Como en el cuento de hadas a Gustavo Sáenz le llegó su medianoche aunque fortalecido: consolidó votos y provincializó su figura. A 45 días de asumir la intendencia debe comandar la transición en medio de tensiones con el Grand Bourg. (D.A.)
Dos hechos son indudables. El primero de ellos tiene que ver con la buena performance de Sergio Massa en la provincia de Salta: 171.946 votos que representaron el 28% del electorado en las PASO de agosto que ayer, con el 96% de las mesas escrutadas, se incrementaron a 236.130 sufragios que representaron el 34,07% del electorado provincial. En ambas oportunidades, esos números lo pusieron por encima de Mauricio Macri.
El segundo e indudable hecho es el siguiente: tales números no podrían haberse logrado sin la presencia del intendente electo de la capital y hasta ayer candidato a vicepresidente de Sergio Massa: Gustavo Adolfo Ruberto Sáenz. El hombre que accediendo a la intendencia en mayo pasado había demostrado que su imagen atravesaba electoralmente al 100% del justicialismo capitalino y que sus poco más de 116.000 votos de aquella elección en la ciudad lo ponían por encima de las preferencias del propio Urtubey que en aquel mes cosechó 3.000 votos menos. Esos 116.000 votos capitalinos de hace cinco meses fueron claves para que ayer la fórmula que integraba llegara en el mismo distrito -con poco más del 98% de mesas escrutadas- 130.531 sufragios (41,29%), casi 40.000 más que Daniel Scioli cuyos 91.351 votos representaron sólo el 28,90% en la capital salteña.
Esas condiciones convierten a Sáenz en figura central de la política capitalina para la construcción y conducción de un espacio político alternativo al Grand Bourg. Y aunque su elección como compañero de fórmula de Sergio Massa fue producto de que al tigrense varios de sus candidatos de preferencia le adelantaron el no, Gustavo Sáenz terminó aprovechando el centro al área que encontró y estuvo a la altura de las circunstancias. Se mostró sólido en la cientos de intervenciones periodísticas que protagonizó en medios nacionales y, fundamentalmente, tracciono votos en la provincia.
Los resultados del proceso han sido satisfactorios para el propio Sáenz: roce con la alta política nacional que aporta un saber insustituible y que en condiciones normales se adquiere tras años de experiencia o simplemente no se adquieren; renovada agenda de contactos que bien aprovechados pueden lograr que de cuando en cuando se abran puertas para encontrar potenciales respuestas a problemas de gestión o acuerdos políticos que beneficien al propio Sáenz; exposición mediática que le ha permitido en escasos cuatro meses conseguir lo que el intendente con más años de gestión en la ciudad capital, Miguel Isa, no consiguió en doce años: instalar su figura en cada rincón de la provincia. Sin olvidar que todo lo mencionado no le ha costado un peso al propio Sáenz.
Si todo lo mencionado anteriormente logrará convertirlo en un hombre fuerte de la política provincial, es algo que deberá verse. Lo seguro, no obstante, es que ha sumado puntos para ello y que incluso ha quedado con un discurso consolidado que indiscutiblemente seguirá empleando: presentarse como la materialización del sentido común que reclama consenso, diálogo y republicanismo.
El zapallo
Para lograr ese objetivo precisará comandar una gestión municipal exitosa que siempre requiere de una planificación meticulosa de la que hasta ahora, por cuestiones obvias, estuvo ausente. De las mismas se han ocupado dos de sus operadores principales: el concejal electo Matías Canepa y Pablo Outes, el funcionario del romerismo que sin cargo electivo alguno, es identificado por algunos como la persona que comanda potenciales equipos técnicos encargados de planificar la gestión municipal a partir del 11 de diciembre próximo.
Entre estos, la hipótesis de conflicto con el Grand Bourg está presente. De allí que fuentes consultadas por Cuarto Poder aseguren que la gestión 2016 se planifica calculando que contarán con un presupuesto inferior al normal en lo que a transferencias del Grand Bourg se refiere. La ecuación que ejercitan es simple: las partidas por coparticipación pueden retrasarse pero no suspenderse, aunque no corre la misma suerte las llamadas partidas discrecionales que siempre dependen de la voluntad política del ejecutivo provincial.
La reducción de la planta política aparece como parte de la solución en ese sentido aunque hasta ahora, los que trabajan en esas planificaciones sólo parecen contar con razonamientos técnicos que prescinden de los políticos que siempre dependen de si las razones y la fuerza de los que quieren meter mano a una realidad en particular, pueden imponerse a las razones y la fuerza de los afectados que siempre buscan aliados para resistir los embates.
La otra alternativa no está exenta de tensiones. Y es que el “gustavismo” pretende quedarse con el control absoluto de la hacienda municipal hasta ahora en manos del famoso grupo Esparta que controlando durante años la fiscalización de las obras públicas municipales, el financiamiento internacional y la generación de información pertinente a la realidad municipal, responde en realidad al ministro de economía provincial Carlos Parodi quien es el que controla la caja provincial.
Entre los acuerdos que ya se presentan como firmes al interior del equipo técnico de Sáenz se cuentan los siguientes : Juan Carlos Romero aportará blindaje mediático por razones de tipo económicas y políticas hacia futuro, y exromeristas que en abril habían apostado todo por la candidatura de Guillermo Durand Cornejo, aportarán experiencia de gestión. Sergio Camacho, Aroldo Tonini, Sonia Escudero y técnicos de segunda o tercera línea son algunos de ellos.
Sobre la relación que tendrá Sáenz con los intendentes elegidos por el frente Romero – Olmedo en mayo pasado, poco puede aventurarse. En primer lugar porque varios de ellos sucumbieron a la arremetida del Gran Bourg que los alineó a las candidaturas de Daniel Scioli, Javier David y Pablo Kosiner. En segundo lugar porque aun cuando Yolanda Vega, Gustavo Solíz y Kilo Gonza (Cerrillos, Rosario de la Frontera y San Lorenzo respectivamente), no sucumbieron a esos embates, no resulta descabellado pensar que la urgencia de generar un gabinete para gobernar una ciudad de casi 700.000 habitantes y la incertidumbre inmediata en torno a cómo será la relación con el Grand Bourg, deslizan al propio Gustavo Sáenz a concentrarse exclusivamente en la organización de su administración.