Asociado por décadas a figuras arcaicas, el PRS promueve un candidato que admite su condición homosexual con la misma naturalidad con la que meritúa su rol emprendedor. La colectividad LGBT sigue ganando espacio en el debate público.
Indudablemente para la colectividad homosexual aún quedan muchos pasos por avanzar, aunque también haya cosas por celebrar. Que un partido largamente vinculado con el conservadurismo provincial y a la mal entendida sana moral promueva con énfasis la candidatura de quien no esconde su condición sexual es motivo doble celebración: por la mayor presencia de la colectividad en el debate público y por la propia apertura de ese partido a la promoción de más igualdad de derechos.
El candidato en cuestión es Bruno Masciarelli que pretende una banca en el Concejo Deliberante de la ciudad y que en spot de campaña resalta su condición de gay y emprendedor y dice desear una Salta “pujante” y que “incluya a todos”.
Ahora deberá convencer que las formas en que se consiga tal pujanza e inclusión no sólo son factibles de realización desde el Concejo sino que también tales modos no asocien al individualismo propio que promueve un partido asociado históricamente a posturas neoliberales, o que no reniegan con énfasis de las consecuencias impopulares que generan las políticas de ese tipo.