Habló Gustavo Lasi y repitió lo que el juez de instrucción Martín Pérez dio por válido en el 2011. Acusó a Daniel Vilte y Santos Clemente Vera, relató las violaciones y ratificó que llevó el arma homicida hasta el lugar del crimen. Aseguró que no hay hijos del poder involucrados en los asesinatos. (Maximiliano Rodríguez)

La sala repleta. La jornada se encuadra en la novena semana de juicio oral. La audiencia fue convocada para las 9 y estaba llena antes de las 10. Se cumplen seis días sin actividad. Una decena de cámaras fotográficas y de televisión, mientras las dos últimas filas están ocupadas por periodistas radiales, gráficos y televisivos. Se trata de prensa salteña. Recién la semana entrante se espera el retorno de los periodistas europeos y canales nacionales. No queda un solo asiento libre en la sala. Incluso debieron agregar lugares. Más adelante en el recinto, los sitios destinados al público en general también están repletos. La expectativa de la jornada gira en torno al pedido del principal imputado, Gustavo Lasi, que solicitó declarar.

El principal acusado pidió ampliar su declaración indagatoria. La última vez que habló sobre lo sucedido con Cassandre y Houria fue el 26 de agosto de 2011, cuando el juez de instrucción Martin Pérez realizó la reconstrucción del hecho dando por válidos sus dichos. El pedido para declarar en esta audiencia lo hizo por escrito a través de sus abogados Matías Adet y Horacio Morales. El tribunal volvió a mostrar la amplitud de criterio en la aceptación de pruebas y declaraciones. El principal acusado pidió declarar sin público presente para hacerlo sólo ante los familiares de las víctimas. Sobre todo, no quería exponerse con periodistas. Los jueces de la Sala II no hicieron lugar a esta petición particular. El argumento del reo era que lo ponía nervioso tanta gente, pero los jueces se mantuvieron firmes en la decisión y respetaron el criterio utilizado desde el primer día en el proceso. Así ingresó a las 10.06 Gustavo Lasi a la Sala de Grandes Juicio, Gobernador Miguel Ragone. Es un cómodo subsuelo del poder judicial provincial. En esta oportunidad cuatro efectivos del servicio penitenciario salteño lo custodiaron, fuertemente pertrechados. El acusado por primera vez en lo que va del juicio oral, viste un ostentoso chaleco antibalas. Si bien la sala está repleta de público, el silencio es total incluso antes que ingresen los jueces al recinto. Daniel Vilte y Santos Clemente Vera ocuparon los mismos lugares que en días anteriores. También portan chalecos antibala de color negro, pero tienen mucho menos custodia: apenas un agente penitenciario al lado de cada acusado.

La orden del sargento Sergio Nieva fue corta y enérgica. ¡De pie! Eran las 10.38 del jueves 22 de mayo de 2014, cuando comenzó la audiencia. Iba a hablar Gustavo Lasi.

Empieza el final

El primero de los jueces en ingresar a la sala fue el vocal Carlos Héctor Pucheta. Saco gris claro, pantalón oscuro. Detrás de él ingresó el presidente del tribunal, Ángel Longarte, con saco gris y camisa blanca. Ambos con los colores nacionales en el pecho. Comenzó la semana de la Revolución de Mayo de 1810. El último en entrar a la sala es el vocal Bernardo Ruiz. Los vivos de la escarapela argentina se pierden en la solapa de su saco, color camello. Una corbata marrón al tono.

La primera medida que toman los jueces es comunicar públicamente las notas ingresadas. Así se da lectura al pedido del acusado para declarar y también se comunica la decisión de los querellantes de dividir la representación de cara al momento de los alegatos y por ende al momento de la acusación. Finalmente las diferencias internas entre los familiares salen a flote y se exponen públicamente. El padre de Cassandre Bouvier, Jean Michel, será representado sólo por Federico Rodríguez Spuch, mientras que Nicolás Ortiz y Nicolás Durrieu representarán al resto de los familiares de las víctimas, tanto de Helene Kotakk y Aleinor Bouvier, como de la familia Moumni.

