El papá del salteño desaparecido en Río Negro, Gualberto Solano, viajó desde Choele Choel (donde acampa pidiendo justicia desde el 2011) a Capital Federal. Logró juntarse con Adolfo Pérez Esquivel. (Lula González)

Desde hace cinco años, Gualberto dejó su Tartagal natal y se trasladó a las ventosas tierras de Choele Choel, el mismo lugar que vio nacer a Rodolfo Walsh y que posee fuerzas de seguridad con un fuerte historial de violencia institucional del cual también fue víctima Solano.

Desde allí y junto al abogado Sergio Heredia, empezaron esta investigación que, desenmascaró una red de complicidades empresariales, políticas y judiciales. La investigación llevó a la imputación de siete policías y le costó amenazas al abogado salteño.

El pasado miércoles 16/03 Gualberto Solano, junto a su hermana Maira y su sobrina Romina Solano, Jesica Visotsky, el Padre Cristian Bonin y el abogado penalista, Leandro Aparicio, la mano derecha de Sergio Heredia, en un periplo por diversos organismos y referentes de los Derechos Humanos.

En el viaje se reunieron con el Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y con funcionarios del Ministerio de Derechos Humanos y de la Procuraduría de la Nación en búsqueda de extender el reclamo y que se tome conocimiento a nivel nacional.

Es la segunda vez que Gualberto visita Buenos Aires, una ciudad que le parece tan ajena como intimidante aunque no le importa. La camina y se pierde en medio del caos urbano, del tráfico y del paso apurado de los porteños en su cotidianeidad. No le importa nada, solo quiere que alguien lo ayude a saber que fue de su hijo. De a ratos ya no tiene fuerzas pero se queda callado y habla con el Padre Cristian, y, a pesar de todo, sigue adelante tocando puertas.

El miércoles fueron recibidos por el Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien se solidarizó con la causa y redactó un petitorio para presentar ante la procuradora de la nación Alejandra Gils Carbó y ante el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj. Si bien ambos funcionarios no se encontraban, se habló de un compromiso de que en un futuro cercano puedan ser recibido, una promesa más que recibe Solano padre.

Junto al pedido de justicia y esclarecimiento del caso, la familia de Daniel Solano pide autorización judicial para poder bajar a un pozo (un jaguel) de casi dos metros de diámetro por 75x 80 centrímetros de profundidad, donde se llevaron adelante allanamientos irregulares, según el abogado Leandro Aparicio. Testigos afirmaron que en este lugar, donde habitualmente tiran animales muertos,  se encontrarían los restos del joven. “Queremos encontrar los restos para que la familia los lleve a Tartagal”, dijo el abogado.

Gualberto Solano también recibió el apoyo del líder de la comunidad Quom, Felix Díaz con el que se encontró en la Ex Esma, donde dialogaron de la necesidad de obtener justicia por el joven de la misión Cherenta.

“Creemos que su muerte está vinculada al narcotráfico, al ingreso de droga por Salta y cómo esta llega a Rio Negro, la policía es el principal custodio de esta droga”, dice convencido Leandro Aparicio, abogado penalista de Bahía Blanca, uno de los artífices del documental “¿Dónde está Daniel Solano?” que esta semana fue reconocido de interés por el Congreso de la Nación (y del cual un solo  salteño acompañó el proyecto, el diputado salteño del PO, Pablo López).

El abogado sintetizó los inconvenientes que fueron teniendo en el avance de la causa e hizo su descargo contra la Justicia rionegrina. “El principal obstáculo en este caso es la impunidad judicial, hubo varios fiscales de la causa que fueron denunciados y siguen en funciones, como el fiscal Flores que es narco”, comentó Aparicio.

En medio de charlas, también se reunieron con sectores de Derechos Humanos vinculados a la CTA, así como también con diversas organizaciones.

También entregaron cartas en la Casa de Salta en Capital Federal, y en la de la provincia de Río Negro. Solicitaron ser recibidos por los gobernadores de ambas provincias, a pesar de los diferentes pedidos que los abogados realizaron en este tiempo, Juan Manuel Urtubey no recibió nunca al padre del salteño desaparecido en democracia.

Con la mirada triste, la cabeza baja y el paso cansado, Gualberto Solano entra a un edificio porteño, cuenta su historia de nuevo, se apoya en su hermana, en el Padre Bonin, confía en los abogados, como lo viene haciendo desde hace cinco años, no se resigna intenta que alguien lo escuche, que lo ayuden, lo llenan de promesas funcionarios de trajes una y otra vez, él solo quiere volver a Tartagal, con el cuerpo de su hijo para que pueda descansar, finalmente en su tierra, en paz.

Casa de Salta

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Con el movimiento ecuménico por los Derechos Humanos

con Felix Díaz