Representada por primera vez en el 431 a.C muestra el conflicto trágico de una heroína: esposa traicionada y mujer masculinizada.

Andrea Sztychmasjter

Eurípides es conocido por ser, juntamente con Sófocles y Esquilo, uno de los tres grandes poetas trágicos griegos. Sus obras iniciaron su representación en los festivales dramáticos de Ática durante el año 454 a.C., pero hasta el año 442 a.C. consiguió el primer premio. Sus obras fueron criticadas dado su carácter anticonvencional, (sus héroes y príncipes hablaban un lenguaje cotidiano) y por su independencia de los valores morales y religiosos.

Mujer bárbara 

Medea es una figura atormentada. Por un lado, es la voz de la visión misógina griega cuando afirma que las mujeres son «incapaces, por naturaleza, de hacer el bien, pero muy expertas en todo tipo de maldad». Por otro, protagoniza intensos monólogos en los que condena la existencia femenina, sometida a la voluntad de los hombres, y se conmueve al pensar en la muerte de sus hijos, demostrando su fuerte instinto maternal. Sin embargo, sufre el rechazo de Jasón, que la ataca con un discurso vil y lleno de retórica, y también el destierro de Creonte de Corinto.

Medea se la ha analizado como un “chivo expiatorio” (pharmakós), dado que posee cuatro características que la aproximan a esa figura a la que hay que expulsar o matar: es extranjera, es bárbara, es hechicera, es mujer (MOREAU, 1996: 102).

  Según Andrés Racket en Eurípides Medea Una introducción crítica, una de las características de las obras de Eurípides es la humanización, ya que existen en ellas una trascendencia sobre el dominio de lo humano. Según el autor a través del uso del discurso y de la razón que promueven los sofistas, los dioses ya no serán los dueños de la ley y del destino, sino los propios hombres. La habilidad discursiva empieza a tomar importancia para quien participa en la política de la polis y Eurípides no queda exento de esto, de allí la relación con los sofistas. 

Sobre la tensión entre lo religioso y lo institucional que según Racket quedarán expuestos en Medea, el autor contextualiza que Eurípides era perseguido por sus ideas en Atenas, que imprimieron una fuerte ruptura con la tradición. Su fuerte tendencia a la humanización de la tragedia, más que a la noción de destino predeterminado por los dioses constituirá una de las características generales de su obra poética.  Tal como se observa en los siguientes ejemplos:

-“Forzoso, anciano, me es; pues eso lo tramaron los dioses y yo misma con malos sentimientos”. 

-“Hacia arriba ya fluyen las aguas de los sacros ríos; la justicia y todo yace por tierra. Engañosa es el alma del hombre y no vale la fe en que se invoca a los dioses”.

Siguiendo a Racket, en este punto se puede analizar otros de los aspectos presentes en Medea en relación al discurso y la justicia. Eurípides demuestra que el discurso no debe ser una herramienta para ocultar la verdad, sino que sumado a su forma persuasiva es necesario que su contenido este acorde con la justicia, que le es exterior. 

En cuanto a la tensión entre lo femenino y masculino constituido en polos de oposición central de Medea, en el aspecto histórico se observa que Eurípides fue uno de los primeros poetas señalados como misógino. 

En Medea se expone a una mujer confundida que al ser engañada toma una venganza solo comparable en su crueldad a la situación a que ha sido llevada. Para Eurípides esta mujer encarnará el papel que puede ser semejante a muchas mujeres, es decir, a través de Medea, se le atribuyen características generales compartidas a todas las mujeres. “Tienes conocimientos; y la naturaleza nos ha hecho a las mujeres ineptas para el bien, pero artesanas hábiles de las maldades todas”.

“Pues la mujer es medrosa y no puede aprestarse a la lucha ni contemplar las armas, pero, cuando la ofenden en lo que toca al lecho, nada hay en todo el mundo más sanguinario que ella”.

“la mujer es débil y al llanto siempre tiende”.

“De todas las criaturas que tienen mente y alma no hay especie más mísera que la de las mujeres. Primero han de acopiar dinero con que compren un marido que en amo se torne de sus cuerpos, lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay”.

Aunque existen diversos pasajes en la obra de Eurípides que dan cuenta de los aspectos negativos de carácter que éste le atribuye a las mujeres, tales como vengativas, pasionales, débiles, infelices en función al desprecio masculino, y entrega y renuncia desinteresada ante el amor de un hombre, existe en la obra la importancia de darle voz a una protagonista femenina, mostrando la fuerza de su coraje al convertirse en heroína ante lo terrible de sus padecimientos.  Contrastan así estos dos aspectos, aunque la finalidad última del texto será fijar los aspectos negativos.

“Más mi vida de nuevo tendrá en las historias inmensa gloria; honrado será el sexo femenino.  Ya no habrá mala fama que pese sobre mujer ninguna”.

Respecto al rol del hombre en Medea, es justamente ella quien expresa las dicotomías entre mujer- hogar, hombre- espacio público: “El varón, si se aburre de estar con la familia, en la calle al hastío de su humor pone fin; nosotras nadie más a quien mirar tenemos. Y dicen que vivimos en casa una existencia segura mientras ellos con la lanza combaten”. 

Otros de los aspectos que se visualizan en esta tensión de oposición tiene que ver con el discurso de adjetivar a la mujer con el peor de los males que ésta podría realizar en su papel de mujer- madre, el de matar a sus propios hijos, convirtiéndose así en una “no mujer”. “Tal tu comienzo fue; y, una vez desposada conmigo y siendo madre de estos hijos, mi ruina por culpa de mis nupcias y de mi lecho fuiste. ¡Ninguna mujer griega tal cosa habría osado, más yo a ellas te antepuse para casar contigo, oh, mi esposa fatal, que eres mi perdición, leona, no mujer.”

“¿Qué hay más terrible que esto? ¡Femeninas,  penosas nupcias a los hombres cuántas desventuras causasteis ya!”

Lo antes expuesto deja al descubierto uno de los aspectos más importantes de Medea, en relación a lo pasional. Medea es abandonada por el hombre que ama, por quien se ha sacrificado desinteresadamente, solo por amor y dejado todo lo que tenía, incluso abandonado a su propia familia. Jasón la abandona por simple ambición, por el deseo de lograr riquezas. Es en esta pelea interna que tiene Medea entre su razón y la pasión que justifica su accionar.¡Ea, corazón, ármate! ¿Por qué vacilo ahora  ante este hecho terrible, más también necesario?”.