Violación

La palabra de Longarte sonó a la que impone el docente escolar cuando espera escuchar por décima vez la misma lección. “Bueno Lasi. Pase, siéntese”, dijo el juez. El acusado vestía un pullover entre caqui y gris, con cierre por todo el pecho.

El reo contó la que sería su verdad. “Esa tarde decidí no trabajar. Salí solo. Estaba aburrido, agarré la carabina de mi papá que estaba guardada, la puse en una mochila y cargué una botella de agua”, comenzó el relato de Gustavo Lasi mientras Ángel Longarte prácticamente no lo mira. Por momentos el juez lo espeta por sobre los lentes que porta, como desentendido y atento a la vez. Lasi sigue su relato.

Es más o menos lo mismo que le dijo en 2011 al juez Martín Pérez. “Me encontré con los chicos que están acá en la causa. Y tuvimos una charla de cosas personales. Si trabajaba con turistas y así. Llegando a un punto, serán como 80 metros donde se podía ver el mirador. Yo iba atrás y se podía ver a dos personas. No me quise acercar porque no quería mostrar el arma. Ellos decidieron ir hacia las chicas. Yo vi la situación desde 30 metros. Ellos se acercaron y tuvieron un dialogo. Jamás pensé que iban a robarles o algo. No podía ver bien. Vi el forcejeo que hubo”, relata con las manos esposadas.

Sus palabras parecen teclas de una antigua máquina de escribir. Es imposible distinguir entre verdad y mentira. El juez ahora lo mira atentamente por sobre sus anteojos. Su mirada es dura. Gustavo Lasi afirma que sacó el arma de su casa porque pensaba cazar palomas. A lo largo del juicio su propia familia dijo que jamás antes salió a cazar. Así pasó a relatar el ataque a las dos turistas: “me quedé al lado del cesto de basura. Me sorprendí de ver eso. Podía haber ido más gente. Me quedé sorprendido con lo que pasaba. Vino Vera y me pidió el arma. Yo no quería dársela en ese momento. Me la pidió otra vez y le di el arma. Sólo estaba ahí y sorprendido con lo que estaba pasando. Luego ingresé al lugar donde estaban Vilte, Vera y las chicas. Me duele recordar lo que viví”.

A esta altura de su declaración el presidente del tribunal lo mira sin anteojos. Lo ve directo a los ojos mientras el acusado habla. Solo Gustavo Lasi muestra sus cartas. Sin que nadie pregunte nada el acusado afirma: “lo que sí quiero decir es que Vilte siempre agarró el arma mía”. Se vislumbra entonces la estrategia de su declaración. Busca profundizar la acusación contra Daniel Vilte para darle solidez a toda su estrategia inicial. Espera ser condenado sólo por las violaciones y no por los homicidios. Intenta que sus declaraciones sean creíbles porque sabe que la situación de Daniel Vilte está próxima a la libertad. Durante los últimos días crecieron los rumores sobre la no acusación fiscal contra Vilte. Gustavo Lasi, mientras habla, sabe que cuanto más se acerque Vilte a la libertad, más se lo condena por doble homicidio.

La declaración de Gustavo Lasi no fue por culpa, fue una jugada desesperada. Quizás por eso indignó tanto a quien la siguió. El acusado repite lo mismo que dijo hace tres años: admitir que violó a Houria Moumni y no a Cassandre Bouvier. Las muestras de ADN dicen lo contrario. “Tuve relaciones con esa chica. Terminé” dijo el acusado al referirse al brutal ataque sexual. Sus palabras parecen fuego para las venas de quienes están en la sala. El acusado reconoció utilizar el teléfono de la víctima con la que “tuvo relaciones”. Pese a esto dijo sentirse muy mal por lo ocurrido. Luego Gustavo Lasi repitió la parte aprendida para la declaración: “no vi a las chicas lastimadas, golpeadas, tampoco su ropa rasgada”. Según dijo quería salir de esa situación. Se fue cuando las chicas estaban con vida. “A las nueve vienen los dos chicos estos y me entregan el arma. Ahí yo me enojé con ellos. Qué había pasado, cómo hicieron esto”, dice que dijo.

