Con una excelente elección del Partido Obrero en la capital, las urnas evidenciaron que un sector importante de la población está lejos del estereotipo de salteño conservador. Entre el PO y la Nueva Izquierda llegaron al 20% del electorado. Un porcentaje que se repite desde hace años en la Capital.
Para confirmar que hay ciertas cifras que insisten en revelarnos ciertas dimensiones de lo real, conviene aquí hacer refrito periodístico, esa técnica según la cual traemos a colación algo sobre lo que ya hablamos. Y es que en la capital provincial desde hace años un porcentaje se reitera: entre un 20% y un 21% del electorado se inclina por fuerzas que se presentan como abiertamente antineoliberales y que aseguran que el peso de la tradición y la religión entre los salteños sólo sirve para justificar las injusticias que muchos padecen y los privilegios de los que pocos gozan.
Volvió a ocurrir el domingo pasado. En la categoría diputados nacionales, las dos fuerzas troskistas de la capital salteña (El Partido Obrero y el MST) alcanzaron el 20% del electorado. Ya había ocurrido en las generales de octubre de 2011, cuando en la misma categoría el porcentaje alcanzó igual índice: un 20% (36.987 votos del Partido Obrero y 17.417 del Frente Amplio Progresista). En las legislativas nacionales de junio de 2009 el porcentaje había sido el mismo: 20,81% repartido entre el 11,61% del Partido Obrero; 5,41% de Libres del Sur; 1,94% del Frente para la Victoria; 1% del Frente Grande y el 0,85% del instrumento electoral de la CTA. En las legislativas provinciales de septiembre de ese 2009 también: un 21% dividido en el 8,94% del Partido Obrero, el 5,15% de Libres del Sur, el 3% de Memoria y Movilización, un 2,36% del Frente para la Victoria, un 0,89% de la CTA y el 0,80% del también trotskista MST.
Esa parece ser la realidad sobre la que se asienta la excelente elección del Partido Obrero, que en la capital provincial, en la categoría diputados nacionales, llegó a un 17,18% de los votos, que supusieron 47.955 sufragios: casi 10.000 más que los recolectados por la poderosa maquinaria municipal que estuvo por detrás de Evita Isa. Esa realidad, sumada a la efectiva instalación del PO en la provincia, la convocante figura de Pablo López y la desaparición de antiguas fuerzas de izquierda licuadas en el Frente Amplio Progresista y en el armado de Bernardo Biella, más la ausencia de expresiones kirchneristas no PJ… posibilitaron los auspiciantes números que le permiten a la organización troskista soñar con acceder a una banca en diputados.
La alegría, sin embargo, no estuvo sólo por ese lado. El MST Nueva Izquierda también celebró los resultados. Y es que sus casi 10.000 votos en la categoría diputados, que representaron el 1,58% del padrón, no sólo le permiten participar de las generales de octubre sino, fundamentalmente, mantener la legalidad de su partido que, de no superar ese piso, habría estado condenado a perder su personería jurídica por imperio de la nueva Ley de Partidos Políticos. La misma, sancionada en el 2009, exige a los partidos, entre otras cosas, llegar al piso del 1,5%% de los votos en las últimas dos elecciones. Ese objetivo, que hasta hace un mes parecía casi un imposible, ha sido alcanzado.