Hoy sábado y mañana domingo, el Chaqueño Palavecino volverá a la calle Corrientes en Capital Federal. Presentará su vigésimo disco “De criollo a criollo. Homenaje a Don Ata”. En un reportaje de Tiempo Argentino también habló de la situación social.

En las noches largas de carretera, cuando Oscar Esperanza Palavecino era chofer de micros de larga distancia de La Veloz del Norte, escuchaba cualquier casette de folcklore que encontraba. Una y otra vez. Y cantaba. Le salía del pecho, el aire le cortaba la garganta como el Pilcomayo a las yungas del chaco boreal

Trabajaba y cantaba. Fue lustra botas, vendió agua potable a los aborígenes en un carro tirado por una mula blanca, cavó pozos en un camino al chaco, vendió empanadas, empanadillas, fue ayudante de cargador de leña para hacer carbón, trabajó en un supermercado, en una mueblería, fue lava tuercas, trabajó en un circo, se dedicó a vender gas en garrafas, fue ayudante de albañil y camionero. Luego fue chofer, pero de tanto cantar creó su fama local, ya a finales de los años ochenta era conocido como el zorzal del chaco salteño, en Bolivia y Paraguay.

Antes de ser profesional, ¿Qué era para vos la música?

Ha sido el cable a tierra, desde chico, desde que mi mamá se enfermó cuando yo era un chango. Terminaba de trabajar, me bajaba del ómnibus o de donde sea, y donde alguno estaba guitarreando ahí íbamos. Yo lo único que quería era cantar, que me escuchen. No pensaba vivir de esto. No todos pero hay gente que piensa ´Che voy a cantar para vivir de esto´. No, lo mío ha sido al revés. Es como decir, che ´vamo´ a jugar al fútbol para movernos un poco, porque nos gusta. Por ahí viene la mano. Bueno después ya grabamos un disco y se empezó a vender y contrataciones, los festivales. Ya llega un momento que estoy cobrando, como será que me pagan. A mí lo que me importaba era pagar los músicos”

Había más de 60 festivales en 2015 que lo querían contratar. Con el cambio de gobierno la actividad musical (como cultural) saco el pie del acelerador pero su popularidad le permite ser de los pocos que aún recorre todo el país. “La mano viene dura para los de abajo, pero uno tiene la esperanza que la cosa tiene que mejorar” asegura mientras se acomoda su típico sombrero. “Me sigue gente de provincia, obreros y no es fácil. Pero la gente es fiel y hace cualquier cosa por venirte a ver”, y recuerda al que se sacó entrada para un concierto en Córdoba pero se vino a Buenos aires por error. “Lo invitamos para que venga de nuevo porque se confundió” cuenta.

Tiene su oficina en pleno centro, en calle Uruguay, entre Lavalle y Corrientes, arriba de una conocida cadena de cafés, en el tercer piso. De ahí se ven los autos y las hordas de porteños apurados. “Esta ciudad te abruma, uno viene de otro lado y no entiende que pasa”.
A esta altura de su carrera tiene la capacidad de darse gustos, como hacer versiones del que considera el más grande de la música popular argentina

-¿Por qué se decidió a hacer este disco?

-Uno está en el mismo ruedo y uno conoce todas estas cuestiones, admira su firmeza para hacer, la justeza, como complementaba todo, la introducción la cadencia que tiene un tema para cantar porque si lo apuras un poquito es espectacular, la métrica, la acentuación, lo que le busques. Son canciones a la manera mía, con sentimiento y ganas, para que la gente se prenda, bien hechito está. Está todo bien ensayado y practicado; los músicos vuelan, son como un enjambre que viene y te lleva y vas para adelante.

– ¿Cuál es el secreto para que una canción sea popular?

-La música cura el alma, trae recuerdos, te hace llorar, te hace reír, te emociona, o te pone corajudo, te hace sentir y te hace ver lo que no vez. En eso Atahualpa es el mejor, defiende mucho al pobre, al obrero a la tierra, por eso se lo sigue mucho. Él tenía una forma muy fuerte de ver lo que pasaba tierra adentro. Una vez le pregunto a un gaucho que llevaba unas vacas ¿Como esta’? Y el criollo le dijo, ya lo ve, penas propias cargando y vacas ajenas arriando… o algo así, No… no es así, es Vacas ajenas arriendo y penas propias cargando. De ahí salió una canción, cuando  Atahualpa lo dió vuelta. Él la dio vuelta y escribió las penas son de nosotros las vaquitas son ajenas. Mira de donde sale porque el gaucho era sabio en lo que dice realmente. Se aprende mucho de la gente de campo, quizá no sabían leer ni escribir, pero te contestaban ahí, a flor de labio tienen la contestación. Los malos momentos son con penas pero para adelante. Cuando estás bien largas el caballo, largas las riendas y te vas”.

Además del lanzamiento de su nuevo disco el pasado 17 de agosto el Chaqueño presentó también un nuevo sello discográfico: El Viejo Mistol, que incorpora artistas y busca a través de nuevos valores o valores ya consagrados fomentar el género que tanto defiende y representa: el folklore. Además, recientemente recibió una Mención de Honor otorgada por la Cámara de Diputados de la Nación a los más reconocidos representantes folklóricos.

Entre los nuevos proyectos se destaca también el inicio como conductor de su primer ciclo de radio, el cual se emite todos los miércoles de 20 a 22 por Radio Nacional (AM 690 / FM 102.7) desde Salta. “El primer programa éramos 20 dentro del estudio, vinieron los Los Nocheros, Mariana Carrizo, Marcelo Simón, el Flaco Schiavi salió por teléfono. Hasta vino el gobernador. Nos hemos puesto a guitarrear. La audiencia ha sido como un estadio de River y el único de la plata, solo por internet” dice el Chaqueño. El miércoles 21 va a transmitir de Comodoro Rivadavia porque tiene show en esa ciudad aunque siempre se trata que sea desde Salta. La idea es elegir figuras y conductores de todas las partes del país que transmitan desde su provincia.

-¿Cómo le llegó esta propuesta?

-Me han hablado de Radio Nacional, me han contado la idea, me interesó, un día miércoles, que es más o menos cuando yo puedo estar en Salta y lo hicimos. Es medio completo, tenemos una productora, hay un conductor. Lo mío es mas hablar de la música, presentar músicos, y hablar de fútbol. No es que nos ponemos a ser directores técnicos, pero es de lo que uno habla con sus amistades de fútbol y de folklore, no hay mucho más para mí.

Fuente: Tiempo Argentino