Reconoció utilizar el teléfono de una de las víctimas y dijo sentirse muy mal. El vocal Bernardo Ruiz prácticamente no lo mira mientras declara. En cambio el otro vocal, Héctor Pucheta, mira fijamente al acusado. Este juez en particular tiene muchísima experiencia con personas privadas de libertad. Conoce todos los rincones de la verdad y la mentira. Su gesto es rígido. Por momentos se acomoda su corbata roja. Ni siquiera preguntó nada.

Cachetada y electricidad

Quizás el tramo más creíble de la declaración de Gustavo Lasi sea el dedicado a los investigadores policiales por aquellos días calificados como “la mejor policía del país”, según las palabras del Ministro de Seguridad, Pablo Kosiner. En su declaración el acusado recordó que el 6 de agosto de 2011 fue detenido y llevado a la central de policías donde fue interrogado por el Jefe de la Brigada de Investigaciones: comisario Néstor Piccolo. En su relato Lasi detalló ese interrogatorio: “Piccolo me quiso prepear. Ahí me pegó una cachetada. ´Hablá chango´, me dijo. Y me llevaron a otro lugar y me pusieron un bolso en la cabeza y me pegaron. Después me desnudaron, me pusieron una bolsa en la cabeza. Me empezaron a pegar, pegar y pegar. Eran varios, escuchaba varias voces. Me tiraban agua y electricidad. Más golpes. Así pase toda la jornada”.

Las palabras  de Gustavo Lasi describen nuevamente los métodos investigativos que otros seis testigos también denunciaron. Otra vez la Brigada de Investigaciones y la bolsa en la cabeza, otra vez los policías condecorados por el gobierno. Gustavo Lasi es la segunda persona en describir actitudes prepotentes por parte del fallecido Néstor Piccolo. El otro fue el aspirante a policía, Federico Cañizares. Todos en la sala escucharon en total silencio el relato. El tramo que vendría expondría también las pruebas fraudulentas que la policía habría plantado y que el juez Martín Pérez aceptó cómo fruto de una investigación limpia.

Lasi se refirió a la supuesta arma corta que portaba Daniel Vilte quien presuntamente estaba en el lugar. “Yo vi un arma chiquita. Fui al reconocimiento y le dije al Sr. juez (Martín Pérez) que para mí el arma era más vieja, que esa no era”. El acusado con sus palabras desacredita el segundo milagro del oficial Walter Mamaní. Dice que no es de Vilte el arma enterrada en el jardín de Raúl Sarmiento. Le muestran el arma secuestrada por la Brigada de Investigaciones y dice que no era la que Daniel Vilte empuñaba. Hasta Gustavo Lasi expone a luz las pruebas fraudulentas de la policía condecorada. Al igual que con la declaración de Nelson Vilte, nadie que escucha duda de la veracidad del relato. Los golpes policiales dejan marcas más allá del cuerpo.

Mentira la verdad

Los problemas en la estratégica declaración de Gustavo Lasi comenzaron al ser interrogado. El primero en preguntar fue el presidente del tribunal, Ángel Longarte. El juez empezó a preguntar suavemente. Es cuidadoso al interrogarlo. Ahora los dos vocales escuchan atentamente y miran al acusado. El tono de Longarte crece a medida que avanzan las preguntas. Lo interrumpe varias veces y lo apura mientras declara. El juez muestra mucha experiencia a la hora de interrogar. Aún no abrió la posibilidad de preguntas a las otras partes y dejó casi todo sobre la mesa. A lo largo de su relato Gustavo Lasi tartamudea y contradice parte de su declaración indagatoria de 2011. El acusado no puede siquiera dar detalles de la única violación que por lo menos admite. “No hay ninguna otra persona, fuimos nosotros tres”, dice Gustavo Lasi. Afirma que no hay hijos del poder involucrados. “Escuché todo lo que dijeron acá, pero yo el día 15 estuve con ellos. Acá estoy para decir lo que pasó”, ratifica. El acusado no logra ser creíble ante las preguntas del tribunal.

