La forma en que Ana Flores perdió su embarazo en Tartagal muestra el colapso del sistema de salud y las consecuencias sobre los que la manejan: inhumanidad y desprecio por la vida de muchos médicos. La familia de Ana radicó una denuncia a profesionales ante la fiscalía, el ministerio de Salud y el Ministerio de DDHH. (DOM)

Cada tanto pasa que un caso particular puede ser una muestra perfecta de lo que no funciona y de sus consecuencias letales.  Un caso particular que, además, habla por muchos que pasan silenciosos, desapercibidos. Lo que le sucedió a Ana Carolina Flores es atroz y seguramente otras mujeres han pasado por lo mismo; pero es necesario contarlo, para que los culpables paguen por sus consecuencias y para que los que están en las esferas de poder tomen medidas para que no se repita algo así.

La crónica

 La denuncia presentada ante la Fiscalía penal Nº 3 de Tartagal sólo incluye como denunciado a Marcelo Vidal, ginecólogo de cabecera de Ana Flores, una chica de 26 años, que fue a verlo al enterarse de su embarazo. Su primer embarazo.

Con Vidal, durante el desarrollo de su embarazo, Ana  Carolina se hizo 15 minuciosos estudios en el consultorio privado del profesional. El médico le dijo, siempre, que todo iba con normalidad. Pagó cada  uno de ellos, pues carece de Obra Social. “Siempre la atendió de mala manera, no brindándole información alguna sobre el embarazo, más aún teniendo en cuenta que es madre primeriza”, señaló la hermana de Ana, quien radicó formalmente la denuncia mientras Ana estaba internada. Vidal tampoco le dio información sobre cómo tenía que prepararse para el parto o para una posible emergencia que se le pueda presentar

En el último control que le realizó a Ana, ésta ya estaba con treinta y nueve semanas y cuatro días de embarazo. Fue el 19 de marzo a horas 20. El doctor le dijo que el parto iba a ser normal. Y que si no pasaba nada hasta el 27 o 28 de marzo, recién volvieran a verlo para que pida turno para una cirugía que se realizará el 3 de abril. Pero el 21 de marzo, a horas 10, Ana tuvo una pequeña pérdida de un líquido mucoso transparente, por lo que fue a la guardia de maternidad del hospital de la ciudad de Tartagal.

Fue atendida por la doctora Diana Fairu, quien le realizó un control de tacto y ultransonido. Y dijo que no estaba en trabajo de parto, que no había dilatación, que vayan a la casa que todavía faltaba para el parto. Estaba saliendo del hospital cuando se cruzó con Vidal. Le contó lo ocurrido y Vidal le dijo que él no estaba de guardia, que fuera y se hiciera ver por el médico de guardia. A la tarde de ese mismo día, tuvo un sangrado, por lo que fue con su hermana hasta la clínica San Antonio. En la clínica no había ginecólogo. Ni siquiera estaba el médico de guardia. Así que fueron al hospital, donde nuevamente Ana fue atendida por Fairu. La doctora dijo que no se preocupara, que eso era un tapón mucoso que todas las primerizas tienen y que era normal. Otra vez le hicieron control de tacto y ultrasonido: confirmó que el bebé estaba bien.

La paciente pidió ser internada, pero la doctora Fairu dijo que no, debido a que no presentaba dilatación ni trabajo de parto, que todavía le faltaba. Llamaron al celular de Vidal, quien respondió que hace dos noches que no dormía, que estaba muy cansado y que Ana hiciera lo que la doctora de guardia le dijera. Y cortó la comunicación. Sacaron turno en un consultorio privado, con la ginecóloga Aparicio. Ana fue atendida esa noche, a las 20,30. Otra vez tacto y ultrasonido. La doctora dijo que ayudó a desprender una membrana para que fuera más rápido el trabajo de parto, que tenía uno y medio de dilatación, que todo estaba bien, que esa noche o al día siguiente, como mucho, iba a comenzar el trabajo de parto. Ana y su hermana se fueron tranquilas.

Al día siguiente se despertó a las 7.30 y sentía la panza dura. Dejó pasar una hora para ver si se movía el bebé. Al notar que no se movía fueron al consultorio del Dr. Alfredo Darwich, de la localidad de Aguaray. Darwich acostó a la chica, realizó tacto y ultrasonido y dijo que no escuchaba el corazón del bebé. La derivó de urgencia a la ciudad de Tartagal. Pasaron por la clínica San Antonio, donde no había ningún médico ni lugar para internar a la chica. Terminaron otra vez en la maternidad del hospital de Tartagal. A horas 10.30 Ana fue atendida por una doctora, quien sólo le dijo, de mala manera, que estaba ocupada y se fue. La hermana insistió y la doctora volvió a responder con brutalidad: “que no ves que tengo otra paciente, que querés que ponga una arriba de la otra”.

Lo vieron pasar a Vidal por un pasillo. Vidal dijo que tenían que ir por guardia. El cuñado de Ana se puso furioso y le gritó: usted fue el médico de cabecera y ella puede tener su bebé muerto. Recién entonces Vidal y la anterior doctora atendieron a Ana. Mientras la doctora le hacía el ultrasonido, Vidal revisó el carnet de control y dijo que todo parecía bien en el carnet. La que le hacía el ultrasonido le dijo que no se encontraba nada (hablaba de los latidos del bebé). Lo dijo con toda naturalidad y arrogancia. A todo esto ningún médico le había confirmado  lo sucedido. Ana fue al baño, volvió, se sentó y le preguntó  a la doctora qué pasaba con su bebé y la doctora le gritó: ¡que no ves que está muerto tu bebé!

Luego la doctora quería inducir el parto pero la hermana se negó. Pidió que le hicieran una cesárea. Fueron al cuarto de cirugía y se dieron con que el mismo se encontraba cerrado. Estuvieron afuera del mismo unos 40 minutos esperando. Los médicos dijeron que nos sabían quién tenía la llave del quirófano, que estaban buscando la llave y por eso se estaban demorando. Llevaron a Ana al sector de maternidad, en donde la dejaron acostada en una camilla con suero. Allí estuvo tres horas, en medio del pasillo, sin médico o enfermera que la controlara.

El cuñado se puso más furioso y empezó a gritar a las enfermeras. Llamaron a seguridad y a la policía. Los guardias intentaron sacarlos del lugar. Los familiares se resistieron y advirtieron que no se irían hasta que operaran a Ana y la vieran regresar con vida. Más o menos en ese momento alguien encontró la llave del quirófano. La llevaron a fin de realizarle la cesárea, la cual fue presenciada por su madre. La cirugía la realizó el Dr. Vidal. Pero nunca informó cuál fue la causa de la muerte del bebé.

La historia muestra que hay grietas en cada uno de los engranajes del sistema. Y, sobre todo, que el factor humano está roto. Cuando a Vidal le dijeron que lo denunciarían, les respondió que no lograrían hacer nada. 100% desprecio por la vida. 100% impunidad.