En un sector desguarnecido por el macrismo y de una relevancia clave para el desarrollo alimentario, unos siete trabajadores luchan por ser reincorporados en la delegación Salta.Nicolás Bignante
Contrariamente a lo que profesan los portavoces del agronegocio, en Argentina la agricultura familiar produce más del 60% del total de alimentos que se consumen en el país. Según el Ministerio de Agricultura de la Nación, son quienes producen el 83 por ciento del ganado caprino, el 70 por ciento de la yerba mate, el 62 por ciento del tabaco, el 61 por ciento de pollos parrilleros y aromáticas, el 60 por ciento de los porcinos y el 59 por ciento de las hortalizas entre otros porcentajes.
El 66% de las familias que viven en el campo argentino se adscriben a este modelo productivo que crece en el mundo. Pese a representar el mayor porcentaje de productores registrados, según el último censo agropecuario, apenas detentan entre el 12% y el 13% de la superficie productiva. Mientras los grandes pooles propietarios de extensiones exorbitantes de tierra ponen su producción en el mercado mundial y convierten granos en dólares, los pequeños productores vuelcan la mayor parte de su trabajo al mercado interno. Esto, además, permite dinamizar áreas rurales y no sobrepoblar las ciudades.
La Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO) define a la Agricultura Familiar como la «producción agrícola, pecuaria, forestal, pesquera y acuícola que posee tres características: (I) acceso limitado a recursos de tierra y capital; (II) uso preponderante de fuerza de trabajo familiar, y (III) la actividad agropecuaria/silvícola/pesquera/acuícola es la principal fuente de ingresos del núcleo familiar, que puede ser complementada con otras actividades no agrícolas que se realizan dentro o fuera de la unidad familiar».
En el país, el modelo de Agricultura Familiar reviste una importancia mayúscula, ya que representa a 250.000 establecimientos productivos que involucran a 2.000.000 de personas (aproximadamente el 5% de la población total del país). Incluir al sector, regulando la producción de los alimentos de origen vegetal y animal, es indispensable para garantizar la calidad e inocuidad de sus productos y al mismo tiempo favorecer su comercialización.
En las últimas horas cobró notoriedad el reclamo de los trabajadores de la secretaría de Agricultura Familiar por la reincorporación de los empleados despedidos durante la era Macri. Inicialmente, los cesanteos alcanzaron a 24 personas, de las cuales 4 pudieron ser restituidas en sus cargos antes de llegada la nueva administración. En el año que transcurre, tras un proceso arduo y agotador, lograron reincorporar a otros 13, por lo que todavía resta definir el futuro de 7 trabajadores.
El compromiso era que volverían todos a trabajar en las mismas condiciones con las que se habían ido. Pero a comienzos de diciembre se dieron con la novedad que la gestión daría por cerrada la mesa de negociación. Ante la posibilidad de que las tratativas vuelvan a foja cero, desde ATE llevaron adelante una intervención que incluyó una radio abierta en el microcentro. El objetivo fue poner en conocimiento de la población la realidad del área.
Días atrás el gobierno nacional anunció el Plan Integral de Regularización del Empleo Público, a través del cual unos 29 mil empleados públicos pasarán a planta permanente mediante concurso. El proceso despertó cierta expectativa entre los trabajadores de Agricultura familiar, aunque finalmente les aclararon que no estarían alcanzados por el programa. «Hicimos las gestiones para que los compañeros sean alcanzados por el proceso, pero en realidad está dirigido a los laburantes que están hoy en el sistema», explicó a Cuarto Poder el delegado gremial de ATE Darío Humano.
La principal herramienta de la que dispone la secretaría son los técnicos de las ciencias agrarias. Ellos se encargan de acompañar a los pequeños productores y pueblos originarios desde la instancia productiva hasta la comercialización. El acceso a capacitaciones, como así también el acompañamiento para lograr mejores precios, forman parte del esquema de acciones del organismo. «Tratamos de generar mejores recursos para que se queden en el lugar», añade Humano.
El período de vaciamiento impulsado por el macrismo, aseguran los trabajadores, es un proceso que aún no se ha subsanado. «Cuando Macri echó a nuestros compañeros no buscaba solamente ahorrarse los sueldos, lo que buscaba era desfinanciar al sector. En algunos lugares de la provincia, los únicos representantes del estado eran los maestros y nosotros. Básicamente lo que se buscó fue vaciar al sector de políticas y recursos. En nuestra oficina, también nos recortaron gastos operativos. Todavía nos está costando levantar los vehículos, las oficinas y poner en funcionamiento la maquinaria», aporta el gremialista.
La perspectiva del exministro Miguel Etchevere respecto de la Agricultura Familiar y los pequeños productores quedó en evidencia en octubre, cuando protagonizó una disputa intrafamiliar con su hermana Dolores. Allí calificó como una «burla» al Proyecto Artigas, impulsado por militantes y trabajadores agrícolas que apoyaban a su consanguínea y operaban en parte de sus campos. La mirada del expresidente de la Sociedad Rural sobre los productores que no exportan, no es otra que la que reina en la elite del agronegocio. Nuevamente explica Darío Humano: «Etchevere no veía al sector como productivo, sino como de contención social. Por lo tanto, quería sacar la secretaría del ámbito de Agricultura y mandarla a Desarrollo Social. Para ellos, nosotros no somos productores, somo sujetos de asistencia social. Nosotros en cambio, tenemos la visión de que es un sector con un potencial de desarrollo muy importante y en ese sentido trabajamos».
A nivel global, más del 90 por ciento de todas las granjas del planeta producen el 80 por ciento de los alimentos del mundo, lo que revela la importancia que tiene este sector. En ese sentido, un informe de la FAO señala que, tanto en los países desarrollados como en las naciones en desarrollo, la agricultura familiar es la forma predominante de producción agrícola, así como una fuente primaria de alimentos y una enorme contribución en la larga lucha por la erradicación del hambre y la pobreza.