dolor que sienten mientras vuelven a mirar unas fotos de Daniela junto a sus hijos, cuando juntando voluntades entre todas preparaban con lo poco que tenían una cena para compartir en familia.

El dolor aumenta cuando la madre se refiere al estado en el que encontró a su hija. Las palabras resuenan en la pieza que Verónica pudo construirse y en la cual vive con sus hijos y ahora con los de Daniela. En su familia la figura paterna parece no existir: “No se hizo cargo”, es lo que responde Verónica al referirse tanto al padre de Daniela como al progenitor de sus otros dos nietos. Es irreproducible dar detalles del cruel hallazgo de la joven madre. Lo que sí se puede decir y denunciar incansablemente es lo que ya reflejó la antropóloga Rita Segato al analizar los femicidios en Ciudad Juárez en México.

¿Ciudad Juárez y Salta? ¿Qué tienen en común estas ciudades tan lejanas? Que en esta provincia norteña también se vuelve real el lema “cuerpo de mujer: peligro de muerte”. Según Segato, en el espacio doméstico el hombre abusa de las mujeres que se encuentran bajo su dependencia porque puede hacerlo, es decir, porque estas ya forman parte del territorio controlado; en cambio el agresor que se apropia del cuerpo femenino en un espacio abierto, público, lo hace porque debe hacerlo para demostrar que puede. En un caso, se trata de una constatación de un dominio ya existente; en el otro, de una exhibición de capacidad de dominio que debe ser reeditada con cierta regularidad y puede ser asociada a los gestos rituales de renovación de los votos de virilidad.

Los detenidos y su pacto de mentiras

Aunque en un primer momento el fiscal penal Rodrigo González Miralpeix manifestó que Daniela no había sido víctima de un femicidio porque descartaban la participación de su pareja, la causa actualmente sí está caratulada como femicidio y hay 4 imputados y detenidos, aunque por el momento rechazaron la participación del novio violento. Nolberto Silvestre de 27 años; Carlos Alfredo Agüero, de 33 años; Franco Aleman, de 22 años; y Julio César Monasterio, de 28 años. Todos imputados por la comisión del delito de homicidio calificado por mediar violencia de género.

Aunque la causa se encuentra en plena investigación, la Licenciada en criminalística Verónica Cambieri junto a Carlos Parraga se encuentran a cargo de la solicitud de pericias antropológicas sobre los restos de Daniela. “Sabemos que el río no fue el lugar donde mataron a Daniela así que solicitamos una inspección ocular en las casas de los imputados. Además creemos que hay dos mujeres más que están implicadas que serían las entregadoras, pero estamos aun investigando”, relató la licenciada.

Además especificó que solicitaron una interconsulta al Equipo Argentino de Antropología Forense y que prontamente un antropólogo de la UNSa especialista en huesos, deberá realizar un análisis a nivel óseo de los restos de Daniela. Comentó que con los resultados de este análisis sin embargo no se podrá saber si hubo un ataque sexual previo, pero el estado de las prendas de vestir de Daniela indicaría que sí se produjo: “Se encontró el corpiño prendido de la parte de atrás, pero todo roto de la parte de adelante. Además se encontró en el lugar del hallazgo un acullico que dio negativo con los actuales imputados y una colilla de cigarro que indican perfil genético de una mujer”, señaló la especialista y manifestó que antes de fin de año deberían estar las pruebas antropológicas.

Según la justicia salteña los cuatro acusados prestaron declaración durante una audiencia en mayo y a través de sus dichos trataron de desvincularse del femicidio, incurriendo en numerosas contradicciones.

¿Qué se hace?

Verónica señaló que desde el Ministerio de Derechos Humanos le brindaron una ayuda económica para los hijos de Daniela con rendición de cuenta hasta septiembre de este año y desde el organismo le dijeron que la iban a ayudar a construir su casa: “El día que me dieron el primer pago, yo me decía, yo no quisiera cambiar la vida de mi hija por unos pesos, ella vale mucho más. Me dolió mucho, es como un insulto que ahora me quieran dar plata porque si a mi hija la hubiesen buscado el día que fui a poner la denuncia yo la encontraba a mi hija, esté como esté, incluso malherida. Sabría al menos que es lo que le hicieron a mi hija”.

Daniela Guantay era una joven madre que se encontraba en estado de vulnerabilidad social y económica y pidió ayuda a un Estado provincial que dice trabajar contra la violencia de niñas y mujeres. Hoy sus pequeños hijos la recuerdan a través de fotografías que reflejan una vida que quizás podría haber sido distinta. Nosotrxs nos seguimos preguntando ¿Qué se hace en Salta para prevenir los femicidios?