En la ciudad de Valparaíso un tatuador resultó herido luego de que uno de sus clientes lo increpara por un trabajo: dice que él no pidió ese tatuaje. La versión del tatuador es otra.

“Politraumatismo craneal, hematomas varios e introducción anal de un adminículo empleado para tatuar”, asegura el parte médico del hospital Carlos Van Buren de la localidad chilena famosa por sus calles y costa.

Lo sucedido fue hasta jocoso (todo excepto el final), según contó otro de los tatuadores que trabaja en el local donde fue atendido el agresor la noche del viernes 30 de septiembre pasado.

Resulta que Carlos Vargas, el tatuado, llegó alrededor de las 22:15 al lugar en un avanzado estado etílico, lo que se dice estaba hasta el choto, y precisamente fue eso lo que pidió que le tatuaran, un pene con alas en la pierna. Al menos esta es la versión de uno de los testigos del suceso.

La versión de Vargas es distinta, según él llegó más sobrio que una lechuga al lugar y pidió que le tatuaran un caballo alado, cosa que no sucedió y no fue sino hasta el día siguiente que se dio cuenta de lo que habían dibujado en su piel. Entonces se desató la locura.

Vargas ingresó armado con un arma de fuego al local de tatuajes la tarde del miércoles pasado, cuando por fin fue a cobrar “venganza” por el trabajo que le habían realizado. Convencido de que su versión era la verdadera, golpeó al tatuador con la culata en repetidas ocasiones hasta provocarle un desmayo que luego aprovechó para meterle la máquina de tatuar por sus aposentos.

El agresor fue detenido por la policía chilena, ahí brindó su testimonio que contradice al de los tatuadores. Todo quedó en manos de la justicia.