Bernardo Ruiz es el segundo de los jueces en interrogarlo. Inteligente el magistrado le señala a Gustavo Lasi que durante la hora previa al ataque sexual ingresaron treinta personas al predio de Puma Expeditions. Ruiz le pregunta dónde cree que estaban esos turistas mientras ocurría lo que él relata que pasó en la tarde del viernes 15 de julio de 2011. Ante las preguntas de Bernardo Ruiz, Gustavo Lasi se queda sin las respuestas programadas. No estaba preparado para el pensamiento lateral. La siguiente pregunta del juez fue lógica y devastadora: “ante una situación donde Ud. vio el ataque a las dos chicas ¿le piden su carabina y Ud. se las da? ¿Más con una bala en boca, como Ud dijo?”. Gustavo Lasi sólo balbucea ante las preguntas, responde con monosílabos. La sala está en absoluto silencio. Todos los presentes saben que este momento y el juicio todo quedarán en la historia criminal de Salta.

Fiscal vigila

Luego de los interrogatorios de Longarte y Ruiz, el primero en preguntar fue el fiscal de cámara, Félix Elías. La primera pregunta del representante estatal también desbarata parte de lo que acaba de relatar Gustavo Lasi. El fiscal le señala que en 2011 cuando contó que lo invitaron a violar a las víctimas, fue a Daniel Vilte a quien acusó de esto, mientras que en esta declaración señaló a Santos Vera. “Puede ser”, fue la respuesta del acusado. Otra vez Gustavo Lasi se queda sin las respuestas programadas.

Su relato se derrumba también ante el interrogatorio del fiscal. Ni siquiera puede explicar cómo sostiene una sola violación cuando las muestras de ADN prueban que violó a las dos mujeres. Todo el interrogatorio del fiscal termina sembrando más dudas sobre el relato de Gustavo Lasi. Elías con una decena de preguntas y en media hora recompuso su imagen en este juicio. Todo su interrogatorio fue en búsqueda clara de la verdad real y logró obtener respuestas esclarecedoras para quien quiso ver y escuchar. El interrogatorio fue suave pero incisivo. Las respuestas fueron temerarias y frías. Mostraron un Gustavo Lasi sin remordimiento. Los corazones de los presentes en la sala escucharon acalambrados el relato del crimen. La última pregunta del fiscal fue letal. “¿Qué se siente después de hacer esto, se puede dormir tranquilo?”, espetó el fiscal. “No Dr., no se puede”, dijo el acusado después de admitir su violación, bajo el eufemismo de “relaciones”.

Defensa

La parte querellante preguntó poco, quizás en una clara muestra de minimizar la declaración del acusado. Tanto Nicolás Ortiz como Federico Rodríguez Spuch no quisieron extender una declaración. En sí misma, la declaración indagatoria es un acto de defensa de un imputado penal. Así lo entienden los abogados y así la utilizó Gustavo Lasi. Las preguntas de los abogados giraron en torno a la búsqueda de la verdad real. De conocer los hechos. Sus clientes, los familiares de las víctimas, merecen conocer qué pasó con sus hijas. Rodríguez Spuch fue quien más preguntó al acusado. El abogado buscó determinar si Lasi portaba una carabina sólo para cazar palomas o si tenía premeditado el robo previo a la violación y al asesinato.

