El escritor y periodista Daniel Medina presentará “Oparricidios”, su primer libro de cuentos, este viernes 14 en La Ventolera. Televisión, lecturas lejanas, series e internet: un nuevo mundo para alimentar una literatura provincial que adquiere más fuerza y menos paisajes. (Federico Anzardi)

Daniel Medina acaba de gastar 600 pesos en “Jota Erre”, de William Gaddis. El ejemplar salió carísimo porque hubo que rastrearlo por Europa, primero, conseguirlo, y después hacerlo llegar a Salta, finalmente. “Cuando un libro vale la pena…”, dice, sin completar la frase y justificando la inversión.

En persona, este periodista y escritor de casi 33 años (los cumple en unos días), es un tipo de silencios prolongados. Está acostumbrado a hacer las preguntas, no a responderlas. Prefiere la escritura antes que la charla. La difusión de “Oparricidios”, su primer libro de cuentos, lo obliga un poco a salir de esa trinchera de timidez y perfil bajo.

En trece cuentos distribuidos en más de 200 páginas, Medina construye una antisalteñidad alimentada de años de encierro viendo series, leyendo a escritores extranjeros y navegando por internet. Títulos como “Saltrix”, “Game Over”, “Bruce Willis está muerto”, “Reality Show”, o “No voy a ser tu puta Sherezade” dan cuenta de una mirada hacia afuera que deja de lado a la tradición de la narrativa salteña más renombrada. “Oparricidios” será presentado este viernes 14 de noviembre a las 21.30 en La Ventolera (O’higgins 585), con entrada libre y gratuita.

“Lo que yo escribo se nutre de lo que vivo. Vivo en el microcentro salteño, me crie viendo televisión y series norteamericanas. Así como los viejos poetas y escritores metían el paisaje porque era lo que vivían, donde ellos estaban sumergidos, para mí eso no existe. Puede ser un paisaje, pero dado vuelta”, cuenta.

Medina construyó sus cuentos conociendo sus limitaciones, lo que habla de una escritura ensayada a lo largo del tiempo. Prueba y error. Como siempre, él lo explica usando referencias culturales. Cuando habla o cuando escribe, Medina es una película de Tarantino, repleto de guiños, citas y pequeños elementos ajenos que forman un estilo propio: “El cine clase B se tenía que arreglar con lo poco que tenía y terminaba armando una estética con eso. Yo soy muy malo describiendo, entonces hablar de paisajes sería sentarme a escribir cosas que no me interesan. Prefiero el movimiento y la acción”.

“Oparricidio”, el cuento, sin “s”, trata “sobre un asesino serial de opas”. “Ese título, de alguna manera, puede englobar la temática de los otros cuentos, así que me pareció bueno”, cuenta Medina.

“Hay varios tipos de opas -continúa. Es un cuento más o menos policial y los investigadores también son opas. Es un asesino de cholos, que también son opas, en este caso. Hay una mezcla de ineptitud y desprecio por el otro. Y en medio de eso, machismo, un desprecio hacia la mujer”. Medina explica que el cuento muestra un sistema con distintos grados de opacidad: el machista, el cholo, el cana.

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Te amo, te odio

Daniel Medina ama a Salta y también la odia. Es lo que se desprende de sus cuentos, repletos de miradas críticas hacia lo que se supone que es lo más representativo. Al mismo tiempo, no puede sacársela de encima. Es su lugar en el mundo, aunque vuele a miles de kilómetros con autores lejanos.

“Salta es estimulante a nivel escritura. Es como debe haber sido para Flannery O’Connor vivir en el sur norteamericano. Tan bizarro que a veces te inspira muchas cosas. Durante el Encuentro de Mujeres vi panfletos medievales”, cuenta.

Medina comenzó su carrera periodística a los 19 años. Entre 2002 y 2014 escribió incontables crónicas y artículos en Cuarto Poder, donde ya se destacaba su marca estilística. Para un escritor que se nutre de vivencias, ejercer el periodismo es casi fundamental. “El periodismo te da más calle, sin ninguna duda -opina. Te da contacto con hechos, personas y con fragmentos de la realidad. Puede servir pero también te puede echar a perder. Depende cuál sea la relación de uno con el periodismo. Pero sí creo que para ser escritor hay que tener un contacto con la realidad. No me interesan los escritores que se encierran en la biblioteca”.

La ambigüedad de Medina con Salta también se percibe en sus textos de crítica literaria publicados en medios diversos (La Gaceta, Intravenosa, Rock Salta). Es capaz de ayudar a difundir a autores jóvenes y desconocidos, y no le tiemblan los dedos para escribir lo que piensa cuando algo le parece desastroso: “Soy muy exigente conmigo entonces también lo soy con los demás. Creo que en los textos críticos he sido más duro con la gente grande, o los consagrados, que con los jóvenes. A los jóvenes hay que esperarlos, darles el beneficio de la duda. Como crítico quería tener dos visiones: una era desenmascarar, voltear a los ídolos con pie de barro. Gente del canon salteño que me parecía muy mala. Me parecía necesario destruir un poco, golpear arriba. Y por otro lado, ayudar a crecer a gente que se lo merece, más joven, y que no tiene espacio ni difusión”.

Con todo, la conocida rivalidad entre la generación más joven y la más canonizada de las letras salteñas es algo que para Medina ya no está tan presente. “Creo que esa necesidad de pelearse está menguando, porque a medida que crece la producción de textos más fuertes no hace falta salir a pelearse. Ninguna batalla estética se sostiene con una patoteada. Se gana con un triunfo estético: presentar un texto superior a lo que están escribiendo los otros”, dice, y compara su escritura con otros autores de su edad. Dice que tiene “algunas cosas” en común con ellos, como ciertas lecturas. Menciona a Rafael Caro y a Darío Liendro en ese grupo cercano. Y también aclara: “Uno se identifica con textos de afuera, incluso, aunque estén a miles de kilómetros.”

Nadie es profeta

“Oparricidios” será publicado por la editorial jujeña Intravenosa. Se trata de una señal: un autor salteño, de los más reconocidos dentro del ámbito de las letras jóvenes, no consigue una editorial local para mostrar su trabajo. Medina lo explica: “Cuando le llevé la propuesta a Intravenosa no tenía ninguna posibilidad de publicar en Salta. No había editoriales, las experiencias con concursos provinciales habían sido bastante malas. El libro es muy políticamente incorrecto y no se aprobaría nunca en un concurso provincial. Tiene muchísimo humor negro, maldad, personajes que van contra la salteñidad. No sé si alguien financiaría un proyecto así”.

Quizás esas malas experiencias con concursos provinciales haya sido una de las razones por las cuales Medina aceptó, este año, ser uno de los tres jurados del Primer Concurso de Cuentos Miguel Ragone, organizado por la Cámara de Diputados. Los ganadores, que vieron publicados sus cuentos en el libro “Narrativa Salteña del Bicentenario”, reúnen esas características políticamente incorrectas que Medina considera que no encajarían en un evento más atado a lo que se supone que debe tener un texto producido en Salta.

“Fue bueno conocer a otros autores. Ver que hay mucha gente escribiendo. Encontré cinco o seis voces distintas que no conocía y me interesan. Vi contrastes muy grandes entre la gente vieja, que cuida mucho más el texto, pero tiene poco para decir. Tienen mejor técnica, escriben bien, pero escriben aburridísimo. Y los jóvenes son más descuidados, pero tienen más fuerza”, analiza Medina.

Y no lo reconoce, no lo va a reconocer nunca, pero esa fuerza narrativa de la que habla no sería la misma sin sus textos.

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