La pésima gestión, la relación rota con los vecinos y la falta de acuerdos políticos dinamitó desde ya hace más de una año la posibilidad de que la jefa comunal sea reelecta. 

Por más que no lo acepte lo de Bettina Romero al frente de la gestión municipal está acabado. Los números mandan y salvo la encuesta que sus colaboradoras de máxima confianza compraron, todos son más que desfavorables e imposibles de dar vuelta sea cual fuera el escenario. 

La reelección de Bettina Romero no será posible por varios motivos. En principio porque tuvo la desgracia (como todos los oficialismos) de enfrentar una pandemia mundial donde la situación económica y social se desconfiguró por completo. 

Pero la intendenta también colaboró para que eso pasara. A los pocos meses de haber asumido rompió el acuerdo con el que había llegado y cumplió muy poco de lo acordado con la gente que trabajaba con el gobernador Gustavo Sáenz. Abrió frentes en términos políticos innecesarios, optó por pelearse también con los concejales y formar un gabinete 100 por ciento ligado “al romerato” sin dar lugar a nadie. Pero eso fue lo de menos. 

Bettina Romero le mintió a la gente. En la campaña del 2019 fue muy superior a sus adversarios. Se mostró preparada para la gestión, empática con la gente y prometió que la “hora de los barrios” llegaría a la ciudad. En pocos meses demostró todo lo contrario. 

Sus ejes en la gestión no tuvieron nada que ver con las necesidades de los sectores más necesitados. De hecho gastó millones y millones en las ciclovías por ejemplo. La empatía que había mostrado en campaña terminó siendo una verdadera puesta en escena y cada vez que ella o un funcionario visitaba un barrio terminaba en un reto de la intendenta o peleándose con los propios vecinos. Bettina mostró lo que era: autoritaria y caprichosa. 

Otro gran problema fueron sus funcionarios. Lejos de mostrar otra cara de la gestión sus colaboradores decidieron adoptar el mismo estilo de la intendenta. Distancia con la gente y un autoritarismo desmedido llámese: Daniel Nallar (Secretario Legal y Tecnico), Fernando García Soria (Secretario de Cultura y Turismo) actualmente imputado por la jueza María Servini por contrataciones irregulares, Ramiro Ángulo (Procurador Adjunto), Josefina Chavez Diaz (Secretaria de Juventud y Deporte), Susana Pontussi (Interventora de Espacios Públicos), Jorge Altamirano (sub-secretario de Protección Ciudadana), Mariano Castelli (ex-jefe de la V Brigada de Montaña), Lucas Giangreco (Espacio Público). El maltrato a propios y extraños fue una marca registrada de la Municipalidad de Bettina. Pero eso no fue todo. 

Desde hace más de un año, su círculo más íntimo de colaboradores decidieron mentirle a la jefa comunal tal vez con el solo propósito de mantenerse en sus cargos y no poner en dudas sus funciones. El tándem Agustina Gallo (Jefe de Gabinete) y Valeria Capisano de Masa (Secretaría de Prensa y Comunicación) dinamitaron no solo cualquier tipo de acuerdo político por fuera del “romerato”, sino también dentro del Concejo Deliberante y verdaderas soluciones en la gestión.

El camino por el que optaron fue mentirle deliberadamente a Bettina. El gasto en publicidad y comunicación lo llevaron por las nubes y con eso lograron el diario de Yrigoyen para la señora. Contrataron a cuanto asesor y consultor se les pasó por el camino para que les diga lo bien que estaba la gestión de la intendenta y el amor desmesurado que tienen los salteños por la familia Romero. 

La situación llegó al extremo. A finales del año pasado pagaron una encuesta de Buenos Aires en la que decía que Bettina es la favorita para quedarse nuevamente con la intendencia y que su crecimiento no tenía techo. Vaya saber uno como también llegaron a la conclusión que Gustavo Sáenz necesitaba electoralmente a Juan Romero para enfrentar las próximas elecciones. Sáenz y Romero se necesitan electoralmente hablando, dijo nunca nadie. 

El cierre de la mentira quedó a cargo de un asesor porteño, Manuel Chavarría. El hombre se autopercibe como el sucesor de Ángel Mariano Torres en el esquema de Romero aunque su tarea fue muy pobre y triste por cierto. Es el encargado de hacer las operaciones en medios nacionales a favor de la intendenta y ocasionalmente alguna contra el Gobierno provincial. 

Chavarría pagó notas en medios nacionales de dudosa reputación en donde llegó a decir que Horacio Rodríguez Larreta pensaba en Bettina Romero como una posible compañera de fórmula para la carrera presidencial. Algo que a nadie se le ocurriría. Por supuesto, esos mismos medios también se hicieron eco de las encuestas pagadas por ese mismo equipo. Nada es casualidad. 

A esta altura, todo ser racional que pasa o mira la gestión de Bettina sabe que ella sigue ahí por un capricho personal y por el negocio que significa para los pocos que la rodean. Hasta el propio Juan Romero en varios cafés con diversos dirigentes de otros colores se cansa de repetir que el no tiene nada que ver con las intenciones políticas de su hija. 

Insostenible por donde se lo mire, el ciclo de Bettina Romero está acabado.