Por: Susana Horia
Es por todos conocidos la enorme dificultad que tiene al intendenta Bettina Romero para alcanzar su reelección en el cargo. Con una imagen negativa demasiado alta para sólo tres años de gestión y un gobierno municipal que luce fuera de la realidad que viven día a día los ciudadanos de Salta, el futuro político de la intendenta está atado a los aprietes que pueda encarar su padre, el senador Juan Romero, y al despilfarro de dineros públicos como ya se vio hace poco más de un año para la campaña de su hermano el actual diputado Juan E Romero.
Vaya saber si con ese objetivo de “hacer caja para la campaña” o simplemente asegurar últimos manotazos antes de dejar las arcas municipales en manos de otro u otra intendente, lo cierto es que llama la atención la aparición sorpresiva en nuestra ciudad de algunos actores vinculados a la contratación pública que no se veían desde la época de Juan Romero Gobernador y que fueran beneficiados hace ya más de 15 años con la obra pública provincial.
¿Porque razón aparecen en escena ahora empresas que no trabajaron en ningún ámbito público en la provincia? Todo parece indicar que su aterrizaje se debe a la “confianza” en lo que dichas firmas pueden aportar a la obra municipal.
Es así que aparecen estos sospechosos de siempre, que tienen en común ser beneficiados con grandes y costosas obras siempre bajo esquemas de contrataciones directas o licitaciones sin competencia real.
De pronto se entregan obras a la empresa CONTA, para trabajar sobre la avenida Yrigoyen por alrededor de 1500 millones de pesos, con una iniciativa privada que de original no tiene nada. Hay que recordar que fue Conta quien hizo los gaseoductos en la época de Juan Romero y se quedó con un lindo negocio de operar los mismos hasta que Juan Urtubey rescindió el contrato por considerarlo abusivo.
Un dato no menor es que esa empresa se dedica a otro tipo de obras.
Otro caso emblemático es la aparición de la empresa RIVA (dicen los pasillos que la sigla RIVA significa Romero y varios amigos) que supo construir estadio de fútbol, centro de convenciones, ciudad judicial en la época de la gobernación del “Romerato” y ahora luego de 15 años aparece de nuevo, paradójicamente con intereses en la ciudad de Salta.
A RIVA se la pretende contratar para la realización de una misteriosa y oscura obra en inmediaciones del nuevo puente Ayacucho por valor de casi 500 millones. Recordar que fue quien le hizo la casa al ex-gobernador.
A ello debe agregarse la contratación de la empresa MANTELECTRIC, que no es otra que uno de los socios de LUSAL y que también fuera traída a la provincia en la época de Romero para encargarse del alumbrado público. Ahora MANTELECTRIC se hará cargo de obras en el edificio de la Paludica por valor de alrededor de 400 millones.
Las empresas de los Dal Burgo, padre e hijo, grandes beneficiarios de la obra pública municipal “acompañan” ese accionar. En fin, ya sabemos lo qué pasa cuando aparecen LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE.