En Tartagal los canas de tránsito son densos. Si usted es detenido y rehúsa coimearlos ahí nomás lo surten. Al menos esto fue lo que le sucedió a un remisero con mala suerte.
Una práctica recurrente en algunos barrios es la que consta en pagar peaje a los pungas conocidos de la cuadra porque si no te afanan todo y encima te dan para que tengas y guardes. Una práctica similar al parecer es la que llevan a cabo los policías de tránsito de la ciudad de Tartagal.
Claudio Carrizo, de profesión remisero, circulaba en su automóvil por la calle 20 de febrero de la citada ciudad, cuando nota las señales que hacían los canas para que se detenga y a continuación uno de los azules, ni lerdo ni perezoso, le dice: “Te cruzaste en rojo, tenés que jugarte y después si querés seguí trabajando”. La práctica común hace que los oficiales ya entren de una a pedir la coima, sin siquiera hacer un guiño de ojos ni nada. Pero Claudio no entró, no quiso pagar e intentó retirarse, ahí fue cuando la cosa se puso violenta, porque uno de los canas se fue al humo y le mandó un pilazo con el casco puesto. “Mi pregunta fue:- ¿Por qué me frena así? y me pegaron, fue abuso de autoridad, no quiero tener inconvenientes, me pidieron plata yo me negué y me pegaron. El médico me dio reposo, me golpearon y me hicieron lesiones, hay gente que vio todo”.
Alvarado sería el apellido del oficial que pasa de la extorsión al cabezazo en un dos por tres. Con canas así no hay que temerle a los pungas.