Las declaraciones del Ministro de Seguridad, Eduardo Sylvester, respecto a las mujeres detenidas por realizar pintadas, no están alejadas de la verdad. En Salta se realizan megaoperativos sin sentido alguno, aun cuando la situación no lo amerite.
Días atrás un grupo de mujeres realizaban una pintada cuando llegó la ley con todo su arsenal, faltaba sólo el helicóptero para que estén todos.
Pasado todo el revuelo, las puteadas, la referencia necesaria a la misoginia y la indignación por parte de las activistas femeninas, el ministro salió con unas declaraciones que no hacen sino reavivar los sentimientos antipoliciales de los graffiteros en general. “Fue un accionar como cualquier otro”, dijo Sylvester, y en esto no se equivoca, porque es sabido el accionar, en la mayoría de los casos, exagerado de la policía que ante cualquier eventualidad que no amerita tales recaudos tienen a disposición una cantidad e uniformados que jamás aparecen cuando es realmente necesaria su presencia. Es la ley de Murphy.
El ministro explicó a esa radio que por la ciudad “circula una enorme cantidad de móviles” por lo que cada operativo tiene el número de efectivos que necesita. Esta puede ser la explicación de todo, el centro de la ciudad está saturado de azules, cámaras de seguridad y control policial paranoide. Por otra parte y como para salvar las papas, el ministro aseguró que “diariamente hay operativos en los que se labran las actas contravencionales” no sólo para los que pintan paredes como una expresión civil, sino para los pegatineros electorales, pero cuando se le preguntó por los números no supo responder.