La caída del peso en relación al dólar atravesó hasta las relaciones económicas más próximas. Los comerciantes barriales de Salta también sintieron el impacto e incertidumbre de los agiotajes monetarios en el país. Cuarto Poder charló con vendedores de diferentes rubros. (A.M.)
La especulación financiera, el desprolijo manejo político y el apoyo mediático de las coberturas oficialistas, han suscitado en la población un debate económico con más dudas que certezas. En los hechos concretos, lxs comerciantes de nuestra ciudad han sentido este desequilibrio monetario como una marea dentro de sus kioscos y almacenes.
Durante el jueves 30 de agosto, el dólar aumentó casi $5 y cerró así el día más negro de este año para la economía argentina. Aunque las medidas del gobierno de Mauricio Macri vienen golpeado las economías familiares desde hace casi tres años, el incremento de la moneda extranjera en un 19% fue casi el más alto de los últimos 20 años. En 2002 el peso argentino se devaluó más del 24.8% en un solo día.
Mientras que en todos los canales de televisión se seguía el aumento del dólar, en las calles de Salta, estudiantes, docentes y no docentes marchaban por el derecho a la educación pública, laica y gratuita en medio de un paro universitario que lleva hoy más de tres semanas. El clima era de angustia y bronca convertida en organización. Más de diez cuadras del centro de la ciudad; algo que se replicó en todo el país, en un marco de paro sin asistencia y universidades tomadas.
Opinantes
La suba del dólar significa dos cosas importantes en las economías domésticas: la devaluación de la moneda local, por ende el sueldo, pensión, jubilación o asignación recibida; y la especulación de los grandes empresarios ante este desequilibrio, que, aunque suene extraño, empieza por el kiosco de la esquina.
Marina Velazquez, dueña de una pollería de la zona sudeste de Salta, comentó a Cuarto Poder: “El preventista que me trae los pollos no me quiso vender mucho hoy. Me dijo que tenía que esperar a ver qué pasaría mañana. Estaba tan asustado como yo, sinceramente no sé cómo vamos a modificar nosotros los precios porque acá en el barrio no puedo cobrar mucho más de lo que cobro, la gente no puede pagar pero a mí me suben la mercadería”.
no sé cómo vamos a modificar nosotros los precios porque acá en el barrio no puedo cobrar mucho más de lo que cobro, la gente no puede pagar pero a mí me suben la mercadería.
José Solá, encargado de una despensa en el barrio Intersindical, aseguró que la situación durante el jueves por la mañana fue de incertidumbre y desesperación: “Nosotros estábamos acá con la tele prendida y parecía todo muy tranquilo hasta que empezó a subir el dólar, la gente que entraba y veía la noticia compraba leche a lo loco y en una hora vendimos lo que solemos vender en un día. No te voy a mentir, también pensé en sacarla y remarcarle el precio al otro día, pero yo también estaba preocupado”.
Luego del recorte de ministerios, la toma de medidas kirchneristas —refuerzo de las AUH, asistencia a comedores y merenderos e impuesto a la exportación— a fin de garantizar una paz social cada vez más endeble, un discurso grabado del presidente —cargado de una emotividad que no interpeló ni a sus propios funcionarios (sin trabajo después del cierre de más de trece ministerios)—, el asesinato de un menor en Chaco y el anuncio de los gremios de un paro general —aunque sin movilización— para el 25 de septiembre, la semana se “normalizó” con nuevos precios en los supermercados, kioscos y almacenes de barrio. En medio del conflicto político y económico de los que más tienen, quienes “paran la olla” todos los días todavía se siguen desayunando aumentos de precios todas las mañanas.