Las respuestas de Gustavo Lasi apelaron a las casualidades como respuesta a todo. El acusado casualmente salió “a cazar” porque estaba aburrido. Luego casualmente se encontró con los otros dos acusados. También por casualidad uno de ellos, Daniel Vilte, tenía un arma según su relato. Las respuestas del acusado intentaron siempre evitar la premeditación de los delitos cometidos. Gustavo Lasi intentó mejorar su situación antes de la sentencia. Las preguntas del abogado intentaron determinar por lo menos la premeditación del robo. Rodríguez Spuch no cree en la cacería de palomas. Gustavo Lasi sólo reconoce las violaciones porque sabe que las pruebas científicas no le permiten negar estos hechos.

El defensor de Daniel Vilte, Marcelo Arancibia directamente prefirió no hacer preguntas. José Vargas, uno de los abogados defensores de Santos Clemente Vera, tampoco. La declaración giraba sobre sí misma. El juicio entró en cuarto intermedio por una hora.

El abogado

Horacio Morales es abogado defensor de Gustavo Lasi. Al retorno del cuarto intermedio fue el único de los defensores que acompañó a su cliente. Hasta este momento del juicio oral, todos los abogados hicieron lo que el manual indica que debe hacer. Los defensores –todos – se destacaron por este cumplimiento protocolar y eficiente. Saben qué hacen y cuándo. Morales es uno de ellos. Es flaco y suele vestir con ropas ajustadas. Estuvo todos los días del juicio junto a su cliente. Es muy técnico y es quien más exaltó al fiscal Elías. Ambos tuvieron grandes encuentros verbales.

El otro letrado que defiende a Lasi, Matías Adet, no volvió a la sala. Muy entendible su posición. Representar a un confeso violador puede ser una pesada carga. Morales hizo el trabajo duro. Suele hacerlo. El abogado le preguntó al recomenzar la audiencia si tenía algo para agregar en su declaración. El súper pase asistencia que llega igual. Gustavo Lasi respondió que sí. Reiteró lo que dijo en 2011, que su ex novia María Fernanda Cañizares y su hermano Federico, al igual que su padre, Walter Lasi, nada tuvieron que ver con el doble crimen. El acusado afirmó que ellos no sabían nada de todo lo que hizo. Como era previsible Gustavo Lasi también pidió perdón a los familiares presentes y dijo que no quiere ser juzgado por los crímenes, sino sólo por la violación. “Necesito ser juzgado por lo que hice, no por lo que no hice”, aseguró.

Otra vez la estrategia queda expuesta. Allí sí el vocal Héctor Pucheta intervino y preguntó. Ud. Lasi, qué es lo que hizo. “Yo no maté a nadie”, respondió el acusado. Según volvió a reiterar se fue del mirador mientras las víctimas estaban con vida y que no sabe quién las mató. Su declaración terminó cerca de las 16 de un jueves frio.

La verdad tan esperada por todos no apareció. Quedaron las mismas dudas que en 2011. No se distingue la barrera entre la realidad y la ficción armada.

Mentira la verdad

Se desprende que estuvo en el lugar de los hechos. Lo admite, reconoce parte de las imputaciones sexuales y queda muy expuesto en el delito de robo por haberse quedado con los objetos de Houria Moumni. Se sabe qué participación sexual tuvo y qué actitud con el producto del robo. Es difícil ubicarlo en el momento del homicidio, aunque todo haga inferir que podría haber estado allí al momento de los disparos. Los otros dos tienen coartadas y en el caso de Vera sendos testimonios en su favor. Es mentira la verdad. Así declaró sin declarar Gustavo Lasi.

Se estima que en ocho días habrá sentencia. Antes estarán los alegatos. No está claro si se mantendrá la acusación fiscal. Félix Elías desistiría de acusar a Daniel Vilte y piensa la situación de Santos Vera. Mientras tanto en el penal de Villa Las Rosas se está preparando el resultado del juicio y se estudia donde alojar a los condenados. Nadie lo sabe dentro de la sala, pero están acondicionando una sola celda.