Luciano Benjamín Menéndez acumuló su doceava sentencia por crímenes de lesa humanidad. Ahora por el secuestro y fusilamiento de tres estudiantes militantes de la Juventud Peronista. Uno de ellos, Carlos Oliva, era un salteño nacido en Pichanal, crecido en Chaco y guitarrero oficial de las juntadas cordobesas.    

Tal como consignaron los medios, hoy martes 2 de junio se cumplen 39 años del crimen por el que se condenó ayer a Menéndez. Aquel 2 de junio de 1976, Ana María Villanueva, de 23 años; Carlos Delfín Oliva, de 20, y Jorge Manuel Diez, de 26 –todos de la Juventud Universitaria Peronista (JUP)– estaban en la esquina de Caraffa y Octavio Pinto, en el norte de la ciudad de Córdoba, cuando fueron secuestrados por una patota del Ejército. Los jóvenes fueron arrojados dentro de un auto y llevados cerca del actual estadio de fútbol del Chateau Carreras. Allí, sin más, los fusilaron. Durante el juicio los testigos detallaron que “entre los tres cuerpos, sumaban más de 140 proyectiles de FAL”.

El portal www.eldiariodeljuicio.com.ar hizo una semblanza de Carlos Delfin «Chaco» Oliva que había nacido el 22 de febrero de 1956 en Pichanal, Orán, Salta. Era hijo de Horacio Oliva Saravia y de Eulogia Vaca quienes en 1976 vivían en la provincia de Chaco. Fue el segundo varón y cuarto hijo de siete hermanos y era estudiante de medicina en la Universidad Nacional de Córdoba y militante de la JUP (juventud universitaria peronista). «Nosotros nacimos en Salta, cuando éramos chicos, en la primaria, nos trasladamos a Saenz Peña, Chaco y ahí pasó toda su infancia, su secundario». Carmen Oliva, hermana de Carlos.

Carlos comenzó su militancia mientras hacía el colegio secundario. «No militaban en un partido pero eso tenía como una ideología peronista y ahí empezó a militar. Mi familia siempre fue peronista. Mi papá fue diputado de la provincia de Salta hasta que nos fuimos al Chaco. En el ’74, cuando vino él, ahí empezamos a militar en la JUP. Yo lo acompaño a él, un poco me sentí como la hermana mayor y ahí fue que empezamos juntos.»

«Teníamos claro que para poder manifestar tus ideas tenías que ser, cumplir y demostrar, para empezar teníamos que ser buenos estudiantes, eso más o menos lo hacíamos. En ese sentido, él, por lo menos, lo hacía, lo cumplió. Fue muy respetuoso con sus compañeros, muy leal. Utilizábamos las vacaciones para hacer la formación política. Teníamos un apunte, como el de la facultad con toda la teoría y eso se iba discutiendo».

«Él desde chico siempre estuvo preocupado por el problema de los pobres, de los demás. Entonces él ya desde niño empezó a ir a la iglesia y empezó a trabajar en los grupos desde los boy scout, en el grupo de vóley, en el coro, en todas. Y después cuando fue más grande él quiso ser sacerdote y donde nosotros vivíamos había una congregación de sacerdotes italianos, o sea que si él quería estudiar tenía que irse a Italia y a mi mamá no le gustaba mucho la idea de que se vaya, si le gustaba la idea de que fuera sacerdote pero no de que de vaya. Al final decidió estudiar medicina y como yo había empezado el año anterior acá en Córdoba le dije para que viniera acá y fue así que llegó acá a Córdoba.»

Al ser muchos hermanos y cuatro estar estudiando en otras provincias, Carlos tuvo varios trabajos mientras estuvo en Córdoba: «él se puso a trabajar algo, en lo que podía, en una fábrica de lavandina, me acuerdo que él tenía que rellenar los sachet y a veces me contaba que se explotaban y se ensuciaba todas las manos. Otra vez, en esos talleres chicos, que en esa época había muchos, armaba bulones o hacían tuercas con una máquina. Anteriormente, con mi marido, en el barrio Iponá, pintaban algunas casas o hacían trabajos de electricidad, mucho no sabían pero se las arreglaban. En su tiempo libre, siempre hacía algo».

«Carlos era una persona muy especial. Porque él era muy simpático, le gustaba tocar la guitarra y cantar, así que en cualquier guitarreada era el guitarrero oficial y al guitarrero todo el mundo lo conoce. Cantaba folklore en general, zambas, chacareras y él cantaba un poquito el folklore del chaco, chamamé. Eran dos los chaqueños cantores y ellos eran los representantes, los que cantaban los chamamé. En las guitarreadas en Córdoba se juntaba mucho con los riojanos porque cantaban completamente diferente a lo que se cantaba en Chaco y para él eran una novedad las chayas y las costumbres de los riojanos. Se juntaban casi todos jóvenes de otras provincias y muy pocos cordobeses».