Nadie puede explicar cuál es el límite de la descomposición policial. El operativo de protección a Lami y los interrogantes que aumentan la presión sobre la institución azul. (H.P)

Ya no es un secreto que Marcelo Lami es bancado desde el círculo íntimo del gobierno. Tampoco resulta asombroso que el ministro de seguridad ponga la cara por él. La prueba palmaria: las declaraciones de Cornejo D’Andrea durante esta semana. Con una contundencia poco usual ratificó al jefe de Policía. “Lami no se va”, sentenció el funcionario.

“Se cumple a rajatabla un pacto de encubrimiento y silencio, el cual involucra a miembros del gabinete de gobierno y altos mandos de la fuerza y está llevando a una situación insostenible”, contó una fuente off the record. La afirmación salió de la boca de un viejo buche de la cana y al parecer no está fuera de la realidad, puesto que los ruidosos escándalos que retumban al interior de la institución caldean los ánimos en la misma.

Así las cosas, el vendaval de acontecimientos oscuros que compromete a la policía no llega a su fin. Eso quedó reflejado, también, en los últimos meses: desde las misteriosas muertes de efectivos, pasando por el nulo avance en investigaciones a su cargo, la sospecha de inventar teorías inverosímiles, hasta la más brutal represión (llegando a sacar el ojo de un pibe en Orán) y las últimas denuncias de abusos a travestis.

Drogas y muertes peligrosas

Con una campaña de cartelería callejera y declaraciones públicas, el ministerio de seguridad se mostró con iniciativa. El eje fue remarcar su combate al narcotráfico y la cantidad de causas iniciadas. El miércoles, inauguraron un nuevo edificio- ubicado en Florida 538- para el funcionamiento de la dirección de Drogas Peligrosas. En ese marco, Lami recalcó que pasaron de tener varios edificios a un inmueble unificado donde funcionarán la base Operativa, Investigativa, Logística, Perros drogones, Estadísticas y la Dirección, la cual estará bajo su control. Sin perder la oportunidad, el jefe máximo de la policía salteña aprovechó para agradecer al gobierno de Urtubey “por el acompañamiento continuo que realiza para el crecimiento de la institución policial”. Ese día, encabezaron la inauguración Cornejo D’Andrea y jueces Federales. Fue una actividad para limpiar la desdibujada imagen de la cartera y recuperar autoridad ante sus subordinados.

Es que en esta división se respira bronca y varios son los motivos: denuncian que los altos mandos sólo se dedican a dar directivas, que no es conveniente quedar afuera de los negocios del narcotráfico y que poco y nada se conoce sobre la muerte de Roberto Pimentel, ocurrida en agosto pasado. El hombre mencionado cumplía tareas de sargento en dicha división y apareció con una bala en el rostro. Su cuerpo sin vida fue encontrado por vecinos sobre la vera del río Arenales, cerca del puente de avenida Tavella. La historia oficial inició sangrienta y tenebrosamente para derivar en un epilogó que abrió sospechas: un notable silencio alrededor del caso y con la policía anunciando antes de realizar la autopsia que se trataba de un suicidio. Hasta ahora no se sabe qué pasó.

Por esto, el clima policial se enrarece cada vez más y por la cabeza de los que se encuentran en las filas sobrevuelan los espíritus de varios finados: se habla de los problemas que tenía Ignacio Gerardo Saravia, quien se desempeñaba como Director General de Drogas Peligrosas y falleció con apenas 49 años, en 2012; la muerte del Subjefe de la Policía, el comisario Regino Celestino Montero; la del joven aspirante a oficial de la Caldera conocida en agosto último, y desde luego, la muerte de Néstor Piccolo.

Contravenciones

Cuando se trataba la reforma del Código Contravencional se desató una reacción significativa que ilustra la violencia contenida alrededor de las fuerzas del orden. El martes un grupo de chicas trans intentó ingresar a la Legislatura y fueron increpadas por la policía, lo cual desató la ira y detonó una refriega que incluyó huevazos, insultos y amenazas de muerte; esto evidenció la bronca acumulada producto de una continua represión policial soportada en las calles. “Usan picanas, policías vienen a buscar sexo y si no queremos nos violan, estamos cansadas del abuso”, contó una chica trans a éste cronista. En próximas ediciones presentaremos a los lectores más detalles y testimonios sobre el estilo de trabajo que impera en las fuerzas policiales.

Lo cierto es que esa noche finalizó con la aprobación de varias modificaciones, entre las que se destaca el tema de la prostitución. Ahora se regulará la actividad mediante zonas rojas específicas, algo así como cabarutes a cielo abierto; también se mantendrá la penalidad para quienes ofrezcan sexo, así como para los o las que lo demanden. No cabe duda que estos lugares se convertirán en espacios controlados por la policía, posibilitando que coimas y aprietes sean moneda corriente.

Las trapisondas diversificadas que realiza la policía son explicadas oficialmente con la teoría de la manzana podrida, entonces los hechos delictivos en los que están involucrados efectivos no son parte del accionar planificado, cotidiano y sistemático; sino que son fruto de algunos “malos” policías; por lo tanto, la solución pasa por separar a tales efectivos. Con este razonamiento no hay responsabilidad de Lami en dicha situación, sino que el jefe separa a los que se “exceden” en el uso de la fuerza. Semejante diagnóstico, lógicamente, es interesado, pues deja de lado el papel real de la policía y oculta sus responsabilidades en la organización del delito.

Asistimos a una situación delicada que con el correr del tiempo avanza en su estado de pudrición. El bizarro caso del policía que mordió las nalgas a otro, las fotos que registraban momentos de borrachera policial en el norte, las ultimas represiones (en Irigoyen y a D.U.S.), las denuncias por abusos sexuales, las sospechas por plantar pruebas y los incontables hechos que suceden en la vida policial, sacan a relucir constantemente los pliegues agudos de la descomposición azul.

Las decisiones urgentes se imponen.