A un día de dirigir el partido más importante de su vida, distintos medios consultan el libro “Pachorra, Historias para conocer a Sabella”: debutó en River mientras estudiaba y se hizo famoso en Estudiantes al que consagró campeón de América entrenador. Se define como peronista y admirador de Néstor Kirchner.

En el día de hoy, el medio que se encargo de Alejandro Sabella fue La Nación. No sorprende el técnico tiene chances de ubicarse en el panteón que hoy ocupan César Menotti y Carlos Bilardo. A los 59 años, Sabella vive el momento más especial de su carrera para un DT que apenas lleva cinco años como entrenador, luego de ser durante 17 años la mano derecha de Daniel Passarella, su principal ayudante en diversos cuerpos técnicos.

Los extractos del libro publicado por La Nación son los siguientes: “Sabella nació el 5 de noviembre de 1954, en Barrio Norte, en la Ciudad de Buenos Aires. Vivía en un departamento en Vidt y Paraguay y en esas calles empezó su pasión por la pelota. De chico, era fanático de Boca e incluso iba a la Bombonera con su hermano mayor, Marcelo. Su ídolo era Ángel Clemente Rojas. ´Yo era hincha de Boca y justo contra Boca jugaba mis mejores partidos en River´, contaba en una entrevista cuando ya era futbolista de la Banda. A los 16 años, cuando decidió que quería probar suerte con el fútbol, lo primero que hizo fue ir a Boca, el ´club que más le gustaba´. Pero lo rebotaron. Intento en Racing, quedó y no volvió. Hasta que River tocó a su puerta. Pachorra se distinguía jugando en GEBA y el padre de uno de sus compañeros lo recomendó a un delegado del club de Núñez. Con el tiempo, Sabella se convirtió en un integrante de la familia de Estudiantes, donde se consagró como futbolista y DT”.

«Para el mundo del fútbol, Sabella estaba arriba de la media, con un bagaje cultural superior al resto», cuenta alguien que conoce bien a Pachorra, quien luego de terminar la secundaria decidió estudiar derecho cuando ya era futbolista de River. ´¿Cómo sos como estudiante?´, le preguntaban en una entrevista con el diario Clarín a los 20 años. ´Me dedicaba y era inteligente para entender rápidamente las lecciones. A medida que fui creciendo me di cuenta que retenía todo con facilidad. Entonces, fui más inteligente que dedicado. Me iba bien en el colegio, aunque en conducta tenía algunos tropiezos´, respondía. Sabella estudió abogacía de 1973 a 1975 en la UBA y llegó a rendir seis materias. ´Venía bien, pero tuve que dejar cuando empecé a jugar en Primera. En realidad, me gustaba más la medicina, pero me metí en derecho porque me permitía estudiar en casa´.

En su adolescencia, en la habitación de Sabella los posters de fútbol se mezclaban con los de Perón. Pachorra se define como progresista desde lo político y sus referentes van de Chacho Alvarez a Néstor Kirchner, para él el político N°1, y Cristina Fernández. A Alejandro le gustan los libros y los documentales de historia, por eso la lista de próceres que le gustan es larga: San Martín, Belgrano, Monteagudo, Dorrego, Castelli y Rosas. Su película preferida es Belgrano, del director Sebastián Pivotto y actuada por Pablo Rago. Cuando trabajaba con Passarella eran habituales las discusiones de política entre dos amigos enfrentados: Pachorra (peronista) y el Káiser (radical).

Sabella tuvo suerte que el Mundial como técnico le tocó en Brasil, a no más de tres horas de avión desde Buenos Aires. Es que Pachorra detesta volar y los aviones le producen temor. ´Cuando se empieza a mover, rezo; ni loco me subo a una avioneta o un helicóptero´, explica. Es de viajar poco y prefiere descansar en la Costa Atlántica. No le gusta irse muy lejos de la Argentina. Con la comida, se niega a los platos rebuscados y elige el asado. Es un fanático de las gaseosas cola y no bebe alcohol. Prefiere mate, antes que el café.

Sabella jugó al fútbol hasta 1989 en Irapuato, de México, con 35 años. Por entonces, había recibido una oferta para volver al fútbol inglés, pero la desestimó y le puso punto final a su carrera. Empezó el curso de técnico en la escuela Adolfo Pedernera, en La Plata, y Daniel Passarella, que en 1990 comendaba la Primera de River con Américo Gallego como ayudante, invitó a su gran amigo a trabajar como técnico de la Reserva. Allí, puso el ojo en jóvenes como Gallardo, Almeyda, Ortega y Crespo. ´Tenía una tranquilidad absoluta para expresar sus ideas y le hablaba mucho a los jugadores´, recuerda el Pelado. ´Era muy simple conceptualmente, muy docente´, se acuerda el Muñeco, uno de sus preferidos por desempeñar la misma función en la cancha, la de enganche. Entonces, empezó su carrera a la par del Káiser, a quien acompañó hasta 2007 en varios equipos: River, selección argentina, selección de Uruguay, Parma, Monterrey de México y otra vez en Núñez”.